Desde la fila tres del patio de butacas
Por David Barbero | 1 diciembre 2018 - 11:16 am
Categoría: General

David Barbero
-Ayer, por la tarde casi de noche, acudí al Teatro Arriaga de Bilbao con un grandísimo interés. Fui a ver la obra de teatro ‘Ibsen: Un enemigo del pueblo(Ágora)’. Alex Rigola figura como adaptador y director. Entre los intérpretes, hay nombres tan conocidos como Israel Elejalde o Irene Escolar. Destaca, además, que la producción sea de la muy estimable factoría del Teatro Kamikaze de Madrid.
-Mi interés se basaba en considerar como un grave riesgo y, a la vez, un apasionante reto atreverse a adaptar a Henryk Ibsen en profundidad. También se había anunciado que, en esta adaptación, se reflexiona sobre la ética, la democracia, el derecho a votar y otros asuntos importantes para la convivencia social. Esos alicientes lógicamente aumentaban el atractivo.
-Otro motivo añadido de curiosidad estaba en saber que el muy estimable y estimado director Alex Rigola está, desde hace tiempo, preocupado por analizar dos aspectos de interés: La comunicación entre el creador teatral y el público, y, por otra parte, la relación entre el actor y el personaje.
-Estas eran, sintetizo, las principales inquietudes que yo llevaba mientras me acercaba ilusionado al teatro municipal del Bilbao.
-Con esta introducción, me he comprometido ya a tener que exponer lo que pensaba, hora y media más tarde, tras asistir apasionadamente al espectáculo.
-El tono de este trabajo queda marcado desde el principio por lo que se presenta como una introducción de recurso. Los intérpretes deben encargarse de que los espectadores tengan cartulinas para contestar a preguntas que les van a hacer. Además, realizan una comprobación para ver si el público sabría o no contestar a esos test.
-En esa introducción, el tono del espectáculo no es colocado en un nivel de exigencia muy elevado por parte de los creadores teatrales. Las preguntas versan sobre lo que llaman en general democracia, o la responsabilidad de las compañías teatrales que piden subvenciones o la ocurrencia sobre seguir o no con el espectáculo a modo de protesta. En la formulación de las cuestiones, no se hace gala precisamente de rigor en la precisión de los términos ni en el planteamiento de la cuestión. Se hacen unos planteamientos genéricos y se sacan conclusiones precipitadas, poco analizadas, ingenuas y contrastadas.
-De esa manera, la ambición anunciada como objetivo de la obra queda bastante devaluado. Suena a poco consistente. Como si hubiera sido elaborado con frivolidad. A modo de juego escénico de un ensayo general. Quizá adquiere apariencias de pretencioso. Pierde, por lo tanto, credibilidad, por falta de rigor.
-La reflexión ética que hizo Henryk Ibsen, hace ya muchos años, es considerada mucho más rigurosa. Más estudiada. Estaba, y está, planteada con más precisión. Resulta más seria y creíble.
-Señalé al principio que una de mis curiosidades estaba en presenciar el reto de adaptar ‘Un enemigo del pueblo’ a nuestros tiempos y a las preocupaciones de hoy. Al salir del teatro, tenía argumentos para pensar que lo que escribió el señor Ibsen y la manera en que lo hizo conecta, explica, comunica y crea conciencia hoy con más contundencia que esta adaptación.
-Yo supongo que el responsable de la breve síntesis que se expone a los espectadores de ‘Un enemigo del pueblo’ es consciente de que es un resumen superficial, deficiente, simple, incluso simplista. No tiene ni el nivel de Wikipedia. Eso en una representación de esa misma obra y utilizando ese mismo título es difícilmente tolerable.
-Durante la representación, también estuve pensando en los objetivos que el adaptador y director Alex Rigola había manifestado experimentar con este trabajo. El primero se refería a la relación del creador teatral con el público. Creo haber leído alguna declaración suya sobre la cuarta pared. ¡Bueno! Esa reflexión es ya muy vieja. Por supuesto, que hay que investigar sobre la relación con el público. Es la esencia del teatro. El principal objetivo del hecho teatral. Pero eso no se soluciona, ni siquiera se apunta, convertiendo el texto dramático en una narración y ‘contándoselo’ pedagógicamente al público. El nivel de comunicación no puede estar en ese nivel. Deben existir coordenadas más profundas.
-Respecto a este punto concreto, el pensamiento que yo tenía en la cabeza al salir del teatro era el siguiente: la revisión de la comunicación del creador teatral con el público debe nacer del respeto. Si el creador parte de que al espectador hay que tratarle como un menor poco inteligente y nada cultivado, puede ser un error de crasa soberbia. Si cree que hay que explicárselo todo clarito y dárselo triturado para que lo comprenda, el equivocado puede ser él. Si pretende decirle incluso las reflexiones que se debe hacer, sacarle la moraleja deseada, empezamos con mal pie.
-La otra inquietud que el adaptador exponía cuando preparaba este proyecto era revisar las relaciones del intérprete y los personajes. Es una cuestión más intrateatral, pero asunto importante también. En esta propuesta, se da el paso a que los personajes se llamen no como determinó Ibsen y sino por el nombre propio del actor o la actriz que está encima del escenario. Eso ayer pareció crear más confusión que la deseada sorpresa. Parece partir del supuesto, sin demostrar, de que el espectador, al acudir al teatro, está más interesado en las ideas del intérprete que en las del autor. Es de suponer que esta investigación puede caminar por análisis más consistentes. Así que será prudente esperar.
-De todos modos, cabe recordar que ya se vendió como un progreso revolucionario del teatro tirar del pedestal de la divinidad al texto teatral y al autor como tótem intocable. Sería un error similar situar en ese pedestal intocable otro de los muchos elementos parciales del teatro.
-Todos esos pensamientos contradictorios ocuparon mi mente desde el Teatro Arraiga hasta mi casa. No me dio tiempo para lograr conclusiones definitivas. Algunos indicios ponían nostalgia en la consistencia del autor noruego sobre las lagunas de este experimento. Así que, cuando llegué ya de noche total, incluso antes de cenar, busqué el libro con las obras completas de mi admirado Henryk Ibsen.

Esta entrada se escribio el Sábado, 1 diciembre 1 2018 a las 11:16 am. en la categoría: General. Puedes seguir los comentarios de esta entrada usando RSS 2.0 feed. Puedes dejar una respuesta, o trackback desde tu pagina web.

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