Desde la fila tres del patio de butacas
Por David Barbero | 25 enero 2020 - 11:38 am
Categoría: General

David Barbero

-Se está representando estos días en el teatro Arriaga de Bilbao la obra ‘Los otros Gondra’ (relato vasco) del autor vizcaíno Borja Ortiz de Gondra.
-Se podría definir, a expensas de matización, como una auto ficción sobre el propio autor y su familia. Una búsqueda de la identidad personal y colectiva. Una investigación en los orígenes más próximos y un poco más lejanos.
-Esta obra ha venido precedida por otra de similares características, estrenada con inmediata anterioridad. Aquella se titulaba ‘Los Gondra: Una historia vasca’.
-Los respectivos añadidos de historia y relato vascos muestran la manifiesta intención de trascender y vincular este propósito con una indagación también social. Unir su desarrollo con el entorno vivido en el país vasco. En la primera obra, se hace alusión al último siglo y la segunda se centra en las últimas décadas.
-Estos aspectos y connotaciones quedan fortalecidas con la presencia del propio autor como intérprete de sí mismo en esa auto ficción – realidad. Expone así su propia búsqueda y sus proyectos, condicionados por las circunstancias que ha tendido que vivir él y su familia.
-He aludido, en el título de este comentario, a la valentía y a los riesgos de este doble proyecto.
-Con la valentía, quiero referirme a que la misión del teatro ha de ser la de tratar y poner a debate sobre el escenario los problemas de la actualidad, los hechos que afectan a las personas de este momento, las circunstancias que nos condicionan, las polémicas que nos afectan, las cuestiones que nos preocupan para bien y para mal.
-En este sentido, debe, a mi juicio, valorarse positivamente el arrojo de Borja Ortiz de Gondra al exponer públicamente su ‘caso’ y tratarlo sin reservas ocultas. Aún sin coincidir, o sí, con su planteamiento o punto de vista, permite un análisis, y quizá una catarsis, no solo personal sino también social.
-En cuanto a los riesgos, pueden existir en una doble vertiente. Por un lado, habría que tratar de evitar que el planteamiento y connotaciones subjetivas empañen o dificulten la aplicación más pública, amplia y generalizada a toda la sociedad. Desde la otra orilla, también podría ser rechazado por prejuicios o posicionamientos fundamentalistas.
-Pueden verse, creo, en el texto y en el proyecto, un honesto propósito de superar esos riesgos. Pero seguramente esto es también subjetivo.
-Sería injusto no hacer alusión destacada a quienes participan en esta aventura teatral. Hay que citar a Josep María Mestres por su dirección detallista y meticulosa llevando a los actores a una fuerte tensión mantenida durante toda la obra. Estos intérpretes son Sonsoles Benedicto, Cecilia Solaguren, Fendra Drame, Marcial Álvarez y Lander Otaola. Además Borja Ortiz de Gondra. También sería un error no valorar la aportación de Clara Notari, en la escenografía e Iñaki Salvador en la música, y Jon Maya en la coreografía.
-Todos participan en la valentía y los riesgos.

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