Desde la fila tres del patio de butacas
Por David Barbero | 8 mayo 2017 - 10:56 am
Categoría: General

David Barbero

-Acudí ayer a la sala dos del Teatro Barakaldo a ver ‘Una comedia española’ de Yasmina Reza por la compañía Teatro Estudio de san Sebastián. Lo hice también con dos intenciones.
-Comienzo por la segunda intención. No había visto todavía esta obra. Tampoco la había leído. Me había preocupado sólo de conocer resúmenes, referencias y reseñas de su presentación en el Centro Dramático nacional de Madrid. Sabía que la propia autora tiene en gran estima esta pieza, entre las que ha escrito y con las que ha triunfado mundialmente. Esa opinión particular me inclinaba a superar esa ignorancia casi vergonzante.
-Me pareció un texto muy potente, intenso, complejo en ele buen sentido de la palabra, con muchas capas y con planos entrecruzados. Pesenta varios juegos dialécticos a la vez, deferentes análisis. Como las muñecas rusas, va abriendo sucesivas cajas donde se encuentra un nuevo estimulo. A cada personaje, le coloca en distintas posiciones y antes varios espejos al mismo tiempo.
-En definitiva, es una obra que exige una dirección muy fina y meticulosa. También pide que los intérpretes manejen varios registros. Y al espectador le obliga a mantener una atención múltiple.
-La primera intención que me movía ayer a acudir a la sala dos del teatro Barakaldo era ver cómo seguían los integrantes de la veterana compañía Teatro Estudio de San Sebastián. Había trabajado con ellos en lecturas dramatizadas, presentaciones de libros y en entrevistas televisivas. Ahora están celebrando el cincuentenario de su fundación. Hacía tiempo que no los veía. Pero recordaba su meticulosa forma de hacer, su serio trabajo de preparación y su entusiasmo.
-Ayer me pareció que mantienen todas esas cualidades y que han aumentado su experiencia, su búsqueda del detalle, del gesto, del matiz, de la manera de colocar las frases. También conservan su decisión y su valentía ante el riesgo.
-Haber elegido ‘Una comedia española’ de Yasmina Reza y haberla sacado adelante de esta manera es digno de la más sincera enhorabuena.

Desde la fila tres del patio de butacas
Por David Barbero | 7 mayo 2017 - 12:01 pm
Categoría: General

David Barbero

-Estuve ayer en el Teatro Barakaldo, disfrutando de la extraordinaria interpretación de Luis Bermejo en la obra ‘El minuto del payaso’, escrita por José Ramón Fernández y dirigida por Fernando Soto.
-Como esta obra lleva muchas representaciones y una prolongada gira, uno ha oído ya multitud de opiniones sobre la misma. En todas esas opiniones, hay absoluta unanimidad en las alabanzas y los elogios para el extraordinario trabajo interpretativo de Luis Bermejo. Hay tal identificación, vivencia y virtuosismo en cada uno de los gestos, palabras, gritos o movimientos que es preciso decir que ‘es’ el payaso en lugar de interpretarlo.
-Dentro de ese recital interpretativo, hay tantos matices, tanta sabiduría, tanta perfección que colocan a Luis Bermejo en las máximas categorías de su oficio. Ya lo estaba por otros trabajos. Pero en éste, y al encontrase solo frente al mundo, la perfección es todavía mayor.
-La representación de ayer tiene la característica, señalada antes, de venir precedida de muchas sesiones anteriores y de una larga gira. Eso hace que el intérprete se haya comido, asimilado, identificado y somatizado el personaje y la función entera. Quizá, eso deforme en algo el sentido original. Pero le da otros matices, otra actitud, otra grandeza y otra libertad.
-Estas alabanzas al gran Luis Bermejo pueden tener el riesgo de olvidar las extraordinarias cualidades del texto de José Ramón Fernández, lleno de detalles, ideas, expresiones y sutilizas muy encomiables. Tampoco se puede obviar la importancia de la dirección realizada por Fernando Soto. Asimismo sería injusto no tener en cuenta la labor de otros oficios teatrales como iluminación, vestuario, decorados…
-A veces se piensa que, para hacer un monologo, basta con que un actor se atreva a salir a cuerpo descubierto delante del público. Pero si ese monólogo se hace con un buen texto, con una dirección estudiada y meticulosa, con todos los detalles técnicos cuidados, y lógicamente con un actor extraordinario, cuando todo se toma tan en serio, entonces sale algo parecido a ‘El minuto del payaso’.

