Desde la fila tres del patio de butacas
Por David Barbero | 13 octubre 2019 - 10:58 am
Categoría: General

David Barbero
-Adelanto la conclusión: Ayer en Pabellón 6, me confirmé en el muy cuidadoso, intenso y solvente trabajo que exige la improvisación. La teatral y también la personal.
-Asistí a Primo fest. Su segunda edición está teniendo lugar en los locales de este laboratorio teatral en el off Bilbao. Son unas jornadas intensas, variadas y gratificantes. Con su punto de continua sorpresa y humor. Allí están los intérpretes de ‘El Show de Al Tran Tran’, el del ‘Solo de impro’, los participantes en el ‘Free form’, los de la ‘Big band de Bilbao Impro’…
-Además de los espectáculos en directo, realizan talleres, cursos, muestras y exhibiciones. Todo un mundo creado alrededor de la improvisación teatral. Es un género en alza. Emergente. No sólo aquí.
-Por lo visto estos días en Pabellón 6, el nivel adquirido en este difícil arte, aunque a veces no lo parezca, es muy alto. Han participado figuras de reconocido prestigio y de amplia experiencia a nivel internacional.
-He dicho ‘aunque a veces no lo parezca’. Quizá sea un error. Todos somos consientes de que la buena improvisación exige un trabajo serio y constante, unos ejercicios y entrenamiento muy preciso, estar en forma, mental y física, agilidad intelectual, ingenio,…
-Quizá todavía exista el prejuicio de considerar la improvisación como un arte menor. Se suele apreciar más lo se presenta como sesudamente preparado, analizado, contrastado, lentamente construido y repensado.
-No seré yo quien quite mérito a esos valores, si se usan para bien. Pero no hay que restar es mismo mérito a la espontaneidad, la ocurrencia precisa, el golpe oportuno, la puntilla en el momento justo.
-Durante los espectáculos que vi ayer, se me impuso la idea de que esos valores de la espontaneidad, la importancia de lo efímero o el mérito de lo instantáneo transcienden desde el arte hasta la vida misma.
-Quizá el trozo de vida que no toca a cada uno esté más cerca de momentos imprevistos y situaciones no esperadas, que de planeamientos doctrinales eternos o comeduras de coco trascendentales.
-Quizá la buena educación tendría que orientarse a prepararnos a las personas para reaccionar bien en las situaciones en las que debernos improvisar sin poder recurrir a las doctrinas transmitidas de generación en generación.
-Así que estos buenos ejercicios de improvisación pueden ser un sano ejemplo.

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