Desde la fila tres del patio de butacas
Por David Barbero | 29 febrero 2020 - 11:35 am
Categoría: General

David Barbero

-Tuve ayer la satisfacción de ver la obra ‘Barro Rojo’ de Javier Liñera en la Sala Cúpula del Teatro Campos Elíseos dentro del ciclo ‘Teatro de cerca’. Me puse, además, en primera fila para que la proximidad fuera todavía mayor.
-No se trataba de descubrir una nueva obra. ‘Barro Rojo’ lleva representándose, con éxito, desde hace años por una geografía muy amplia. Además, su calidad ha sido ya reconocida con premios y nominaciones.
-El objetivo tampoco era descubrir a Javier Liñera. Se había ganado el crédito profesional ya antes de crear este espectáculo. Lo ha incrementado con él, y en la actualidad sigue haciendo trabajos interesantes en sus diversas facetas de actor, director y autor.
-La intención era deleitarme con este trabajo, disfrutar del buen hacer del autor y protagonista, y comprobar la evolución de la obra con el tiempo.
-Esta comprobación resultó ayer ilustrativa. Sigue quedando clara la hábil síntesis de sus diversos elementos. Primero, tiene apariencia de cabaret. Se recrea, después, en elementos del transformismo. El humor se va haciendo progresivamente más serio. Adquiere tonos de denuncia, Entra en el drama. Concluye en el testimonio duro e impactante.
-Un aspecto curioso es la riqueza del viaje –mejor los viajes, en plural- que sirve de estructura a la obra. Se detiene en estaciones imaginarias. Del campo de concentración nazi de Hitler, pasa a las cárceles españolas de Franco. El pasado se mezcla y se retroalimenta con el presente. La historia del tío se identifica con la del sobrino. Estos tránsitos se hacen con plasticidad visual. Sin abandonar la denuncia, nos encontramos impactados por la crudeza de unas vidas destrozadas por los prejuicios y los intereses sociales.
-Se expone un intencionado y severo análisis sobre la familia. La fuerza represora de su estructura. La severa caracterización de los padres, de la madre, que se trasforma en esposa, que también actúa como hermana y asimismo es abuela. Un hogar donde no caben ni el tío ni el sobrino ‘diferentes’.
-En lo estrictamente teatral, he aludido antes a su plasticidad visual. En la mayoría de los monólogos, suele haber solo palabras. Predomina la narración. Aquí los hechos se ven, se sienten, se viven, suceden sobre el escenario. Ahí radica su fuerza y la comunicación de las emociones.
-Por todo eso, en este ‘Barro Rojo’ se puede encontrar mucha sinceridad, denuncia, comprensión, rechazo, amargura, también ternura, su dosis de humor, la parte de ironía. En definitiva, muchos colores, además del rojo.

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