Desde la fila tres del patio de butacas
Por David Barbero | 8 abril 2017 - 10:25 am
Categoría: General

David Barbero

-Fui ayer al Teatro Serantes de Santurtzi a ver la obra ‘El jurado’ con gran interés. Incluso no descartaba volver hoy a verla en el Teatro Social de Basauri.
-Me había despertado el interés saber que se trataba de una obra autónoma, pero basada en el clásico norteamericano ‘Doce hombre sin piedad’. Tengo un gran recuerdo de esa obra escrita por Reginald Rose, que inicialmente se orientó a la televisión, pasó al teatro y aterrizó en el cine, con una interpretación desatacada de Henry Fonda y una dirección muy ajustada de Sigmey Lumet.
-Me parece que aquella obra es un claro ejemplo de cómo tratar dramáticamente un asunto social polémico y hacer su denuncia en la sociedad. Se llevaba a cabo esa denuncia y ese análisis a través de una historia perfectamente tramada, con gran intriga, con un desarrollo milimétricamente trazado, con unos personajes muy bien perfilados y con una graduación muy estudiada en los avances escénicos.
-Tenía también el interés de haber leído que, en esta ocasión, se deseaba mantener todas esas cualidades de intriga, desarrollo meticuloso y graduación en la acción. Pero se aplicaba a la situación actual de aquí mismo.
-Sin duda, ása debe ser la misión del teatro. ¿No?
-Adelantaré mi impresión final. Al salir de ver la función, me seguía acordando de la obra de Reginald Rose, de sus montajes teatrales y de la película de Lumet.
-En ‘El jurado’, no he visto, o no he sabido ver, aquellas cualidades. El objetivo de deliberación por los miembros de ese jurado no parecía tan claramente planteado. Hay muchos circunloquios de idas y vueltas indeterminadas. Incluso con menos personajes, todo parece más complicado. Las reiteraciones tampoco favorecen la intriga. Seguramente hay algo de pretensión. Quizá la palabra más adecuada es hablar de confusión de propósitos, objetivos y herramientas para conseguirlos. La intriga, la tragicomedia y el humor no caminan en la misma dirección sino que parecen enfrentarse unos a otros. La idea de la plataforma circular es, sin duda, buena, pero no termina de arreglar el conglomerado.
-Tendrás que aceptar que hay una buena sorpresa final.
-Sin duda, lo reconozco. Reconozco también que hay un trabajo concienzudo y hasta entusiasta. No rebajo en ningún punto el mérito. Simplemente expongo que yo salí recodando ‘Doce hombre sin piedad’. Con perdón.

Desde la fila tres del patio de butacas
Por David Barbero | 1 abril 2017 - 5:18 pm
Categoría: General

David Barbero

-Hay que decir, desde el principio, que ‘In memoriam: La quinta del biberón’ es un valiente, emotivo y calidad alegato contra la guerra, contra todas las guerras.
-También hay que afirmar que es un homenaje a los chavales muy jóvenes que se vieron obligados, la mayoría, a participar con muy pocos años en una guerra sin sentido, como todas.
-Es un homenaje realizado desde el teatro Lliure de Barcelona. Incluso se ha creado una compañía teatral específica y propia de ese teatro para esta ocasión. Por las características de esta obra, los integrantes de esta compañía son jóvenes entre veinte y treinta años.
-La persona más responsable de este espectáculo es Lluis Pasqual. El texto y la dirección son suyos. Un muy buen trabajo. Tampoco voy a descubrir, a estas alturas, las grandes cualidades de Pasqual como hombre total de teatro. Pero este espectáculo es una de las demostraciones más brillantes de esta gran valía.
-Para quien no lo haya visto todavía, hay que decir que no se trata de una obra teatral al uso. No cuenta la historia de una manera habitual con su planteamiento su nudo y su desenlace. Se trata de una comunicación directa, firme y personal al espectador. Los intérpretes hacen su presentación y exponen sus vivencias, deseos, miedos y tragedia cara a cara, sin intermediarios, con toda la fuerza posible.
-Otro aspecto me parece digno de destacar. Cuando uno desea hacer un alegato contra la guerra, es habitual coger la historia desde el lado del bando que resulta más odioso para la mayoría con el fin de que esa crítica sea asumida con más facilidad. Aquí no es así. Los reclutadores de esos jóvenes, los que hacen la salvajada de meterlos en ese infierno moral de la guerra fueron los responsables del gobierno legítimo de la república para luchar en contra de las fuerzas fascista que dirigía el general Franco. Es un signo de la libertad y la limpieza en el mensaje.
-De los actores, es preciso destacar su extraordinario trabajo interpretativo. Su fuerza. Su naturalidad. Su capacidad de comunicación emotiva.
-Seria injusto olvidar a los músicos y cantante que completaron el espectáculo – homenaje. Tuvieron una incidencia muy importante en que el espectáculo resaltara tan completo.
-Así fue reconocido con aplauso emocionado de reconocimiento por el público asistente a su presentación ayer en el Teatro Arriaga de Bilbao.

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