Desde la fila tres del patio de butacas
Por David Barbero | 25 marzo 2018 - 11:54 am
Categoría: General

David Barbero

Os contaré mi gratificante aventura de ayer por la tarde en las jornadas de Teatro Breve que se están celebrando en Pabellón 6 de Bilbao. Es ya la sexta edición. Da la sensación de que han consolidado una fórmula con mucha participación popular.
La primera circunstancia exterior a relatar es la lluvia abundante que caía inmisericorde con los que hicimos el trayecto a pie. Por culpa del viento, el paraguas resultaba más un estorbo que una protección. Así que llegué calado desde la cabeza hasta los pies. Pero pronto me olvidé de esta circunstancia negativa.
Pabellón 6 estaba completamente lleno. Resultada una ocasión para entrevistarse con otros teatreros de todos los oficios. También con amigos próximos y lejanos o con compañeras y compañeros de múltiples intereses. Había una cola enorme para adquirir las entradas a las diferentes muestras de espectáculos breves. Era lógico. La gestión de las entradas se veía afectada porque cada espectador podía hacer el itinerario a su gusto.
Esa tardanza me obligó a precipitarme para ser puntual en mi primera cita. No atendí bien a las indicaciones de la megafonía y me equivoqué de grupo. Me fui a una pieza distinta de la que me correspondía. La acomodadora, por la aglomeración, tampoco se dio cuenta del error.
Así comencé mi itinerario por la pieza titulada ‘El cordón’. Está escrita, dirigida, y, en parte, interpretada por Iñaki Reyna. Busca las revueltas a las relaciones entre una madre y una hija, a la vez que hace una intencionada crítica social. Fue una ocasión para comenzar disfrutando de las interpretaciones de Itziar Lazkano, como madre, e Yllenia Baglieto, como hija.
Un aspecto a destacar en estas jornadas es la posibilidad de participar en las representaciones en distancias tan cortas que puedes oír hasta la respiración de los y las intérpretes.
En el descanso, mientras debía trasladarme y cambiar de sala, nuevos encuentros o saludos rápidos. Justo para decir que habría que buscar otro momento para hablar más detenidamente. Puse cuidado en acudir a la sala que me correspondía en segundo lugar. Tuve ayudas para lograrlo. El título era ‘Ser o influencer’. Anunciaba un tema de absoluta y rabiosa actualidad. Plantea el conflicto entre una actriz de éxito y una moderna influencer en las llamadas redes sociales. El local estaba absolutamente abarrotado dado el interés por esa pieza. La interpretación corrió a cargo de Nerea Elizalde y Ainhoa Artetxe, que también es la responsable del texto.
La tercera pieza tenía un carácter totalmente distinto. Recuerdo que era la que tenía que haber visto en primer lugar. Se titulaba ‘E pur si muove’ de Enrique Vázquez. Recreaba la comparecencia Galileo Galilei ante el tribunal de la Inquisición. Los intérpretes principales eran Germán Hernández y Enrique Irazabal. Por allí, estaba muy presente la muy destacada actriz Juana Lor. Además de las labores de dirección, intervenía poniendo orden en la acción. Incluso tenía tiempo para saludar, en italiano, a los asistentes.
Para terminar, quedaba el espectáculo invitado a las jornadas. El título ‘Tabernaria’ daba pistas sobre su contenido y situación. Patxo Tellería dejaba muestra de su calidad como autor hasta en las distancias cortas. Y el gran Mikel Martínez hacía una demostración de sus cualidades, su trabajo y su compromiso como intérprete.
A la salida, Pabellón 6 continuaba lleno. Seguía siendo un hervidero de conversaciones, encuentros, comentarios, hamburguesas, bebidas, saludos y debates. Una autentica demostración de la vitalidad del teatro, cuando se le da oportunidad y ocasión para hacerlo sin protocolos.
Ahora me quedan por lo menos, otras dos jornadas, intensas, para disfrutar de las breves joyitas teatrales que completan estas jornadas organizadas por Pabellón 6 de Bilbao.

