Desde la fila tres del patio de butacas
Por David Barbero | 2 mayo 2014 - 11:54 am
Categoría: General

-No creo que el propósito deliberado de Albert Boadella, en ‘Ensayando Don Juan’, sea hacer la consagración oficial del actor comercial Arturo Fernández. El veterano director hace tiempo que piensa en sí mismo y pone toda su astucia teatral en beneficio propio. Por lo tanto, su propósito era aprovecharse del también veterano y astuto actor comercial para aumentar la polémica sobre su persona. Pero le ha salido el tiro por la culata. El gran vencedor del espectáculo es Arturo Fernández. Demuestra ser mucho más astuto para aprovechar el autobombo escénico a su favor.
-Reconozco que yo había caído en el morbo de ver ese interesado maridaje de Arturo Fernández y Albert Boadella. Así que fui ayer al estreno de la obra en el teatro Campos Elíseos de Bilbao.
-Se ha dicho muchas veces que era un maridaje muy dispar. Se presentaba como la unión casi antinatural entre un actor comercial y casposo con un director innovador e inquieto. No creo que esa percepción supere las etiquetas superficiales. Son dos tipos muy parecidos. Buscan la apariencia vacía persiguiendo su propio ego.
-Primera constatación del estreno de ayer. Había bastante público. Todos eran fans de Arturo Fernández. Señoras mayores y algunos caballeros acompañando a sus esposas. Boadella ya no tiene público. A los del teatro comercial no les interesa. Los del teatro innovador ya descubrieron que desde hace tiempo no innova nada.
-El público, lógicamente, aplaudió los ‘gestos’ típicos de Arturo Fernández. Se felicitaron de ver nuevamente sus maneras habituales. Les agradó que su ídolo fuera incluido en la lista de actores consagrados, de los que recitan versos semi clásicos sobre el escenario.
-Quedó claro que el espectáculo es largo, repetitivo y aburrido. Boadella nunca ha estado dotado de capacidad de precisión y cuidado del detalle fino o significativo. Tiende, y más ahora con la edad, a la exageración, a repetir sus obsesiones o sus ideas una y otra vez. También se le ha aumentado la tendencia a exagerar sus zafiedades. Con ellas, desea provocar a los bien pensantes. Pero tienen muy poca gracia y algunos chistes son muy viejos.
-En la obra, carga exageradamente contra lo que considera modernismos escénicos. Pero sólo consigue demostrar lo pasado que está su discurso.
-Uno diría que el resto de los intérpretes le importan poco. En realidad, son bastante mal tratados. Una pena. Varios de ellos han demostrado, en otras obras, que tienen cualidades para interpretar bien papeles de más enjundia.
-Bueno. Digamos que el resultado es desigual. Boadella se auto justificará por haber creado una polémica sobre él mismo y echará la culpa a los demás por no haber entendido lo que él cree que ha querido decir. Arturo Fernández estará contento. Habrá aumentado su ego. Creerá que, a sus años, ha demostrado que él y su estilo teatral de interpretarse siempre a si mismo ha sido consagrado oficialmente.
-Los que buscaban alguna innovación teatral, deberán esperar a otra ocasión. También habrán aprendido que deberán buscarla en otro sitio.

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