David Barbero
-Hay quien piensa que, en el ballet y la danza, se debe atender sólo a los aspectos estéticos. La pieza ‘Paraíso de los negros’ de María Pagés y El Arbi El-Harti demuestra que siendo en ella la estética extraordinariamente muy cuidada, hay además otros aspectos de gran interés junto a ella.
-La obra, que se ha presentado esta tarde en el teatro Arriaga de Bilbao, se nutre de infinidad de fuentes creativas. Ahí están Federico García Lorca, Carl Van Vechten, Léopold Sédar Senghor, o Nina Simone, entre otras personalidades del mundo del arte. Son referencias a artistas que han tratado la ‘negritud’ en sus obras como una base filosófica, emocional y también de reivindicación, con la que ha ido construyéndose este espectáculo.
Es una obra sobre la continua búsqueda de la felicidad. Explora los límites y las limitaciones humanas que limitan y obstruyen el camino hacia la libertad y el deseo. Consigue adentrar al espectador, en un universo sensorial de luces y sombras, de sonidos y de imágenes. Un mundo donde la nada y el perfección conviven dentro de unos límites del individuo.
A través de la danza, el cante, el texto y la música, es decir a través de todas las artes escénicas, la obra coloca de cara contra el abismo interno del que no nos atrevemos a salir y trascender por miedos o por perezas. También hay catarsis emocional para terminar llegando a la libertad. Este paso se ve y se vive en una escena final de un impacto extraordinario y de una belleza total. Del vació y las sombras, se pasa a una visión más ferviente y luminosa.
La figura de María Pagés resulta hipnótica y absorbente, llenando con su única presencia todo el escenario. Todo aquello que se veía comprimido al comienzo de la obra, va saltando por los aires. Toda esa marabunta de emociones, propias del mundo flamenco, hacen que el público entre en trance con los movimientos, los sonidos y la palabra.
La última parte del espectáculo ha resultado todavía más poética y conmovedora, en la que la lucha y el conflicto interno da paso a una serenidad, como un nuevo resurgir, como la manera de romper las cadenas, con su caída material de manera totalmente impactante y llena de emoción. Esa sensación final ha dejado un sabor de optimismo y esperanza en relación con nuestra condición humana esencial.
Es preciso y de total justicia destacar los grandes valores en todos los sentidos de María Pagés, como una gran artista. En idea, la dirección, la coreografía, la escenografía y el diseño integral. Junto a ella, como complemento importante en casi todos esos aspectos, hay que citar a El Arbi El Harti, autor también de las letras..
También es de justicia y como reconocimiento citar al resto de integrantes de su compañía. En el cante están Ana Ramón y Cristina Pedrosa. En la guitarra, Rubén Levaniegos. En el chelo, Sergio Menem, En el violín, Graci dce Saz. Y en la percusión, Txema Uriarte.
-En la sesión de esta tarde en el teatro Arriaga de Bilbao, durante toda la representación, se ha producido una manifiesta, palpable, comunicación, reconocida con aplausos reiterados, que al final han sido emocionados y muy prolongados. Además, tras la función, se ha producido un muy gratificante y entrañable coloquio entre la propia María Pagés y una gran parte del público que se ha mantenido en sus butacas.