David Barbero
Si a alguien no es necesario presentar en este país es a Carlos Sobera, persona polifacética, pero conocido sobre todo como presentador de programas populares de televisión. Es posible que tenga ya desde hace tiempo el récord de presencia en la llama pequeña pantalla, Lo que le da una enorme popularidad.
Le he calificado de persona polifacética, porque he coincidido con él, desde hace tiempo, en otras actividades, como la enseñanza universitaria y el teatro. Esto segundo es lo que nos ocupa ahora.
-Sobera se dedica, también desde hace tiempo, a las artes escénicas. Sobre todo a la interpretación. Pero, para hacerlo con más libertad, cubre también las labores de producción de sus obras. El teatro que interpreta, y que produce, suele estar situado en esos parámetros que denominan de entretenimiento, por su puesto comedia, ya que su único objetivo es hacer reír. Es decir, piezas apropiadas para épocas festivas y de verano. Pero creo recordar que en el comienzo no era exclusivamente así.
Ahora está de gira con una obra titulada ‘inmaduros’, después de haberla representado ya en Madrid. Es una comedia frívola que se acompaña de reparto conocido, una dirección agresiva y un diseño escénico llamativo.
El argumento explora, con humor y exageración, las complejidades y contradicciones de la (in)madurez emocional en las relaciones humanas, sobre todo las relacionadas con el sexo, entre personas que debían haber superado esa etapa de la vida.
La obra expone, de manera exagerada, las fantasías y las desventuras de un publicista divorciado y evasivo, y un psiquiatra apocado hasta el extremo, recientemente separado. Se insiste en la diferencia de caracteres para forzar más la comicidad. Ambos atraviesan una crisis emocional, tras superar ampliamente la mediana edad.
La dramaturgia de Juan Vera y Daniel Cúparo presenta una estructura elemental, enmarcada en la comedia, utilizando diálogos rápidos y muchos gestos distorsionados, que mantienen la curiosidad del espectador y provocan su hilaridad.
La adaptación escénica de Juan Luis Iborra y Sonia Gómez hace el trabajo de trasladar el texto a una realidad más cercana. La dirección del propio Juan Luis Iborra imprime un ritmo rápido que se ajusta al tono cómico de la obra, con un enfoque cercano a los vodeviles de escasa acción.
El reparto ofrece una muestra de diferentes estilos, niveles y cualidades interpretativas, llevadas intencionadamente al límite. En el centro de la acción,está Carlos Sobera, que encarna al publicista separado, atrapado en un mar de relaciones superficiales y una pseudo-crisis emocional. A su lado, Ángel Pardo pone el énfasis en los aspectos contrarios para forzar la comparación.
Los personajes femeninos, aunque con todavía menos entidad, se muestran activos y llenos de dinamismo. Elisa Matilla, con su vasta experiencia, exagera un personaje empoderado, mientras que Lara Dibildos, recurre más a movimientos caricaturescos, en su papel de novia del protagonista. Por su parte, las jóvenes, y también inmaduras, Silvia Vacas y Arianna Aragón, aportan la continuidad exigida por la acción en los momentos cómicos y picantes.
Otro de los puntos a señalar es la escenografía, diseñada por Asier Sancho, que recrea exageradamente una casa ‘inteligente’ del protagonista, para añadir curiosidad a esta comedia ligera de entretenimiento veraniego.
Hay que reseñar que el teatro Campos Elíseos estaba completamente lleno; que el público se ha reído en numerosas ocasiones y que los aplausos finales han sido sonoros, aunque quizá no demasiado prolongados.