Desde la fila tres del patio de butacas
Por David Barbero | 2 julio 2020 - 12:35 pm
Categoría: General

David Barbero

-A pesar de la lluvia, ayer fui andando hasta la sala de la Fundición de Bilbao. Acudí especialmente interesado. Convencido, como siempre, de que hay acontecimientos teatrales que sólo tienen lugar en esta sala.
-Se trataba de una performance titulada ‘Ningún hombre me llevará a la cumbre’. Sé que a muchas personas, incluso entre la vanguardia, les asusta un poco esto de las performances. Yo, en cambio, creo que hay asuntos que requieren su tratamiento en este género.
-Ese requisito sucedía ayer. Se trataba de exponer vivencialmente la transformación integral llevada a cabo por Mauricio para convertirse en Celeste. Quizá la vivencia más profunda que se puede realizar. Exige la implicación de todos los elementos y capacidades de la persona. Implica a todas las emociones, conocimientos, recursos, sentimientos, incertidumbres, deseos, dudas, condición, género, sexo…
-Al llegar a la ‘Fundi’, comprobé que el interés era muy compartido. El aforo, aunque obligatoriamente reducido, estuvo lleno. Había expectación, inquietud, curiosidad. Admitamos que quizá un poco de morbo. Pero, sobre todo, se notaba un deseo abierto y cómplice de participar en la comprensión de esa transformación.
-En la representación, estaban los elementos necesarios: las metáforas del bosque quemado, las cartas personales, un tono poético, una música impactante, movimientos de danza en dos direcciones, juegos de luces, la presencia del protagonista real…
-Sin embargo, la aventura, la vivencia performática, a mi juicio, se quedó corta, deshilvanada, puede ser que inmadura. No lo sé. Otras personas a mi lado, -quiero decir a la distancia de dos metros y con mascarilla- quedaron impactadas. Pudo ser culpa mía.
-Es posible que yo hubiera puesto demasiadas esperanzas en el género de la performance.
-Pero quizá esto tenga todavía remedio. Es una aventura teatral que aún está creciendo. Puede llegar a la ‘cumbre’. Sería estupendo y merece la pena. Creo.

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