Desde la fila tres del patio de butacas
Por David Barbero | 29 septiembre 2019 - 11:21 am
Categoría: General

David Barbero
-Acudí ayer al Teatro Barakaldo con el premeditado propósito de volver a ver ‘Lheman Trilogy’, escrita por Stefano Massini y dirigida, en España, por Sergio Peris Mencheta.
-He utilizado mal el verbo ‘ver’. No se trataba sólo de contemplar pasivamente esta representación. Deseaba impregnarme de nuevo de lo que hace algo más de un año me pareció un acontecimiento cuando asistí a su estreno en el teatro Arriaga de Bilbao.
-En un nivel más racional y premeditado, deseaba analizar con más rigor las características de su texto, las novedosas aportaciones de su dirección, los grandes méritos de la interpretación de los seis actores, también volver a admirarme por el eficacísimo uso de todos los recursos técnicos.
-Recuerdo que en el título del comentario que publiqué hace un año, aludía a la idea de ‘referencia’.
-En esa impresión, me reafirmé ayer. Me pareció todavía con más nitidez que ésa es quizá la vía más adecuada por la que el teatro puede caminar para transmitir en este momento el reflejo de la sociedad actual y conectar con las personas de hoy.
-Será cuestión de reflexionar en profundidad sobre ello. Pero eso hay que hacerlo en silencio.

Desde la fila tres del patio de butacas
Por David Barbero | 28 septiembre 2019 - 11:07 am
Categoría: General

David Barbero
-Ayer, acudí a la Sala Cúpula del Teatro Campos Elíseos, para ver de nuevo la pieza ‘¿Cómo vender la muerte?’, cuyo autor es David Caiña, quien asume también la dirección de la obra con Gorka Mínguez.
-Se está representando ahora en este teatro, dentro de la programación de teatro de cerca, que gestiona el propio Mínguez, bajo ese expresivo lema.
-No voy a presumir de memoria asegurando que me acordaba perfectamente de lo que vi en su estreno en Pabellón 6 hace ahora algo menos de un año. Pero entre los motivos de mi repetición estaba, sin duda, la inquietud positiva que entonces me produjo.
-Uno de estos reverdecidos recuerdos favorables es el deseo de los autores de llevar la crítica social hacia una exageración cómica e histriónica. Convierte en más evidentes los vicios de la comunidad en la que vivimos. En ese sentido, sigue siendo eficaz la comparación de la sociedad general con una agencia de publicidad, donde todo vale para conseguir un beneficio económico o para mantener la propia posición, aunque haya sido conseguida de modo irregular.
-Vi ayer de nuevo los buenos efectos que produce, en la comedia, la ruptura de los límites teatrales, llevar las contradicciones hasta las últimas consecuencias o precipitar el ritmo y el volumen de los detalles aunque se descuide la concepción global.
-También me pareció ver los riesgos que se asumen de caer en un posible ridículo con esa tendencia a la exageración. O el peligro de perder ese ritmo y ese volumen, cuando se quiere reconducir la burla disparatada hacia las recomendaciones morales del final.
-Lo que me volvió a sorprender para bien es el trabajo realizado con las matizaciones en los perfiles de cada personaje. En ese propósito, hay que destacar el trabajo de interpretación de las actrices y los actores integrantes del amplio elenco.
-En este plano interpretativo, creí ver una reafirmación del criterio de la dirección dual de Caiña y Mínguez en su tendencia a fomentar la libertad de los actores, una vez que les han dejado claro lo que desean de cada personaje.
-Este dúo Mínguez-Caiña sale ahora del éxito conseguido, en la temporada de la Aste Nagusia, con ‘¿Cómo hemos llegado a esto?’. Da la positiva sensación de que desean ir caminando en esa misma dirección. Habrá que estar atentos a sus investigaciones y experimentos escénicos.

