Desde la fila tres del patio de butacas
Por David Barbero | 22 noviembre 2020 - 12:01 am
Categoría: General

David Barbero
-Los organizadores del festival internacional de danza contemporánea Dantzaldia suelen medir todos los detalles. No dan puntada sin intención. Estoy seguro de que haber colocado el flamenco de Ana Morales en el museo Guggenheim es un dato a tener en cuenta.
-Cuando se desea destacar la importancia de alguien o de algo se suele utilizar la expresión de que es un ‘peso pesado’, voluminoso, sólido, consistente, inmutable.
-Yo tengo la intención de destacar los valores de la bailaora y coreógrafa de flamenco Ana Morales y de la suite ‘Sin permiso’ que ha presentado esta tarde en el auditórium del Museo Guggenheim de Bilbao. Pero voy a utilizar la expresión contraria. Deseo aludir a su dinamismo, su fuerza, su ligereza, su elasticidad, sutileza, imaginación, emociones, poesía, recuerdos, nostalgia, preguntas, exorcismo depurador.
-El título se completa con el añadido ‘Canciones para el silencio’. Alusión al recuerdo del padre desaparecido, de su manera de ver la vida, el arte, el flamenco, las influencias vividas. Una relación fuerte, llena de matices. No todos en la misma dirección. Algún desencuentro. Quizá el haberla llevado a nacer en el exilio. También la alegría y la fuerza del reencuentro. La construcción conflictiva de la personalidad propia. La aceptación mutua y hasta la protección final bajo su abrigo.
-En esta suite, están incluidas muchas vivencias y creaciones. A pesar de su juventud. Desde ‘De sandalia a tacón’, con el recuerdo de las bailaoras gaditanas tan lejanas como el siglo dos antes del mismísimo Cristo. La reutilización de todos los elementos posibles, para ‘ReciclARTE’ y crear algo nuevo partiendo de lo antiguo. Los acontecimientos vitales que han marcado y llenado la ‘Calleja del agua’. ‘Los pasos perdidos’, bailes sin hilo argumental pero unidos por poner la técnica al servicio de sentimiento.
-Supongo que por todo esto, Ana Morales y su ‘Sin permiso’ han sido colocados esta tarde en el Museo Guggenheim de Bilbao. Ha estado acompañada, en el baile, por José Manuel Álvarez; Juan José Amador en el cante; José Antonio Suarez, en la guitarra; y Daniel Suarez, en la batería.
-De todos ellos, hay destacar su calidad. Y el convencimiento de que, cuando se dominan las técnicas, es cuando se puede trasgredir y renovar.
-Además, he creído ver, en este espectáculo, una gran plasticidad pictórica. Símbolos e imágenes. Entre los picassianos, sin duda el caballo. Y me ha venido el recuerdo de espectáculos suyos anteriores sobre Picasso, Dalí o Frida Kahlo.
-Así, Ana y sus compañeros se han podido contagiar por el arte emanado del museo contemporáneo y el titanio modernista se ha teñido de su flamenco innovador.

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