Desde la fila tres del patio de butacas
Por David Barbero | 31 enero 2020 - 12:11 pm
Categoría: General

David Barbero

-Estos días se está representando en el teatro Arriaga de Bilbao ‘Mrs. Dalloway’. Es una destacada coproducción del Teatro Español de Madrid y el Kvs de Bruselas. Está basada en la muy reconocida novela de Virginia Woolf. La adaptación y la dirección han sido realizadas por Carme Portaceli. Tiene un amplio elenco de intérpretes, en el que sobresale la presencia de la actriz Blanca Portillo.
-En el programa de mano, la directora explica, con claridad, que la autora hace un recorrido durante 24 horas en la vida de la protagonista. Las que emplea en preparar una fiesta para su marido. Este recorrido está señalado por las horas que va marcando la campana del Big Ben. En ese breve tiempo, se ofrece el reflejo de toda su vida. Lo hace a través de los recuerdos y de los encuentros con las personas que más han significado en ella.
-El paso de las horas y la preparación de la fiesta constituyen el marco y la estructura que permite ese recorrido interior y exterior y sus saltos hacia adelante y hacia atrás, Establece un ligero, pero necesario y sutil, hilo narrativo. Sitúa en su sitio los hechos, los encuentros, los recuerdos y las reflexiones. Crea la intriga y la expectación.
-Sorprende cómo, teniendo esto teóricamente tan claro, se prescinde de ese marco y de esa estructura en el montaje y la construcción de la obra. Esa ausencia malogra todo el proyecto. Los recuerdos, las reflexiones, los encuentros y los hechos van cada uno por su lado. El sutil hilo conductor no existe. Ni la expectación. Ni la intriga. En su lugar, aparece la confusión y la deslocalización.
-A fortalecer esa confusión, colabora, además, un escenario lleno de ‘cosas’. Incluso dificulta el movimiento de los actores. Tampoco ayuda que todos los intérpretes estén todo el tiempo en escena sin tener una misión concreta que realizar. Los actores se convierten en músicos y cantantes. Pero no se termina de saber si están en la fiesta de la madre o en el concierto de la hija. Tampoco ayuda esa efectista bajada de la protagonista al patio de butacas. Ni la abundancia de frases sonoras, a veces reiteradas, ni los continuos monólogos interiores altisonantes, que pueden dar la sensación de verborrea.
-¡Una pena! Habría que concluir diciendo que siempre nos quedará Virginia Woolf.

Desde la fila tres del patio de butacas
Por David Barbero | 29 enero 2020 - 12:11 pm
Categoría: General

David Barbero

-Para que puedas entender, y también disfrutar, de la obra que se ha estrenado estos días en el Teatro Arriaga de Bilbao, creo que debes tener en cuenta varias conclusiones previas. O quizá no.
-Tiene dos títulos con muchas connotaciones. El primero es ‘Oymyakon’. Es el nombre del rincón habitado más frio del planeta Tierra. El segundo, ‘habitación 101’, es tomado de la novela de George Orwell 1984. En ella, se encerraba a los sospechosos para producirles más miedo.
-Alex Gerediaga, autor y director de esta obra, la autodefine como film escénico. Con ello, indica su intención de relacionar los códigos teatrales y los cinematográficos. Lo viene haciendo desde hace tiempo. Unas escenas se desarrollan sobre el escenario. Otras se proyectan en la pantalla superior.
-También se da otra auto definición como ‘una tierna tragedia al más puro estilo Tarchov’. Alude al destacado cineasta, poeta y escritor ruso. La contradicción intencionada de la ternura y la tragedia puede referirse a que, a pesar de todo, al final podría encontrarse un deseo de felicidad. Al menos aparente. O quizá no.
-La historia, en el caso de haberla y ser una, se desarrolla en un lugar misterioso, algo claustrofóbico. Los hechos no se exponen de forma lineal. La coherencia, si existe, no se puede explicar a través de la lógica.
-Allí viven, e incluso conviven, tres personajes en una situación extrema, con una carga emocional muy fuerte. ‘Aunque es la primera vez que se encuentran después de la enfermedad’, puede llegar a existir entre ellos algo parecido a la solidaridad. O quizá no.
-Para encarnar a estos tres complicados y enigmáticos personajes, Arrate Etxeberria, Miren Gaztañaga y Txubio Fernández de Jauregui ponen en juego todo su empeño y sus grandes capacidades interpretativas. ¡Aquí sí que sí!
-Con estas conclusiones previas, o quizá posteriores, me gustaría convencerte de que se trata de una propuesta de muy notable interés. Yo acudí interesado en el juego teatral-cinematográfico. Pero desde el principio quedé enganchado por la situación, la historia, si la hay, y los personajes.
-Y a los tres intérpretes no podría ponerles más que muestras de admiración.
-Mi sugerencia. Arriésgate y ganarás.

