Desde la fila tres del patio de butacas
Por David Barbero | 5 octubre 2019 - 10:52 am
Categoría: General

David Barbero
-Cuando caminaba ayer por la tarde hacia el teatro Arriaga para ver el espectáculo ‘El amor brujo. Siete canciones populares españolas’, me dominaba el sentimiento de esperanza. Estaba convencido, o casi, de que iba a asistir a un espectáculo muy potente y sugestivo. Esperaba ser contagiado de las cualidades que presiden el espíritu del grande, rico, pasional y profundo compositor Manuel de Falla. En concreto, confiaba en ‘vivir’ esta obra, misteriosa, sutil, gitana y bruja, como dice el título.
-Esta esperanza estaba motivada por la confianza que me inspira el actual equipo artístico del teatro municipal bilbaíno, con Calixto Bieito a la cabeza. El espectáculo está dirigido por Barbora Horakova, su discípula por excelencia. También están presentes los jóvenes innovadores, contagiados de ese mismo ánimo creador. Participan James Rosental en las coreografías, Ellyn Hebron como bailarina, Janiv Oron, como instrumentista innovador, el artista visual Domenico Billari y el responsable en audiovisuales Sergio Verde. Además, trabajan Arantza Heredia, en la iluminación, y Oscar Armendariz, en el vestuario.
-Por lo que había visto, con anterioridad, de este equipo joven, han adquirido una maestría en el tratamiento de lo que podemos llamar musicales clásicos como oratorios, cantatas y hasta óperas. Trabajan con autores muy destacados del pasado para traerlos a la modernidad. En la mayoría de las ocasiones presenciadas por mí, habían logrado dar a esos espectáculos una fuerza notable, reforzando su esencia, añadiendo la espectacularidad, la sorpresa y el contraste.
-He dicho que caminaba convencido ‘o casi’. He de reconocer que también me remordía una pequeña inquietud. Esta preocupación estaba motivada porque, en algunas de las últimas propuestas, me había parecido que el espíritu del autor clásico y las aportaciones del equipo innovador no caminaban en la misma dirección. Como si no se hubiera acertado en el tratamiento apropiado. O quizá hubiera fallado el análisis realizado sin llegar a la esencia de la obra. Como si las innovaciones y sorpresas ya estuvieran pensadas antes de elegir el proyecto.
-Lamentablemente para mí, ayer durante el desarrollo de ‘El amor brujo. Siete canciones populares españolas’, la preocupación se fue haciendo más grande. Y se me fue apagando la esperanza.
-He de reconocer que algunos de los elementos técnicos y artísticos del espectáculo me parecieron de gran valor, sorprendentes y hasta fantásticos. Otros, no tanto. Pero en general, tuve la sensación de que no caminaban en la misma dirección del espíritu de Manuel de Falla, de su sugestiva fuerza, su misterio, su contagio, su brujería gitana. Incluso algunos, como la selección de textos científicos y psico analíticos, podían ir en evidente contra corriente.
-Pero muy probablemente esa sensación me la creé yo mismo.

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