Desde la fila tres del patio de butacas
Por David Barbero | 12 febrero 2017 - 12:08 pm
Categoría: General

David Barbero

-Ya sé que lo normal, y hasta lo correcto, es referirse al ritmo de la respiración. Pero yo voy a hacer alusión al tono.
-Ayer fui al Teatro Social de Basauri para ver la obra teatral ‘La respiración’, escrita y dirigida por Alfredo Sanzol. Era la tercera vez que la veía, en un periodo de medio año. Si he repetido tantas veces es porque me ha parecido una obra de notable interés y calidad. Incluso previamente, había hablado con varias protagonistas de la obra y había leído numerosos comentarios.
-En la representación de ayer, me pareció que la obra tenía un tono diferente. Un tono más distendió, más cómico, más humorístico. Creo que no sólo lo percibí yo. Una buena parte del público se rió sonoramente en varias ocasiones. Las otras veces en que vi la obra, no se pasaba de meras sonrisas silenciosas.
-Mi memoria me lleva a pensar que el tono, en las representaciones anteriores, era más contenido, más emotivo, quizá con un poco de dolor. Se notaba, seguramente, que el autor y director partía del hecho vivido recientemente de su separación. No sólo partía de esa circunstancia, sino que se refería a ella directamente. La convertía en objeto directo de la obra. Planteaba la terapia que había desarrollado para salir de esa situación penosa y agobiante.
-Soy consciente de que este asunto de los tonos puede estar influido por mucha subjetividad. Me refiero también a mi subjetividad o estado de ánimo. Igual el cambio de tono estaba en mí.
-Tampoco he querido afirmar que las primeras representaciones me gustaran más que la de ayer. Ni lo contrario. Sólo he querido señalar la diferencia que noté.
-Alguien, al terminar la representación, comentó que podía ser que la larga gira ha hecho que los actores se sientan más cómodos y se relajen.
-Otra persona aludió a que podía ser que el hecho penoso de la separación que provocó la obra esté ya resuelto y que el encuentro de un nuevo amor haya cambiado el tono.
-Sea cual sea el motivo, se demuestra que el teatro es un arte vivo y que su ‘respiración’ puede tener diversos tonos.

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