Desde la fila tres del patio de butacas
Por David Barbero | 6 mayo 2017 - 5:18 pm
Categoría: General

David Barbero

-Vamos a comenzar por la conclusión. La representación de ‘L’Orfeo’ de Claudio Monteverdi en el Teatro Arriaga, dirigido por Karel Valter, en lo musical, y por Barbora Horakova, en lo escénico, ha constituido una muestra de lo que hay que hacer para traer a la actualidad, con todas las consecuencias, la primera de los óperas. Ha sido unintento logrado de hacer llegar al espectador de hoy mismo una gran ópera compuesta hace mucho tiempo.
-Reconoce que es una apreciación subjetiva.
-Reconocido está.
-En el ánimo de todos los asistentes al estreno, estaba que éste era uno de los proyectos más importantes de la actual temporada del Teatro Arriaga, la primera en la que el nuevo director artístico, Calixto Bieito, lleva a cabo sus ideas y propuestas. Se había planteado esta ópera como el primer intento de colocar este teatro municipal de Bilbao en el circuito de teatros europeos, integrado ya por Basilea, Hamburgo y otras ciudades escénicamente muy desarrolladas.
-Esa curiosidad se notaba en el ambiente creado en el teatro desde el arranque. Incluso en la plaza exterior se habían colocado coches engalanados con globos para dar ambiente a la boda de Orfeo y Eurídice. Dentro, en el hall, había también una inquietud diferente, un look distinto de los asistentes, una tensión contenida, unos comentarios, una expectación, una sensación de asistir a un acontecimiento destacado.
-Estaba todo lleno. Ni una butaca se quedó vacía. Es un detalle a tener en cuenta para valorar el interés hacia las propuestas novedosas.
-Muchos curiosos nos acercamos al foso para ver los sorprendentes instrumentos de la orquesta barroca de Sevilla. Hubo sorpresa también al contemplar el decorado del escenario formado por estructuras mecánicas para facilitar juegos y movimientos múltiples.
-El espectáculo fue seguido con una atención intensa y generalizada. Yo lo entendí como una muestra de que el público había venido a percatarse con exactitud de lo que esta propuesta concreta y todo el proyecto artístico significan.
-Reconocerás que en el comienzo, en la celebración de la boda del primer acto, se encendieron muchas luces rojas interiores de duda. Nació el miedo de que el resto pudiera ir por aquel desorden pseudo festivo, desordenado y hasta chabacano.
-Reconocido ese momento de preocupación. Pero fue momentáneo. Pronto el espectáculo derivó hacia momentos de gran intensidad dramática, artística y musical.
-La orquesta barroca contagió el ambiente de gran calidad. Se notaron las aportaciones del compositor, intérprete y disc-jockey Janiv Oron. Funcionaban como dos mundos distantes que se entendían, sumaban y aportaban una riqueza instrumental complementaria.
-Algo a destacar fue la aportación del dibujo en directo sobre la gran pantalla del fondo para ir configurando el clima de cada uno de los actos y de las distintas escenas. Funcionó como un efecto envolvente muy eficaz.
-Los intérpretes demostraron tener y desarrollar unas capacidades expresivas muy notables para lograr el dramatismo adecuado de los diferentes personajes y las distintas situaciones.
-Me reconocerás, sin embargo, que no todos los cantantes están entre la reducida élite de la lírica mundial.
-Se reconoce también. Pero, a cambio, añaden el ser intérpretes integrales.
-Sería injusto no alabar las intervenciones musicales del coro.
-Al finalizar, el público unánimemente premió a todos los participantes con prolongados e intentos aplausos que les obligaron a salir a saludar repetidas veces.
-En la tertulia ya habitual en la plaza del teatro, al salir del espectáculo, hubo práctica unanimidad en las alabanzas al espectáculo presenciado. También hubo coincidencia en considerar que el público bilbaíno, en una buena proporción, manifestaba aprobación y satisfacción por la línea de innovación iniciada.

