Desde la fila tres del patio de butacas
Por David Barbero | 10 marzo 2018 - 11:17 am
Categoría: General

David Barbero

-Ayer había un ambiente especial en el Teatro Barakaldo. Asistía un público diferente al habitual. Más juventud. Más amigos comprometidos. Más simpatizantes. Con más ganas de charlar y saludarse allí. Deseosos de hacer acto de presencia y de apoyo vivo a los que protagonizaban el acontecimiento escénico.
-El acontecimiento escénico era la puesta de largo de una nueva generación de actrices y actores de La Bizkaiko Antzerki Ikastegia. La BAI. Presentaban el trabajo de fin de estudios y comienzo de actividad profesional. Lo hicieron con la obra ‘Jauría’.
-La primera reflexión es un reconocimiento de su valentía por atreverse a afrontar una pieza tan intensa, tan compleja, tan profunda, tan interesante, tan difícil…
-Resultó una declaración de principios. Un planteamiento y una decisión profesional, o quizá vital. Querían decir: Aquí estamos con todas las consecuencias y con ganas de plantar cara. Sabemos que esta profesión es dura y, conscientes de ello, no hemos venido para hacer unas risas, reproducir unas gracietas y recibir unas palmaditas en la espalda.
-La obra y el espectáculo tienen un duro simbolismo de lo que es el mundo y la sociedad. Lo analizado como una familia claustrofóbica, como un organismo opresivo, engendrador de violencia, generador de agresiones y frustraciones,
-Los personajes se mueven en la contradicción, los impulsos irracionales, la impotencia y las incoherencias vitales
-El tratamiento dramático está basado en la fragmentación, en las falsas reiteraciones discontinuas, en los absurdos cotidianos y en los tópicos fantasiosos.
-Todo eso lleva oculto un trabajo actoral muy elaborado, atentamente estudiado y concienzudamente personalizado.
-Por eso, es preciso acoger con reconocimiento la llegada de Aitor Arabiourrutia, Garbiñe Aranbarri, Aroa Blanco, Jon Blanco, Marina Lapuente, Usue Martínez y Sonia Reoyo.
-También es de justicia destacar la labor de sus profesores y maestros: Fer Montoya, Lorena Montenegro y Joseba Lazkano. Especial atención a la dirección coreográfica de Maitane Zalduegi. Y sobre todo a Olatz Gorrotxategi por la autoría y la dirección escénica.
-¡Bienvenidos!

Desde la fila tres del patio de butacas
Por David Barbero | 5 marzo 2018 - 12:07 pm
Categoría: General

David Barbero

-No sé si este comentario tiene más carácter sociológico que teatral. O más pedagógico que escénico. O muy posiblemente sea al revés.
-Ayer asistí en el Teatro Arriaga de Bilbao a la representación de la obra ‘La edad de ira’. Está interpretada por la joven compañía. Era la única fecha que actuaba para el público adulto. Los demás días van a estar dedicados a los estudiantes, a los adolescentes.
-La obra trata precisamente de estos adolescentes, sus inquietudes, su situación y sus problemas. Los protagonistas de los hechos son jóvenes de esa edad. Y los intérpretes, actores y actrices, aunque superan ya adolescencia, están muy cercanos a esa etapa de la vida. Se trata de la adaptación de una novela cuya acción se desarrolla en las aulas escolares. Es conocida ya en esos medios pedagógicos.
-Incluso ha sido elegida expresamente por esa razón. Los propios actores aseguraron, en el coloquio posterior, que se sentían más cómodos interpretando esa obra que no ‘La vida es sueño’ o ‘Fuenteovejuna’.
-Parten de la idea de que el teatro debe llegar a la gente y tratar los temas que afectan a las personas que lo ven. Además, ellos son jóvenes y han adquirido, como propósito, la misión de llegar a los más jóvenes y hacerles ver que el teatro trata de sus problemas.
-Una muestra de que están consiguiendo su objetivo es que, en ese coloquio posterior a la obra, todas las preguntas fueron hechas por estudiantes, padres y madres de esos estudiantes, y sus profesoras o profesores. Se trataron temas educativos o psicológicos o familiares. No hubo ninguna cuestión sobre temas netamente teatrales.
-Quizá eso puede desconcertar a algunos ‘teóricos’ del mundo teatral. Pero la verdad es que la función del teatro es incidir en los problemas que tiene la sociedad, participar de las preocupaciones de la gente, estar abierto a lo que sucede en el mundo actual.
-Así que bienvenida esta bocanada de aire fresco y la lección de estos jóvenes adolescentes.

