-¡Dejaos de política y de rollos macabeos! Esto es obra de un autor primerizo de novela negra o de teatro de intriga.

-No frivolices. Es algo muy serio. Los enfrentamientos políticos están llegando a los mismos límites que la mafia.

-Eso de recibir una carta en el Ayuntamiento de Bilbao con la fotografía de la txupinera y una bala parabelum del calibre 9 milímetros me parece el comienzo de una película de mafiosos norteamericanos de los años treinta del siglo pasado.

-Además, en las vísperas de la semana grande.

-Se abren todas las sospechas posibles.

-Sobre todo, después de la campaña que han hecho los partidos que apoyan al gobierno vasco contra la designación de esa txupinera por ser hermana de un miembro de ETA condenado a casi cincuenta años por acciones terroristas.

-Las sospechas no van sólo encaminadas hacia alguna organización o grupo aislado de ese sector político. Alguna mente retorcida puede haber enviado la amenaza desde el otro lado precisamente para culpabilizarlos.

-En toda narración policíaca, tiene que haber una mente perversa o algún fanático o algún loco de remate o algún asesino que odia a todo el mundo o una intrigante …

-Me parece que tenéis mucha imaginación y eso os lleva fuera de la realidad.

-Lo único real es que, en estas latitudes, hasta las fiestas están contaminadas por la violencia y el enfrentamiento.

-Hombre, las fiestas sobre todo.

-Lo que yo recuerdo de aquellos programas de Valerio Lazarov en la tele es el ritmo. El empleo del zoom. Los juegos con la cámara.

-Ahora ya estamos acostumbrados. Pero entonces, era para volverse un poco loco.

-En eso del movimiento y del ritmo, era un genio.

-Yo no me quedaría sólo en los aspectos formales. Significó un cambio radical en el mundo de la comunicación.

-Prueba de ello es que ganó muchos premios y su trabajo fue muy reconocido.

-El aire fresco que traía llegaba también hasta los contenidos.

-El mensaje estaba en la forma.

-Fue un modernizador.

-Hizo superar complejos y tabúes.

-Bueno. Tampoco exageréis. Era un realizador de televisión. Su trabajo estaba destinado a lograr el aplauso de la mayoría de la gente.

-Los intelectuales estáis despreciando siempre los movimientos que llegan hasta la mayoría de la gente. Tiene un gran mérito.

-Esas son las auténticas revoluciones, amigo. Y no esas cosas pretendidamente sesudas que no interesan a nadie.

-Andáis de fiestas en las capitales vascas. ¿Qué tal?

-Cómo siempre. Andamos de fiesta y de movida político – terrorista – policial.

-Con el cambio de gobierno, igual hay más movi….

-No sé si hay que atribuírselo al cambio de gobierno. A mí, me parece más o menos lo de siempre.

-Como si fuera consubstancial, como si aquí no pudieran tener lugar las fiestas sin esa movida.

-Lo pueden poner en el programa de fiestas.

-Perdería interés.

-Yo no soy tan pesimista. Algún día se solucionará esto y se normalizará.

-¿Lo dices en serio? ¿Con alguna base?

-Por supuesto.

-Que dios te oiga.

-Amén.

-¿Cómo van las gestiones para publicar tu nueva novela?

-¡Mal!

-¿Así de tajante?

-Quizá más. Las editoriales andan con problemas económicos y no quieren más textos que los de sus autores comprometidos.

-Pero tu novela tiene un morbo añadido.

-Ni por esas.

-Incluso está resultando un inconveniente. Las editoriales no quieren tener problemas con la casa real española.

-¿Te metes con la casa real en la novela?

-No me meto con la monarquía. Simplemente la intriga se desarrolla dentro de la familia real.

-¿Con los nombres auténticos y todo eso?

-Por supuesto. ¿Qué tiene eso de malo?

-No sé. Puede ser un poco atrevido.

-Un editor espabilado, se puede forrar.

-O puede caer en desgracia.

-¿Tú crees? Estamos en el agosto del 2009.

-Yo también me salto las páginas de política de los periódicos.

-A mí, me pasa eso últimamente.

-Últimamente más. Pero antes, también.

-Quizá es que son muy serias y hacen pensar.

-No. Es que son aburridas.

-No interesan.

-Los políticos toman las decisiones más importantes.

-Eso creen ellos.

-¡Que las tomen!

-A mí, no es que me aburra la política. La desprecio.

-Eso es darles demasiada importancia a los políticos.

-Si la política nos aburre y despreciamos a los políticos, ¿qué hacemos hablando de ellos?

-Eso digo yo.