Desde la fila tres del patio de butacas
Por David Barbero | 30 noviembre 2020 - 12:10 am
Categoría: General

David Barbero
-En mis tiempos de estudiante universitario, hace ya unas cuantas décadas, estaba de moda hablar elogiosamente sobre Anais Nin y Henry Miller. Sobre todo entre los modernos, los ‘progres’, los ‘guais’ –entonces no existía esa palabra-, y los que presumían de estar a la última en los gustos literarios. Yo también lo hacía.
-El motivo de esa admiración – o envidia – estaba en su vida libre, trasgresora, irrespetuosa, osada, sincera y contradictoria. Además del descaro para exponerla en público a través de sus diarios, en un caso, y de sus novelas autobiográficas, en el otro. Reflejada, sobre todo, en la correspondencia que mantuvieron, a partir de su encuentro siendo todavía jóvenes.
-Sin embargo, entonces, no conocí ningún intento –por lo menos., público – de construir la autobiografía propia a su imagen y semejanza, tomándolos como ejemplo, como modelo o como aspiración.
-Esto es lo que hacen o sugieren, ahora, Ángela Palacios y Carlos Martín- Peñasco, creadores de la compañía teatral catalana, ‘Los prometidos’. Su propuesta escénica, ‘Sólo creo en el fuego’, se ha presentado esta tarde en la sala la Fundición de Bilbao y también lo fue ayer.
-Tal sugerencia, o invitación, está realizada con pasión, entusiasmo y sinceridad. Además, demuestran haber realizado una profunda inmersión en las vidas y en los escritos de ambos. También han hecho una expresiva selección de sus textos autobiográficos más significativos.
-Como intérpretes, cabe valorar positivamente las apasionadas, y también sutiles, caracterizaciones de ambos escritores y amantes. Asimismo hay que reconocer su merito al auto interpretarse, y hasta reírse escénicamente de sí mismos.
-Ellos se presentan como coautores, codirectores y cointérpretes. Así que el mérito debe ser repartido entre ambos. Incluyendo en el reparto a los admirados, aunque controvertidos, Anais y Henry.
-Como muestra del reconocimiento que está recibiendo esta pieza, cabe decir que ha sido unánimemente seleccionada como la mejor aceptada en el circuito de salas alternativas. Ha superado, como número uno, las duras y sucesivas puntuaciones que hacen tanto los expertos como los responsables de las salas.
-Ese mérito ha sido reconocido en la sala la Fundición, con sinceros y prolongados aplausos esta tarde y también ayer.

Desde la fila tres del patio de butacas
Por David Barbero | 28 noviembre 2020 - 11:45 pm
Categoría: General

David Barbero
-Reconozco que, esta tarde, he ido al Teatro Social de Basauri con mucho interés y con alguna duda. Sobre todo, con nostalgia y recuerdo. He acudido al municipio colindante de Basauri para ver la obra teatral ‘Fresa y chocolate’. La alusión a la colindancia se refiere al lío este que padecemos con las medidas sobre el confinamiento.
-El interés y la nostalgia me llevaban a querer descubrir si lo que me interesó, hace tres décadas, en la literatura, el teatro y el cine, sigue o no manteniendo su vigencia y su interés, avanzado ya este siglo XXI.
-Tengo todavía un buen recuerdo del cuento original escrito por Senel Paz. Llevaba en título de ‘El lobo, el bosque y el hombre nuevo’. Después, el mismo autor lo transformó en obra teatral. Al poco tiempo, vino la película ya llamada ‘Fresa y chocolate’, dirigida por Tomás Gutiérrez Alea y Juan Carlos Taibo. Fue un éxito internacional. Ganaron premios y festivales.
-Para la representación actual, se ha recurrido al texto teatral previo a la película. Se han excluido, en consecuencia, hasta el personaje femenino que en el film aportaba cierta agilidad y dinamismo a la acción.
-De ninguna manera, se puede decir que este espectáculo esté mal dirigido ni deficientemente interpretado. Se nota el cuidado y la pericia desarrollados por todos los implicados. Tampoco se puede afirmar que, en el momento actual, se hayan superado los prejuicios, las discriminaciones y los rechazos hacia los homosexuales.
-Pero, esta tarde noche, he salido del teatro con la sensación de que, en estas tres décadas, el desarrollo teatral, el tratamiento dramático de los temas y el movimiento escénico ha evolucionado mucho. Y el recuerdo me ha retrotraído a aquellos tiempos.

