Desde la fila tres del patio de butacas
Por David Barbero | 12 enero 2020 - 12:32 pm
Categoría: General

David Barbero

-Ayer acudí al Teatro Barakaldo para ver una vez más la obra ‘Copenhague’, escrita por Michael Frayn, dirigida por Claudio Tolcachir, e interpretada por Carlos Hipólito, Emilio Gutiérrez Caba y Malena Gutiérrez.
-Mi propósito era recrearme en las cualidades y perfecciones ya experimentadas. Pero, en esta nueva visión, reviví que una buena obra puede producir nuevas vibraciones cada que se revisa.
-Ayer en Barakaldo tuve una percepción más exacta de la extraordinaria y complicada estructura temporal en el desarrollo de la obra. Su arranque cuando los protagonistas ya están muertos. Las continuas idas y venidas en el tiempo. El minucioso y reiterativo análisis de un solo momento. En todo ese juego, se logra que el espectador no sólo no se pierda sino que profundice en los matices, en las dudas, en las desconfianzas, en la amistad común.
-Otro aspecto que ganó fuerza fue el papel de Margrethe. Teóricamente aparece como secundaria por ser la acompañante del encuentro fundamental. Pero sus intervenciones, su actitud, sus insinuaciones, sus sospechas terminan siendo necesarias para el enriquecimiento de la trama.
-Es también digno de analizar cómo las implicaciones de trascendencia histórica se entremezclan con los conflictos personales. La sincronización entre acontecimientos personales o familiares encaja con las decisiones políticas o bélicas.
-En ese contexto, adquieren una mayor resonancia los planeamientos y los conflictos éticos. Las razones científicas, los motivos estratégicos y las decisiones morales. En este campo, es muy digna de mayor reflexión sobre la ‘ética cuántica’ a la que se alude.
-Ayer. En Barakaldo, hubo ocasión para ver de nuevo la, aparentemente sencilla pero perfectamente calculada, puesta en escena de Claudio Tolcachir. ¡Y de la interpretación qué se puede decir! Sin ellos, esta representación no tendría ni la mitad de la consistencia que tiene. Carlos Hipólito, Emilia Gutiérrez Caba y Malena Gutiérrez.
-Del público, también hay que decir alabanzas. Elegir este obra difícil y exigente tiene su merito. La escucha atenta, silenciosa, detallista, llena de intereses y curiosidad profunda. Y el aplauso final sostenido de reconocimiento y hasta agradecimiento.
-Ah! Incluso ayer la conversación entre aficionados veteranos sirvió para recordar una visión en el 2003, en ese mismo teatro, interpretada por Fernando Delgado, Juan Gea y Sonsoles Benedicto, bajo la dirección de Román Calleja.
-De todos modos, habrá que estar atento a alguna nueva representación. Todavía quedan vivencias y matices que apreciar en este ‘Copenhague’.

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