-Estoy seguro de que ibas a decir que los debates electorales no sirven para nada. Pero te equivocas. También en eso.
-Bueno. Hay debates y debates.
-El de Nixon y Kennedy fue determinante. Pero eso es la prehistoria den la televisión.
-Y además, sucedió en Estados Unidos.
-Yo he leído hoy en varios periódicos nacionalistas que ganó Ibarretxe.
-¡Hombre! Es su candidato. Los que han juzgado el debate son sus subalternos.
-Las televisiones públicas en los temas políticos tienen las manos atadas.
-Todo lo contrario. Las televisiones públicas en los temas políticos actúan descaradamente. Son serviles a sus amos.
-Pero sobre los debates electorales, tienen que dar la apariencia de imparcialidad. Eso obliga a repartir los tiempos de tal modo que amordazan todo debate.
-Si esta vez no se han hecho enjundiosos debates a dos y sin los corsés de los turnos de palabra, ha sido porque no convenía al todavía lehendakari.
-Oye. Parece que no te gustan las televisiones públicas. Después, presumes de izquierdista. Pero ¡viva el neoliberalismo!
-A mí, me gustarían las auténticas televisiones públicas.
-¿Dónde existe esa especie a extinguir?
-Eso me gustaría a mí saber.