-Lo primero que hay que decir de la representación de ‘Un dios salvaje’ en el palacio Euskalduna de Bilbao es que los productores han sido tan ambiciosos para conseguir dinero que se han cargado la obra.
-¡Explícate!.
-Para meter a más gente han puesto micrófonos en el suelo y han deformado el carácter de la interpretación.
-De todos modos, es una buena obra, que está bien dirigida y bien interpretada.
-Yo insisto en que ese problema del sonido deformado y las distancias lacran el espectáculo.
-Hay que destacar el cuidado que han tenido en el perfil de los personajes. Ese interés se nota en la autora, en la directora y en los intérpretes. Han estudiado todos los matices.
-El desarrollo de la acción es el ya habitual en Yazmina Raza. Se parte de un hecho sin importancia como es una pelea de dos niños en el patio del colegio. A raíz de ahí, los padres y las madres de esos sacan sus dioses salvajes. Comienzan aparentando ser muy educados y terminan a cuatro patas por el suelo.
-Si lo miras bien, no es el esquema clásico del teatro con los tres tiempos de planteamiento, nudo y desenlace. No hay una intriga, una complicación, un suspense y una resolución.
-Sin embargo, tiene un gran éxito. Gusta a la gente.
-Ésta lo dice porque tú eres un firme partidario del esquema clásico.
-Lo sigo siendo. Pero se pueden aceptar excepciones honrosas.
-Es un teatro que exige unos actores muy buenos.
-Muy buenos y muy conocidos.