Desde la fila tres del patio de butacas
Por David Barbero | 1 mayo 2017 - 4:11 pm
Categoría: General

David Barbero

-La realización del proyecto escénico ‘Pacífico 3: Extraños mares arden’, este fin de semana, en la sala la Fundición del Off Bilbao demostró una vez más que en este local polifacético caben todos los géneros escénicos.
-En esta ocasión, podría haber incluso debate sobre el género concreto en el que debe ser colocada esta pieza. Unos podrían situarlo entre las performances. Pero tampoco debería estar muy lejos del teatro documental.
-A la hora de definirlo, sería preciso colocar también el elemento culinario gastronómico, ya que todo el proyecto se desarrolló mientras se degustaba una cena típica chilena.
-Los principales responsables, para bien, de este acontecimiento han sidoTxalo Toloza y Laida Azkona. Llevan con esta pieza una gira en la que alternan esta versión gastronómica con otra más cercana a un planteamiento teatral estricto.
-Tanto la una como la otra tienen el premeditado propósito de mostrar y hacer partícipes a los espectadores de la realidad actual del desierto chileno de Atacama y su evolución histórica para llegar a este estado en los distintos niveles físico, económico, social o humano.
-En este sentido, el espectáculo debería incluirse también en el género de teatro de denuncia. Muestra una visión muy crítica del desarrollo del capitalismo internacional en los últimos siglos.
-Esa denuncia es fruto de una investigación especialmente trabajada, detallada y meticulosa.
-En el propósito, está también muy presente el deseo de buscar las raíces personales y la propia historia familiar por parte de los promotores.
-Desde luego, un meritorio objetivo cumplido por parte de Txalo Toloza y Laida Azkona. Compartido también con el irreemplazable trabajo de los rectores de la sala La Fundición en su vocación de dar cabida y desarrollo a todo tipo de teatro o danza contemporáneos para contribuir al enriquecimiento de sus fieles espectadores.

Desde la fila tres del patio de butacas
Por David Barbero | 1 mayo 2017 - 10:43 am
Categoría: General

David Barbero

-Acudí ayer la sala La Hacería de Bilbao con la confianza de que vería algo novedoso y con la curiosidad de descubrir cómo se concretaría.
-Sabía que la pieza llevaba el nombre de ‘Mi cuerpo un hotel’. Conocía que por medio estaba la bailarina y coreógrafa Mey-Ling Bisogno y que intervenían en la escena los actores polifacéticos Tomás Pozzi y Marianela Pensado.
-También me había informado de que se trataba de una propuesta de teatro físico. Por lo tanto, se podía deducir que habría mucho movimiento y mucho ejercicio corporal. Eso añadía un aliciente de inquietud conociendo los cuerpos, no precisamente atléticos, de Tomás y Marianela. Sobre todo, del primero.
-Además, me había llegado el debate sobre si se trababa de una performance u otro tipo de disciplina escénica. Y que se indagaba sobre el conflicto interno de los personajes, que reflexionaba o se sentía el paso del tiempo, que podía haber una interpretación sobre la existencia de varias personalidades dentro de un mismo cuerpo, que esas personalidades se debatían entre el deseo de resistir y la tentación de tirar lo toalla. También habría alusiones al difícil arte de madurar en la vida.
-Hay quien defiende que al teatro hay que llegar virgen, sin conocimiento de lo que uno va a ver. Aseguran que es la mejor manera de sorprenderse más por lo que, después, se ve. Yo a veces sigo ese consejo y otras veces hago exactamente lo contrario. En esta ocasión, opté por ir en una posición que se podía calificar de documentada.
-Pero la sorpresa fue total y desde el primer momento. Desde el instante en que aparecieron, en la oscuridad, los dos intérpretes. Y cuando se encendieron las luces para dejar ver que también había unos pequeños pingüinos y una silla.
-A partir de ese mismo instante, el que había venido preparado y el que había llegado virgen se ven arrastrados, quizá la palabra exacta sea hipnotizados, por los movimientos, los gestos, las, expresiones, las palabras, las caídas, las volteretas, las reflexiones, el absurdo, la coherencia y todo un mundo interior y exterior.
-Incluso cuando abandonas la sala y regresas a casa intentando librarte de la inoportuna lluvia, sigues pensando y hablando sobre lo que has visto, sin poder sacudirte las imágenes que se te han metido dentro.
-Sorprendentes Tomás Pozzi, Marianela Pensado y Mey-Ling Bisogno. Y muy digna de agradecer la selección hecha por la sala La Hacería dentro de ese imprescindible ciclo que acerca el Off Madrid al Off Bilbao.

Esta página web utiliza cookies para mejorar tu visita adaptando la navegación a tus preferencias.
Para seguir navegando tienes que Aceptar las política de cookies. Más información