David Barbero
-Voy a adelantar una opinión que es bastante compartida por los espectadores y aficionados con los que he hablado esta tarde-noche. La ópera Adriana Lecouvreur, de Francesco Cilea, que se está representando estos días en Bilbao, dentro de la temporada numero 74 de la ABAO, es una una de las que reúne más elementos positivos entre las ofrecidas en los últimos años.
Esa sensación es producida por la conjunción de las cualidades positivas intrínsecas de la composición y el libreto, unidas a la buena interpretación de los cantantes, a la dirección musical, la participación de la orquesta, la del coro, y también la dirección de la puesta en escena y hasta el diseño del vestuario.
Con tintes veristas, la historia está inspirada en la vida real de la legendaria actriz Adrienne Lecouvreur. Confronta la pasión de la protagonista con los celos de la princesa de Bouillon, ambas enamoradas de un joven aristócrata. Esto permite un juego anecdótico más vivo de lo habitual en el que aparecen rivalidades artísticas, sociales y políticas. En este sentido, cabe destacar las características favorables del libreto elaborado por Arturo Colautti que no siempre son atendidas en este género. Tomó como base una obra de teatro que tenía el mismo título.
En opinión de los entendidos, se trata de una ópera exigente musicalmente para los cantantes y que, a la vez, favorece el lucimiento de sus voces, como en esta ocasión ha sucedido. Maria Agresta aborda el personaje principal, un papel de diva por excelencia, junto a Silvia Tro Santafé, Jorge de León y Carlos Álvarez en el agradecido rol de Michonnet. Sus buenos trabajos han sido premiados con sonoros aplausos.
Marco Armiliato, considerado uno de los grandes directores musicales de la actualidad, invitado por los principales teatros del mundo, ha estado al frente de la Bilbao Orkestra Sinfonikoa para dirigir la intensidad dramática, la belleza melódica y la extraordinaria orquestación de esta partitura. Han estado acompañados por el Coro de Ópera de Bilbao, dirigido por Esteban Urzelai.
La nueva producción ha sido dirigida escénicamente por Mario Pontiggia, quien ha propuesto una mirada respetuosa hacia el espíritu original de la obra, trasladando la acción a los inicios del siglo XX como homenaje a la gran actriz Sarah Bernhardt. La escenografía de Antonella Conte evoca los teatros históricos, mientras que el vestuario de Marco Nateri y la iluminación de Andrea Ledda completan un marco visual coherente con el dramatismo del libreto.
De esta manera, se ha comentado que esta representación de ‘Adriana Lecouvreur’, aun no figurando entre las más reconocidas y representadas, ha caminado en la dirección de considerar a la ópera como la representación escénica total. Con lo que queda justificada la opinión expresada al principio.