Desde la fila tres del patio de butacas
Por David Barbero | 24 marzo 2018 - 10:34 am
Categoría: General

David Barbero

-He aprovechado que el último espectáculo de la compañía T de Teatro es un acrónimo o unas siglas con puntos intercalados para construir este título absolutamente incomprensible. Pido perdón. Intentaré explicarlo.
-Comienzo confesando que desde hace mucho tiempo siento debilidad positiva por este grupo de teatro femenino y catalán. Exactamente desde que empezaron a trabajar en los primeros años de la década de los noventa del siglo pasado.
-Desde entonces, he seguido, y me han gustado, sus planteamientos. Han tenido una visión contemporánea, ágil, nueva, directa, cómplice, inteligente, dinámica. Sus componentes han dado la sensación de estar atentas a lo que sucedía en cada momento dentro y fuera del teatro.
-Por esa razón, acudí ayer contento a la presentación en el Teatro Campos Elíseos de Bilbao de la obra con la que están celebrando su 25 aniversario. Significaba participar y congratularse de una trayectoria ya consolidada y exitosa.
-Reconozco que, en las lecturas previas, me había desconcertado un poco ese título acronímico aludiendo a la Escala Visual Analógica del Dolor. Pero estaba seguro de entenderlo perfectamente desde el arranque de la obra.
-Efectivamente casi desde el arranque del espectáculo, se entiende esa alusión. También se puede dar cuenta uno de que siguen con su estilo de argumento abierto, con esquema de puzle, con varias historias a la vez, con técnica de laberinto inicial que termina en una salida ingeniosa para atar todos los cabos.
-Sería inadecuado dar más pistas sobre el desarrollo y el desenlace de esas historias. El espectador debe ir descubriéndolas personalmente.
-Soy consciente de que me queda por explicar lo de ‘T de Tiempo’ que he puesto en el título. Hubiera sido más exacto poner ‘R de Ritmo’. Uno de los recuerdos positivos con que iba ayer a la presentación de esta obra en Bilbao era la sensación de que los espectáculos de esta compañía se desarrollaban con rapidez inteligente y funcionaban con ritmo ágil apoyados en la complicidad con un público inteligente. Ya lo he dicho antes. Por esa razón, me sorprendió negativamente la sensación de lentitud y sobre todo de reiteración que se produce, esta vez, no sólo en el conjunto sino también en cada una de las escenas.
-He de reconocer que me disgustó salir con esa sensación negativa en un acontecimiento tan destacado como la celebración del cuarto de siglo.
-De todos modos, mantengo la confianza y buen sabor de sus obras anteriores. A su próxima propuesta, acudiré con la esperanza renovada. Todavía son jóvenes. Un cuarto de siglo no es nada.

Desde la fila tres del patio de butacas
Por David Barbero | 17 marzo 2018 - 11:28 am
Categoría: General

David Barbero

-Si alguien va al teatro Arriaga a ver ‘Tres mujeres’ con la idea de que es un recital teatralizado del poema de Sylvia Plath, encontrará que hay mucho más.
-En principio, no es poco tener ocasión de conocer a una escritora de la que ahora se habla mucho pero es todavía poco conocida. Quizá se ha destacado más su vida complicada y sus contradicciones personales. Aquí hay oportunidad de meterse en una de sus obras poéticas más representativa. Incluso una oportunidad de meterse en su propia vida, en su manera de entenderla, o de no poder entender la vida que le toca a cada uno.
-Al afirmar en el título que hay más, se hace una referencia y un reconocimiento al trabajo realizado para colocar este texto poético sobre el escenario. Quizá en primer lugar, haya que atribuirlo a los componentes de la compañía Tanttaka. Se puede personalizar en la dirección de Mireia Gabilondo y en la creación del espacio escénico de Fernando Bernués. Pero no hay que dejar al lado la adaptación de Harkaitz Cano, ni la asesoría musical de Iñaki salvador, ni los audiovisuales de David Bernues. Todos ellos tienen acreditada su calidad desde hace tiempo. Incluso tienen ya un sello inconfundible presente en sus espectáculos.
-Desde luego, tampoco se puede olvidar de la participación musical. Es uno de los elementos más apreciados y agradecidos del espectáculo. Tanto el canto de María Berasarte como la interpretación al contrabajo de Ane López.
-Mucho menos se debe obviar el gran esfuerzo interpretativo de Ane Pikaza, Ainhoa Etxebarria e Ylenia Baglieto frente a un texto tan poco agradecido dramáticamente y unos personajes tan radicales.
-Es preciso también justificar el ‘pero’ del título. Ya han quedado reconocidos los grandes valores poéticos del texto y la gran fuerza como expresión de unas vivencias, una visión singular y una expresión personal. Pero hay que insistir en su carácter, su género y su estructura poética en el sentido estricto de la palabra. No es que haya que defender, a estas alturas, la ortodoxa y clásica división de géneros. Todo lo contrario. Hay signos de que eso está superado. Estamos en la era del productivo mestizaje de géneros. Por eso precisamente, se puede poner en duda la utilización escénica de un texto manteniendo intacta su forma netamente poética. La simbiosis no puede ser la suma de elementos compactos. Debe llegar hasta las estructuras internas de cada uno de ellos.
-Bueno. Quitemos contundencia solemne. Quedémonos con la poesía de Plath y el esfuerzo escénico realizado. Es muy de agradecer.