Desde la fila tres del patio de butacas
Por David Barbero | 27 enero 2020 - 12:29 pm
Categoría: General

David Barbero

-Creo que sabéis que, cuando se va a la sala teatral de la Fundición de Bilbao, os podéis encontrar con cualquier sorpresa. Habitualmente positiva.
-Yo fui ayer a ver la obra ‘Cariño’ de la compañía valenciana Pérez 6
& Disla. Aunque no son nuevos en esta plaza, pregunté para tener alguna información previa. La enigmática respuesta fue la siguiente: ‘Te puedo decir que, para entender que la pieza es como la vida misma, hace falta tener experiencia vital’. Esa pista me llenó todavía más de inquietud.
-Al entrar en la sala, en el escenario estaba dibujado una especie de ruedo taurino con dos sillas enfrentadas. Los intérpretes eran un hombre y una mujer. Más que animal y torera, ambos parecían el toro.
-Durante toda la pieza estuvieron discutiendo sobre ellos mimos. Sobre su relación. Enfrentándose y a la vez no queriendo enfrentarse. Asegurando que no merecía la pena discutir. Pero no dejando de hacerlo. Solapándose en las interpelaciones idénticas. Recriminándose los mismos fallos. Haciendo ver que era la misma discusión que tenían varias veces cada día. Ambos implicados en esa relación permanente y consolidada. Pero reiteradamente replanteada. Siempre a punto de romper el lazo rojo que une sus dedos meñiques. Pero siempre unidos por ese lazo. Debatiendo incluso sobre lo que están de acuerdo.
-Llegan, en un momento determinado, a pelearse a modo de juego. O quizá más exactamente, a jugar como si fuera una pelea de verdad. Lo hacen, además, acompañados por una canción cuyo estribillo reiterativo es ‘¿Qué significa la palabra amor?’
-En la parte final de la pieza, las posiciones de cada miembro de la pareja se van aclarando. O quizá al revés. Seguramente se enquistan en las respectivas contradicciones. Se hace más evidente que lo que están diciéndose, – pero sin decirlo -, es que no pueden dejar de discutir a la vez que les es imposible dejar de quererse.
-Así que, al terminar la pieza, estaba meridianamente claro el enigma que me había planteado el técnico de la sala justo antes de entrar. La pieza es como la vida misma para parejas con ‘larga’ experiencia.

Desde la fila tres del patio de butacas
Por David Barbero | 26 enero 2020 - 12:07 pm
Categoría: General