Desde la fila tres del patio de butacas
Por David Barbero | 4 marzo 2018 - 12:21 pm
Categoría: General

David Barbero

-Voy a comenzar aludiendo a una circunstancia personal si mayor trascendencia. Ayer tuve numerosas dudas a la hora de elegir qué obra de teatro iba a ver. En los teatros de Bilbao y sus alrededores había una oferta especialmente interesante. Se programaban varias obras que deseaba ver. Además, si no las veía en esa ocasión, podía pasar bastante tiempo para recuperarlas.
-Al final, me decidí por acudir al Teatro Barakaldo donde se representaba el monologo ‘Ragazzo’ escrito y dirigido por Lali Álvarez e interpretado por Oriol Pla. Desde luego, no me he arrepentido. Me fastidia haber perdido las otras opciones. Pero ha merecido la pena.
-No hice, desde luego, la elección a ciegas ni tirando una moneda al aire. Había leído muchas cosas sobre esta pieza y sobre su interpretación. Conocía los premios que había recibido. Había escuchado las opiniones de amigos y compañeros de teatro.
-Por supuesto ya sabía que se basaba en la muerte del joven Carlo Giuliani en Génova durante la reunión del C8, en el Foro Social Europeo en el año 2001.
-El principal motivo por que el me decidí por ‘Ragazzo’ fue el deseo de presenciar el esfuerzo realizado y las soluciones halladas sobre cómo poner en el escenario unos hechos reales, controvertidos, apasionadamente defendidos por unos y condenados por otros. Vista la obra, es lo que más me sigue interesando de la experiencia de ayer.
-Lo que me queda como impacto principal es haber logrado conjuntar tofos los elementos teatrales en la dirección de conseguir ese propósito. Además, esa conjunción ha sido hecha con pasión, con compromiso, con valentía, con identificación, sin objetividad distante.
-Esta actitud apasionada estaba ya en la elaboración del texto, en las referencias, en la fragmentación, en los criterios para la puesta en escena, en la ruptura de la cuarta pared, en la apasionada y vibrante interpretación. Sólo de esa manera se podía lograr el impacto emocional, el choque visual, el atractivo hipnótico hacia todos los espectadores.
-Es indudable que el texto, desde el principio ha ido escribiéndose desde las experiencias sobre el escenario y reconstruyéndose con los ensayos. Éstos también han sido contagiados por las fuerza de esas palabras escritas.
-En ese sentido, hay que alabar la labor de Lali Álvarez en la simbiosis de los dos papeles de autora y directora y el trabajo conjunto con el actor.
-Me pareció especialmente interesante la elección y determinación del punto de vista subjetivo y personal desde el que se plantea todo. Eso da vida al espectáculo, consciente de que el teatro no es una tesis doctoral ni un análisis académico.
-No voy a descubrir que el pilar clave del espectáculo está en la interpretación de Oriol Pla. Su encarnación apasionada de Carlo Giuliani, su retrato vivo como joven idealista, okupa, intrépido, osado y nervioso, valiente, decidido, también inseguro, descubriendo un mundo y tratando de crear otra sociedad, con múltiples matices, con cambios de actitud, voz, movimiento y mirada, con sus … Sus ojos, su rostro, sus movimientos, sus saltos, sus carreras, los golpes que se da. Bueno. Todo.
-En definitiva, que ‘Ragazzo’ merece mucho la pena en muchos sentidos.

Desde la fila tres del patio de butacas
Por David Barbero | 3 marzo 2018 - 10:55 am
Categoría: General

-Acudí ayer al Teatro Campos Elíseos de Bilbao para ver de nuevo el espectáculo ‘Miguel de Molina al desnudo’. Me había quedado buen recuerdo cuando lo vi, hace unas temporadas, en el teatro Arriaga también de Bilbao.
-En este espacio de tiempo, el espectáculo ha mejorado en casi todos los sentidos. Digo casi todos porque el texto se ha mantenido sin necesidad de introducir cambios.
-¡Ah! También es este periodo de tiempo, Ángel Ruiz, el protagonista, ha ganado el muy prestigioso premio Max por este trabajo.
-Se mantiene es espectáculo como un ejemplo de cómo con pocos elementos escénicos se pueden conseguir muchas emociones, captar la atención, y mantener el interés durante todo el tiempo.
-En el título de este comentario, he querido hacer un guiño a la importancia que tiene Ángel Ruiz para que esta función sea como es. Los matices de su interpretación, como actor y como cantante, son fundamentales en el desarrollo. A él, es preciso atribuir además la idea, el texto y el proyecto.
-Hay también que destacar la buena comunicación con el público, llena de complicidades.
-Tampoco debe olvidarse, a la hora de los aplausos, la labor musical, en la dirección e interpretación, de César Belda, que también hace sus pinitos como actor.
-A la dirección escénica de Félix Estaire, hay que atribuirle gran parte de los méritos antes destacados de que, con pocos elementos, el escenario esté lleno.
-Fue una satisfacción haber visto de nuevo este Ángel Ruiz de Miguel Molina.

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