Desde la fila tres del patio de butacas
Por David Barbero | 12 marzo 2018 - 11:15 am
Categoría: General

David Barbero

-Lo reconozco. He querido hacer un juego de palabras. Y me ha salido algo ininteligible. Quería jugar con el nombre del grupo teatral y con el título de la obra que están representando en estos momentos.
-El grupo de teatro es un dúo. Su nombre es ‘Sutottos’. No sé lo que significa. Está formado por Andrés Caminos y Gadiel Sztrik. Son dos teatreros completos: actores, directores, escritores, productores. Se lo hacen todos.
-Proceden de Argentina. Llevan algún tiempo trabajando allí. En concreto, han desarrollado su actividad teatral en Buenos Aires. Sobre todo, en las zonas alternativas.
-Su trabajo es muy directo y de calidad. Se basa en el humor. Tiene mucha base de clown. Poseen un dominio de la escena muy notable.
-La obra que ahora representan se titula ‘Inestable’. Trata sobre los miedos, las paranoias, las ansiedades, las obsesiones. Es decir, sobre cualquiera de nosotros.
-Es una obra muy dinámica. En ella, los dos miembros del grupo evidencian sus muchas cualidades en todas las ramas y oficios teatrales.
-Lo que deseaba decir es que, a mi juicio, deben tenerlos muy en cuenta. Son realmente buenos.

Desde la fila tres del patio de butacas
Por David Barbero | 11 marzo 2018 - 11:47 am
Categoría: General

David Barbero

-No sé por qué ayer, mientras veía y escuchaba, en el Teatro Barakaldo, ‘El sermón del bufón’ de Albert Boadella, me vino a la mente, en varias ocasiones, la imagen o el recuerdo del ingenioso hidalgo. No sé si también debo decir de la triste figura. En ese caso, habría que añadir de la gran fantasía.
-Me pareció ver encarnado al infatigable bufón que ha librado numerosas batallas dialécticas y reales contra molinos de carne y hueso.
-Me pareció ver también a la personalización del genio y la figura que ha ensoñado polémicas y vendettas incomprendidas por otros que presumen de tener los pies en la tierra de las conveniencias oportunistas.
-Me pareció que ayer fue un día gratificante para este bufón comediante. Creí ver que se sintió aceptado, admirado por muchos, reconocido con afecto, aplaudido con agradecimiento, acogido sin polémicas ni reproches, ni envidias, escuchado con atención, acompañado en su escepticismo y en sus ironías.
-Me pareció que empezó su actuación con cierta incertidumbre, con alguna duda, con calculado respeto. Pero en cuanto percibió la primera muestra de ratificación, comprendió que el público estaba cordialmente de su parte.
-Me pareció que el cartel del programa de mano con su autorretrato adornado con cuernos de diablo o nariz de payaso le autodefinía.
-Me pareció acertado reconocer su desdoblamiento personal, a modo de esquizofrenia, entre Albert y Boadella, entre el niño y el adulto, entre el soñador y el filósofo, entre el vanguardista y el azote de la modernidad.
-Me pareció vislumbrar a un cómico especial, a un crítico diferente, a una mosca cojonera peculiar, a un sátiro cotidiano, a un comediante vital, a un soñador terrenal, a un transgresor impulsivo, a un tímido osado, a un lanzado reflexivo, a un denunciador amable, a un …
-Me pareció un genio contradictorio, una figura insigne e irreverente.
-Si él se autodefine como bufón, ennoblece el calificativo.

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