Desde la fila tres del patio de butacas
Por David Barbero | 20 septiembre 2019 - 11:20 am
Categoría: General

David Barbero
-Ayer, Pabellón 6 de Bilbao, olía a fiesta. Se respiraba celebración. Se bebía curiosa expectación. Había en el aire satisfacción exigente. Arrancaba la octava temporada normalizada. Se estrenaba ‘Ay, Carmela’.
-Resultó ser un estreno digno de la conmemoración. Respondió, con nota, a las expectativas creadas. Cada vez son más altas en este centro de creación y experimentación teatral. Cumplió, y hasta superó, el nivel en los diferentes aspectos escénicos y artísticos.
-Fue un acierto recuperar integro el texto original de José Sanchís Sinisterra. Quizá sólo los muy mayores lo recordábamos desde las originarias representaciones protagonizadas por José Luis Gómez y Verónica Forqué. Después, las versiones se han ido acomodando a las ventajas o exigencias del comercio. Recuperarlo ha permitido confirmar su modernidad y su profundidad. Muy por encima de la comicidad, allí está la incondicional denuncia de la brutalidad de la guerra. También puede verse la existencia del recuerdo, de la crítica, de la denuncia. Aparecen claramente reflejados los valores de la mujer, sus actitudes más valientes, más sinceras, menos condicionadas, más nobles.
-A Ramón Barea, como promotor y director del espectáculo, hay que atribuirle ese mérito. Su puesta en escena lleva esa misma orientación. Ha realizado un esfuerzo por la clarificación, por la coherencia de la obra. Ha trabajado los saltos en el tiempo. Ha potenciado el lenguaje expresivo. Ha destacado el contraste intelectual, físico y moral de cada personaje. Ha matizado cada una de las expresiones.
-En el campo interpretativo, Olatz Gamboa y Diego Pérez alcanzan, con su trabajo en ‘Ay, Carmela’, la confirmación de sus grandes cualidades y su potencial de comunicación. Destaca su entrega, las matizaciones en la expresión, los cambios continuos, la precisión en los tonos, en la forma, en los movimientos. Sus temblores de cada tensión. La exactitud en el apunte cómico. El énfasis en los motivos dramáticos. Los dos son una muestra destacada de la calidad que están adquiriendo los integrantes de esta generación joven de actrices y actores vascos.
-Ese mismo nivel de mejora y de exigencia se puede comprobar en la calidad lograda en el espacio sonoro creado por el ya maestro, aunque joven, Adrian García de los Ojos. Acierta tanto en destacar los números musicales en sí mismos como en su contribución a las intenciones globales y coherencia de la obra.
-El mismo mérito hay que reconocer a los trabajos de Betitxe Saitua, en vestuario, o de Fernando Alcauzar en la iluminación. También a los que han colaborado en detalles, también destacados, de la ejecución de la magia como Imanol Ituiño y Gonzalo Albiñana.
-Ya ha quedado indicado que éste ha sido el muy destacado arranque de la octava temporada de pabellón 6. Ha significado una muestra, una evidencia, de los positivos resultados que está consiguiendo este centro de creación y experimentación de los profesionales de teatro. Las esperanzas de esos frutos han quedado ya confirmadas. Incluso antes de lo esperado. Y no parece que se vayan a quedar aquí.

Desde la fila tres del patio de butacas
Por David Barbero | 15 septiembre 2019 - 12:14 pm
Categoría: General

