Desde la fila tres del patio de butacas
Por David Barbero | 15 noviembre 2020 - 12:59 am
Categoría: General

David Barbero
-Me sitúo. Tuve ocasión de ver la obra ‘Viejo amigo Cicerón’ justo antes de que llegara el coronavirus. Hace un año. En 2019. No era ni par ni bisiesto. Durante el festival de teatro de Santurtzi, en el Teatro Serantes.
-En aquella ocasión, me di cuenta de que esta obra, además de ser fiel a lo sucedido en el tiempo de los romanos, estaba dirigida al momento presente. El espectador de hoy es el punto de referencia en la intencionada escritura de Ernesto Caballero, la cuidada dirección de Mario Gas y la muy matizada interpretación José María Pou. Tres grandes.
-Entonces, entendí que su deseo era provocar una reflexión sobre la necesidad de planteamientos éticos, justos y de convivencia en los gobernantes y en los ciudadanos. Asimismo es una denuncia de las ambiciones miserables y los egoísmos interesados que se ocultan bajo aparentes intenciones altruistas. Sobre todo, es una llamada a la responsabilidad personal.
-Esta tarde, he acudido al teatro Arriaga, para ver la misma obra, con el deseo de comprobar cómo encajan esas reflexiones en el nuevo panorama creado por esta conmoción social del confinamiento sanitario, la utilización política de esta catástrofe y las reacciones de la ciudadanía.
-Con ocasión de su presentación de Santurtzi, señalé la muy buena impresión que me produjeron los trabajos de Pou, de Gas y de Caballero. Tras la visión de esta tarde, mantengo ese reconocimiento a todos ellos. Y lo extiendo al trabajo interpretativo de Alejandro Bordanove y Marla Cirici.
-Deseo insistir en que hoy la obra me ha parecido especialmente preparada para este momento pandémico en muchos aspectos. Aunque sé que estaba escrita, ensayada y preparada antes de que esto sucediera. Me ha hecho reflexionar sobre algunos descubrimientos que esta catástrofe ha puesto todavía más en evidencia. Sobre cómo hemos construido una sociedad sobre bases equivocadas, egoístas, insolidarias, injustas y nada igualitarias. Sobre cómo los políticos, los poderosos y los gobernantes se preocupan muy poco de solucionar los problemas existentes. Y cómo se dedican a crear nuevos problemas con su ambición de más poder, más riqueza y más vanidad. Cómo los individuos nos hemos dejado arrastrar y contagiar por esos falsos y perjudiciales objetivos.
-Incluso me ha llegado la reflexión, viendo la obra, de que esta catástrofe podría ser utilizada para enderezar el rumbo de la sociedad, de las personas e incluso de los políticos y gobernantes. Pero, desde el mismo escenario, se asomaba el pesimismo de que como salida se apunta a más consumismo, más egoísmo y más insolidaridad.
-Me ha parecido muy pertinente la llamada a la responsabilidad personal. Incluso por encima de los riesgos y las negativas consecuencias que puede acarrear esa valentía. Y la última pregunta de la obra sobre lo que podemos –debemos- conseguir entre todos.
-Estoy especialmente interesado en resaltar la necesidad y la conveniencia de este tipo de teatro que hace reflexionar sobre la realidad actual. Como contra-espejo a los que reclaman que, en este momento, lo que hace falta es diversión para olvidarse de lo que está sucediendo.

Esta entrada se escribio el Domingo, 15 noviembre 15 2020 a las 0:59 am. en la categoría: General. Puedes seguir los comentarios de esta entrada usando RSS 2.0 feed. Puedes dejar una respuesta, o trackback desde tu pagina web.

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