Desde la fila tres del patio de butacas
Por David Barbero | 25 mayo 2018 - 11:39 am
Categoría: General

-Fui ayer al Teatro Arriaga a ver el monologo ‘Inconsolable’, escrito por Javier Gomá, ensayista, director de la Fundación Juan March, patrono del Teatro real y del teatro de la Abadía de Madrid. Llevaba una inquietud colateral. El monologo está interpretado por Fernando Cayo. Es un actor cuyo trabajo estimo. Sin embargo, recordaba que había criticado con bastante severidad su interpretación anterior sobre Maquiavelo.
-Desde el mismo momento de empezar la función, tuve la sensación de que a Fernando Cayo tampoco en esta ocasión le había tocado un buen texto para su esfuerzo interpretativo.
-El texto es un ensayo escrito para ser leído o pronunciado (quizá también leído) en una conferencia. No tiene la configuración ni la estructura ni el dinamismo ni la frescura ni la naturalidad de lo que se suele considerar idóneo para una estructura teatral o favorece para el trabajo interpretativo.
-Desde luego, a estas alturas, o bajuras, de la historia del teatro, no hay motivo para rechazar ningún texto, tenga la configuración que tenga. Pero tampoco se pueden considerar como hallazgos lo que son evidentes errores o claras deficiencias. Un texto con esas carencias, como sucede en esta ocasión, obliga a un trabajo de actuación y de dirección que debe multiplicar efectos, o movimientos, o gestos o complementos para disimular esos fallos. Así las palabras van, o se quedan quietas, en una dirección y todo el resto camina en sentido contrario.
-De esa manera, el espectáculo se convirtió en una reflexión discursiva, reiterativa, con numerosas introducciones para ninguna conclusión, con mucha verborrea, numerosos circunloquios y bastantes meandros intelectualoides, no siempre llenos de contenido. De ‘inconsolable’ pudo pasar a ‘insufrible’.
-A la salida de espectáculo, en nuestra habitual tertulia improvisada, oí comentarios que cuestionaban los motivos para la elección del texto. No faltaban manifestaciones de haber deseado que terminara pronto la función. Alguien consideraba una osadía que el autor de un texto semejante se hubiera permitido hacer, dentro de él, críticas a la mismísima Madame Bovary
-En cuanto a los colaboradores técnicos del espectáculo, había alabanzas para la música. Alguno atribuía al escenógrafo el mérito de haber ‘distraído’ la atención en determinados momentos. Al responsable de la iluminación, le agradecían algunos efectos estéticos. Nadie encontraba justificado la presencia de un responsable de vestuario y un ayudante para la camisa blanca, el vaquero y las deportivas del protagonista, a no ser que se tratara de otra maniobra de distracción.
-En cuanto a la labor de Ernesto Caballero, como director, la mayoría de mis compañeros de debate improvisado se inclinaba por mantenerle la confianza por lo hecho en otros trabajos.
-Yo volví a casa sin haber podido eliminar mi preocupación colateral por los trabajos interpretativos que le ‘tocan’ al esforzado Fernando Cayo. Otra vez será.

Desde la fila tres del patio de butacas
Por David Barbero | 5 mayo 2018 - 10:10 am
Categoría: General