Desde la fila tres del patio de butacas
Por David Barbero | 28 noviembre 2020 - 12:07 am
Categoría: General

David Barbero
-Esta tarde, se ha estrenado, en el teatro Arriaga de Bilbao, la versión en euskera, con elementos bilingües, de la obra ‘Sisiforen paperak’. La próxima semana, se estrenará la versión en castellano.
-No voy a hacer hoy ningún comentario sobre la obra. Esperaré al próximo viernes con la información completa. Pero sí que voy a reflejar la sensación que me ha producido este estreno dentro de un balance más general.
-En el teatro municipal de Bilbao, esta tarde, no solo ha habido pleno de asistencia. Ha existido un ambiente como en los grandes acontecimientos teatrales y de gran eco de convivencia social, de entusiasmo, de expectación, de sensación de que se estaba asistiendo a un acto con gran reconocimiento social, cultural y ciudadano.
-Tuve esa misma sensación hace unas semanas, en ese mismo local, con ocasión del estreno de otra obra de teatro en euskera, ‘Ez dok ero’. Entonces, ya se comentó públicamente el bien momento por el que está atravesando el teatro en euskera. El estreno de hoy ha servido para ratificar tanto la calidad como su reconocimiento.
-No es que esta calidad, y su reconocimiento público, se haya producido de la noche a la mañana. Ha sido una carrera larga, muy trabajada, con esfuerzo y con talento. Pero en estos momentos, se vive y se tiene constancia de que en euskera se está haciendo un teatro de calidad, con textos muy potentes y bien elaborados. Con planificación escénica de acuerdo con las últimas técnicas, avances y planteamientos. Con interpretaciones muy solventes. En él, se están tratando temas actuales y polémicos con más valentía, y más libertad que en otros idiomas.
-Voy a utilizar el titulo de la obra estrenada esta tarde, aunque sea en otro sentido. Un amigo teatrero, hasta hace poco me decía que al trabajar en el teatro en euskera tenía la sensación, como Sísifo, de estar todos los días intentando subir una piedra hasta la cumbre y que siempre volvía a caer por falta de reconocimiento. Así que había que empezar de nuevo con cada obra, desde cero, para conseguir esa repercusión social.
-Da la sensación de que, ahora, el teatro en euskera deja las piedras en todo lo alto. Lo cual es – debe ser – motivo de satisfacción para todos.

Desde la fila tres del patio de butacas
Por David Barbero | 23 noviembre 2020 - 12:46 am
Categoría: General

David Barbero
-Esta tarde-noche, hace un rato, me ha sucedido algo infrecuente en el teatro. Ha sido en la sala la Fundición de Bilbao. Me ha disgustado, y mucho, que terminara la obra. Me hallaba tan a gusto, tan interesado, con tanta emoción, que hubiera deseado continuar sin límite.
-He estado viendo la obra ‘Conservando memoria’. Es una creación de la compañía riojana ‘El patio teatro’. Está incluida en la programación del Festival de títeres de Bilbao. No trabajan exactamente con títeres, sino con objetos. En fechas anteriores, ha sido posible verla en otros escenarios. Todavía será representada en otros locales cercanos. Ha sido ya merecedora de diversos reconocimientos y premios.
-Así que deseo manifestar mi agradecimiento a Izaskun Fernández y a Julián Sainz-López. Son los factótum de la compañía El patio. Sus artesanos integrales y meticulosos, sus creadores cuidadosos, sus ‘imaginadores’ detallistas, sus ‘ilusionadores’ constantes. Sus tiernos y delicados magos.
-Este agradecimiento va dirigido a una manera de hacer, de crear, de comunicarse en el teatro, en el arte en general. Basada en la emoción, en la sinceridad, en la implicación. Parte de lo cotidiano, de lo cercano, de lo inmediato y llega a lo más profundo y entrañable.
-Va destinado a una forma de ver el teatro, el arte y también la vida, que disecciona e ilumina lo que es esencial, importante y autentico. Y después lo comunica de forma directa, sin artificios y sin adornos. Sin olvidar la precisión técnica y sobre todo con perfecta sinceridad.
-Con la sola utilización de frascos de cristal, nos han comunicado una relación entrañable, cariñosa y enriquecedora entre los miembros de una gran familia. Como muchas. Hemos visto, oído, imaginado y vivido unos personajes definidos en su totalidad física, psicológica y emotiva. Nos hemos identificado con vivencias y sentimientos. Hemos participado de sus aventuras. Algunas realmente fantásticas. Como su llegada en barco hasta la playa de Logroño.
-Para que esa magia haya podido suceder, para que esa comunicación se haya producido, ha tenido que haber un extraordinario texto. En apariencia sencillo, pero trazado y trabajado milimétricamente. Con una expresividad extraordinaria. Ha tenido lugar una interpretación magnifica. También en apariencia sencilla. Pero de gran calidad, con extraordinaria maestría para comunicar emociones e hipnotizar las miradas.
-Son esta actitud y este trabajo, los de El patio, los de Izaskun Fernández y de Julián Sáenz- López, una rara avis, una magnífica oportunidad en el panorama artístico y teatral. Afortunadamente no son los únicos. Pero la mayoría camina a la búsqueda de las grandes dimensiones, de los apoyos oficiales, de fastuosos lanzamientos multidireccionales. Su calidad, su magnetismo, su entrega, su labor intensa y profunda, no necesita esos artificios.
-Creo que estas joyitas sólo están presentes en espectáculos de títeres u objetos y en otros trabajos de pequeño tamaño pero de gran dimensión y significado.
-No soy muy dado a dar consejos y recomendaciones. Creo que cada uno es responsable de los espectáculos que ve y de las visiones con que alimenta su espíritu. En este caso, os digo que si deseáis emocionaros, sentir, gratificaros, permitir que el corazón se os ablande, no dejéis de verla.
-Seguramente os cederá como a mí. Os quedaréis sentados, por si se les ocurre prolongar, o seguir, o hacer algún bis. Y saldréis fascinados.
-Muchas gracias, Izaskun y Julián.