David Barbero
-Diré para empezar que ayer me reencontré en el teatro Campos Elíseos de Bilbao con los ‘Joglars’ de siempre. Y me produjo una gran satisfacción.
-Me refiero a la representación de ‘Señor Ruiseñor’, que ahira mantienen de gira. Está protagonizada, escrita y dirigida por el infatigable, incombustible e irrepetible Ramón Fontseré. Habría que añadir unos cuantos adjetivos más que completen la admiración por este hombre total del teatro.
-Es el máximo guardián de las esencias de una manera inconfundible de hacer teatro. Una manera muy propia, invariable, firme, segura, muy personal, quizá inimitable.
-Junto a él, se mantienen Pilar Sáenz, Dolors Tuneu y Xevi Vila. Ahora se han unido Juan Pablo Mazorra y Rubén Romero.
-‘Señor Ruiseñor’ debe ser colocado entre los espéculos más representativos del ya muy veterano grupo. Tiene todas su esencias, sus afortunadas locuras, sus esperpentos, sus delirios, sus sarcasmos, sus ironías, su imaginación, su realismo especial, su crítica mordaz, sus incongruencias enriquecedoras, su protesta, su fantasía, sus barbaridades.
-Creo que están a punto de cumplir seis décadas de trabajo continuo. Quizá la compañía privada más veterana de Europa. Pero siguen tan vivos como al principio. Tan jóvenes. Tan valientes. Tan incisivos.
-Me pareció, en cambio, que la sociedad de estos momentos no presenta esas mismas cualidades. Sigue habiendo muchos intereses políticamente incorrectos. No son los de hace esas seis décadas. Pero son tan interesados, tan políticos, tan intolerantes y tan incorrectos.
-Hablando con Fontseré, coincidí en que muchas instituciones teatreras están contagiadas de esos virus. ¡Una pena!
-Así que, en mi opinión, siguen siendo necesarios los Joglars Ruiseñores.

Desde la fila tres del patio de butacas
Por David Barbero | 15 septiembre 2019 - 12:46 am
Categoría: General

David Barbero
-Asistí ayer al Teatro Arriaga interesado en comprobar cómo un producto cinematográfico de éxito se puede transformar en una pieza teatral que también logra la aceptación del público.
-El teatro municipal de Bilbao ha iniciado su temporada normalizada con ‘Perfectos desconocidos’, comedia escrita por el italiano Paolo Genovese. Primero fue una película exitosa en Italia. Alex de la Iglesia, con el mismo guión, realizó otra película, también exitosa, en España. Ahora está de gira por los teatros españoles, tras una larga estancia en Madrid, bajo la dirección del también actor Daniel Guzmán.
-El propio Guzmán tiene buen cuidado en señalar, en su texto de presentación, que no se ha dejado deslumbrar por la tentación de buscar una serie continuada de gags, chistes y risas, que ofrecían las películas, en sus primeras lecturas superficiales.
-Se ha fijado más en su carácter de sátira social, en la crítica de las costumbres sociales, en la denuncia de la hipocresía reinante, en la doble vida, en la falta de sinceridad, en la incomunicación, en las insatisfacciones personales, en los engaños cotidianos. Asegura Guzmán que lo primero que buscó fue la ‘premisa dramática de la que partía la historia’.
-Es de alabar esta visión como muestra de un planteamiento serio en la labor del director teatral. Sobre todo, es de agradecer esta intención crítica, en un momento en el que sólo se busca la risa por la risa, aunque sea enlatada, y la carcajada se ha convertido en un valor absoluto para muchos.
-Es muy posible que haya analistas que piensen que la crítica social reflejada en esta comedia se queda en la superficie. Es muy posible también que ese planteamiento reste espontaneidad a algunos de los intérpretes, acostumbrados a una expresividad más espontanea y menos controlada.
-Quizá la decisión del director de colocar a los siete intérpretes al rededor de una mesa baja de escasas dimensiones y con una escenografía demasiado rígida les impida moverse con comodidad. Pero puede haberse buscado una sensación de agobio o de encerrona social.
-Del extenso elenco, es obligatorio decir que todos, actores y actrices, respetan los planteamientos recibidos; definen sus personajes con habilidad, y están muy atentos a enfatizar los golpes cómicos y las frases críticas.
-Es muy posible, con todo, que el público asistente tenga como referencia las películas previas y que sus comentarios, a la salida, versen sobre si se han reído más o menos en el teatro que en la sala oscura del cine.
-En resumen, una bienintencionada crítica social en una hábil comedia. No va más allá. Pero tampoco se queda más acá.

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