David Barbero

-Confieso que ayer acudí al teatro Barakaldo convencido de que iba a disfrutar de un espectáculo interesante y de calidad. Se trataba de ‘Marta la piadosa’ de Tirso de Molina por la compañía Teatro de Fondo. El motivo de esta confianza estaba en la satisfacción que me produjo su producción anterior ‘Orlando’, programada también en este local.
-Mi expectación no fue defraudada. Incluso se añadió la positiva sorpresa por la absoluta libertad cómica y escénica con que han tratado este texto de teatro clásico español. El original ya evidencia intencionalidad burlesca. Pero no es un texto no especialmente fácil de decir ni de entender, por el enrevesado quiebro gramatical para lograr el verso.
-Esa absoluta libertad se manifestó en la búsqueda, eficaz e inteligente, de la comicidad. Tanto en el planteamiento general como en cada uno de las escenas, acciones y hasta gestos de los personajes. Muy curiosos los acentos – cubano o andaluz entre otros – encomendados a los actores a la hora de ‘decir’ el verso.
-En este sentido, es preciso destacar la minuciosa labor de Vanessa Martínez en su doble trabajo de dirección y adaptación. Se nota el cuidado prestado a cada uno de los movimientos y expresiones. Especial atención se ve en la consecución de un ritmo y u n tono cercanos a las dinámicas del vodevil.
-Un elevado porcentaje del mérito hay que atribuirlo a la calidad y versatilidad de los intérpretes. Su dominio va desde los movimientos a los gestos y desde las expresiones a las muecas. Un elemento a destacar es la complicidad entre sí que adquieren las actrices y actores acostumbrados a trabajar con continuidad en las compañías estables. Alejados de los divismos procedentes de famas o series televisivas.
-En la página del debe, hay que señalar la falta de cuidado en que el enrevesado texto de Tirso de Molina llegue al espectador con la nitidez y claridad necesarias para ser comprendido en su totalidad y sus detalles.
-En las columnas positivas, en cambio, hay que añadir la ágil y muy eficaz utilización de una escenografía móvil y expresiva. Tampoco en este apartado, deberían faltar elogios para la música y efectos sonoros.
-Como sugerencia, anoten los nombres de ‘Marta la piadosa’ y de los componentes de Teatro defondo, por si les entra la curiosidad sobre lo que se puede hacer con una obra clásica.

Desde la fila tres del patio de butacas
Por David Barbero | 25 enero 2020 - 11:38 am
Categoría: General

David Barbero

-Se está representando estos días en el teatro Arriaga de Bilbao la obra ‘Los otros Gondra’ (relato vasco) del autor vizcaíno Borja Ortiz de Gondra.
-Se podría definir, a expensas de matización, como una auto ficción sobre el propio autor y su familia. Una búsqueda de la identidad personal y colectiva. Una investigación en los orígenes más próximos y un poco más lejanos.
-Esta obra ha venido precedida por otra de similares características, estrenada con inmediata anterioridad. Aquella se titulaba ‘Los Gondra: Una historia vasca’.
-Los respectivos añadidos de historia y relato vascos muestran la manifiesta intención de trascender y vincular este propósito con una indagación también social. Unir su desarrollo con el entorno vivido en el país vasco. En la primera obra, se hace alusión al último siglo y la segunda se centra en las últimas décadas.
-Estos aspectos y connotaciones quedan fortalecidas con la presencia del propio autor como intérprete de sí mismo en esa auto ficción – realidad. Expone así su propia búsqueda y sus proyectos, condicionados por las circunstancias que ha tendido que vivir él y su familia.
-He aludido, en el título de este comentario, a la valentía y a los riesgos de este doble proyecto.
-Con la valentía, quiero referirme a que la misión del teatro ha de ser la de tratar y poner a debate sobre el escenario los problemas de la actualidad, los hechos que afectan a las personas de este momento, las circunstancias que nos condicionan, las polémicas que nos afectan, las cuestiones que nos preocupan para bien y para mal.
-En este sentido, debe, a mi juicio, valorarse positivamente el arrojo de Borja Ortiz de Gondra al exponer públicamente su ‘caso’ y tratarlo sin reservas ocultas. Aún sin coincidir, o sí, con su planteamiento o punto de vista, permite un análisis, y quizá una catarsis, no solo personal sino también social.
-En cuanto a los riesgos, pueden existir en una doble vertiente. Por un lado, habría que tratar de evitar que el planteamiento y connotaciones subjetivas empañen o dificulten la aplicación más pública, amplia y generalizada a toda la sociedad. Desde la otra orilla, también podría ser rechazado por prejuicios o posicionamientos fundamentalistas.
-Pueden verse, creo, en el texto y en el proyecto, un honesto propósito de superar esos riesgos. Pero seguramente esto es también subjetivo.
-Sería injusto no hacer alusión destacada a quienes participan en esta aventura teatral. Hay que citar a Josep María Mestres por su dirección detallista y meticulosa llevando a los actores a una fuerte tensión mantenida durante toda la obra. Estos intérpretes son Sonsoles Benedicto, Cecilia Solaguren, Fendra Drame, Marcial Álvarez y Lander Otaola. Además Borja Ortiz de Gondra. También sería un error no valorar la aportación de Clara Notari, en la escenografía e Iñaki Salvador en la música, y Jon Maya en la coreografía.
-Todos participan en la valentía y los riesgos.

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