Desde la fila tres del patio de butacas
Por David Barbero | 22 noviembre 2020 - 12:01 am
Categoría: General

David Barbero
-Los organizadores del festival internacional de danza contemporánea Dantzaldia suelen medir todos los detalles. No dan puntada sin intención. Estoy seguro de que haber colocado el flamenco de Ana Morales en el museo Guggenheim es un dato a tener en cuenta.
-Cuando se desea destacar la importancia de alguien o de algo se suele utilizar la expresión de que es un ‘peso pesado’, voluminoso, sólido, consistente, inmutable.
-Yo tengo la intención de destacar los valores de la bailaora y coreógrafa de flamenco Ana Morales y de la suite ‘Sin permiso’ que ha presentado esta tarde en el auditórium del Museo Guggenheim de Bilbao. Pero voy a utilizar la expresión contraria. Deseo aludir a su dinamismo, su fuerza, su ligereza, su elasticidad, sutileza, imaginación, emociones, poesía, recuerdos, nostalgia, preguntas, exorcismo depurador.
-El título se completa con el añadido ‘Canciones para el silencio’. Alusión al recuerdo del padre desaparecido, de su manera de ver la vida, el arte, el flamenco, las influencias vividas. Una relación fuerte, llena de matices. No todos en la misma dirección. Algún desencuentro. Quizá el haberla llevado a nacer en el exilio. También la alegría y la fuerza del reencuentro. La construcción conflictiva de la personalidad propia. La aceptación mutua y hasta la protección final bajo su abrigo.
-En esta suite, están incluidas muchas vivencias y creaciones. A pesar de su juventud. Desde ‘De sandalia a tacón’, con el recuerdo de las bailaoras gaditanas tan lejanas como el siglo dos antes del mismísimo Cristo. La reutilización de todos los elementos posibles, para ‘ReciclARTE’ y crear algo nuevo partiendo de lo antiguo. Los acontecimientos vitales que han marcado y llenado la ‘Calleja del agua’. ‘Los pasos perdidos’, bailes sin hilo argumental pero unidos por poner la técnica al servicio de sentimiento.
-Supongo que por todo esto, Ana Morales y su ‘Sin permiso’ han sido colocados esta tarde en el Museo Guggenheim de Bilbao. Ha estado acompañada, en el baile, por José Manuel Álvarez; Juan José Amador en el cante; José Antonio Suarez, en la guitarra; y Daniel Suarez, en la batería.
-De todos ellos, hay destacar su calidad. Y el convencimiento de que, cuando se dominan las técnicas, es cuando se puede trasgredir y renovar.
-Además, he creído ver, en este espectáculo, una gran plasticidad pictórica. Símbolos e imágenes. Entre los picassianos, sin duda el caballo. Y me ha venido el recuerdo de espectáculos suyos anteriores sobre Picasso, Dalí o Frida Kahlo.
-Así, Ana y sus compañeros se han podido contagiar por el arte emanado del museo contemporáneo y el titanio modernista se ha teñido de su flamenco innovador.

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