David Barbero

-El título de ‘Cronología de las bestias’ no describe fielmente el contenido de la obra que este fin de semana se representa en el Teatro Arriaga de Bilbao. Pretende más ser un símbolo o una imagen o quizá una pretensión del impacto artificioso que se desea conseguir.
-Por lo que ve en el desarrollo de la representación, existe el intento de construir una historia complicada de intriga; obligar al espectador a estar muy atento a los indicios, datos y contradatos que se le van ofreciendo. Quizá como si se tratara de la receta ya conocida de un thriller cinematográfico.
-Otra imagen o pretensión puede ser la de proponer un puzle, o rompecabezas, con piezas difíciles de colocar, para provocar la sensación de un artificio ingenioso, cuya resolución se agradece al finalizar.
-En este intento de retorcer la intriga, se juega constantemente con la mentira. Se parte de una situación en la que las cosas no son como se presentan. Y a partir de ahí, se añaden todavía más equívocos para que el revuelto narrativo sea muy complejo.
-Otro de los ingredientes utilizados es el juego o la mezcla con acciones sucedidas en diferentes momentos pero que se presentan deslocalizadas. Se utiliza así la fórmula de crear falsos paralelismos para que la diferenciación de los tiempos sea más dudosa.
-Con esta conocida receta, se intenta que el espectador permanezca atento e se dedique a encajar las diferentes piezas. Esa provocación a la actividad mental del público asistente es siempre una laudable intención digna de agradecer.
-Pero en el programa de mano, ya se dice que la obra parte de ‘sospecha de que una mentira fundacional requiere de un gran tejido de otros engaños y auto convencimientos indispensables para sostenerla’.
-Quizá esa sospecha sea una premonición de que las obras de intriga, los puzles o los rompecabezas requieren un tratamiento muy meticuloso y sutil. No se trata de echar grandes cantidades de datos inconexos o contradictorios. Requiere más de manos hábiles en arte de las sugerencias veladas y de las sorpresas realmente inesperadas.
-De todos modos, sería injusto no reconocer el mérito del intento trabajado por parte del autor y director, Laurato Perotti, que ya ha triunfado como actor en la escuela del maestro Tolcachir.
-También hay que alabar la convicción y el entusiasmo con el que los intérpretes, algunos tan conocidos como Carmen Machi, asumen la labor de superar todas las dificultades.
-Asimismo, como espectadores, hay que reiterar el agradecimiento por el intento de hacer pensar y seguir la obra activamente.

Desde la fila tres del patio de butacas
Por David Barbero | 2 mayo 2018 - 6:46 pm
Categoría: General

David Barbero

-Este domingo se va a presentar en el Teatro Barakaldo una pieza titulada ‘Las muertes de los otros’. Es especialmente interesante tanto en los aspectos formales como en su contenido y en el tratamiento reflexivo de los acontecimientos de la actualidad social. Asimismo hay que destacar, y agradecer a sus artífices, por abrir nuevos caminos expresivos en las artes escénicas.
-Especialmente destacado es el intento de comunicar la pieza como una elaboración de radiofrecuencia. El público ve las acciones actuales, pretéritas o alegóricas, a la vez que escucha, a través de cascos inalámbricos, la exposición de los hechos, los parlamentos de los personajes y las reflexiones de la protagonista,
-Este mecanismo hace, por una parte, que el público se concentre alrededor de la propuesta escénica. También, y sobre todo, produce el efecto de tener una comunicación directa e individualizada. Convierte la experiencia teatral en una confidencia intima y cómplice.
-Quizá este método de retrasmisión radiofónica exige superar algunas reiteraciones narrativas, con el peligro hacer un producto algo monocorde. Pero abre nuevos caminos para la comunicación emocional y artística. Permite participar más intensamente en el espectáculo escénico.
-El tratamiento de los preocupantes acontecimientos actuales se concreta en un análisis, reflexivo y emotivo a la vez, de la obligada emigración de los refugiados sirios. Se convierte en una denuncia del genocidio despiadado de muchas personas por los egoístas intereses políticos de los poderosos.
-Se nota, en la puesta en escena, el variado periodo de elaboración y las aportaciones recogidas en las investigaciones de campo junto al trabajo directo encima del escenario.
-A este resultado polifacético, contribuye el trabajo coordinado de muchas personas. Seguramente hay que destacar la labor de Fer Montoya. Además de asumir la autoría y la dirección, ha estado muy activamente atento a todos los elementos complementarios. Muy encomiable es el esfuerzo realizado alrededor de los mecanismos sonoros, responsabilidad de Ibon Aguirre y Olatz Gorrotxategi. También las video-protecciones de Urko Olazabal; el vestuario de Lorena Montenegro; el atrezzo de Laura Fernández e Itxaso San Juan; la escenografía de Andrés Arias y Sabina Peca; la iluminación de Arantza Flores y Joseba Lazkano. En la interpretación, Marta Álvarez del Valle y Andrés Arias han tenido que jugar con delicados matices para implicarse en el conjunto.
-Sin duda, una trabajada labor de equipo que se aprecia en el resultado innovador.

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