Desde la fila tres del patio de butacas
Por David Barbero | 7 diciembre 2017 - 11:13 am
Categoría: General

David Barbero

-Vamos a comenzar con una propuesta. Es hora de revisar el nombre a eso que se ha vendido llamando, durante casi siete décadas, el teatro del absurdo. No hay ningún motivo para aplicarle ese nombre. Es cierto que no sigue las reglas que han establecido los teóricos en la lógica de la comunicación verbal. Pero tiene otros mecanismos para la transmisión de situaciones, emociones, realidades sociales y hasta conceptos filosóficos mucho más directos que esa vía que ellos llaman cuerda, lógica o inteligible.
-Esta justa exigencia de cambio de nombre ha quedado manifiesta, una vez más, con la excelente representación de ’La cantante calva’ de Eugene Ionesco que está teniendo lugar en el teatro Arriaga de Bilbao.
-Es ya conocido que Eugene Ionesco escribió este texto tras realizar un cuso para aprender inglés. Quedó impresionado por las frases estereotipadas que se ofrecían a los alumnos con el fin de habituarse al uso del idioma más hablado en occidente. Se proponían como las expresiones más usadas y las más necesarias para los futuros practicantes de esa lengua.
-La obra está escrita con ese tipo de frases y con otras que se consideran expresiones ‘hechas’ o refranes populares o calificativos utilizados en la cotidianidad.
-Con estos datos, podríamos llegar ya a la siguiente conclusión: Si seguimos utilizando la calificación de absurdo, no la aplicamos a ese tipo concreto de teatro, sino a la manera común que tenemos los humanos de expresarnos y, en definitiva, a nuestra forma de vivir.
–Se puede considerar, por lo tanto, este montaje de ‘La cantante calva’ un acierto muy oportuno, lúcido y actual. Debe, o puede, llevar a una revisión de nuestras costumbres, consideradas lógicas, y a nuestros hábitos en la comunicación, considerados eficaces.
-La propuesta teatral del director Luis Luque y de la adaptadora Natalia Menéndez destacan esta interpretación con una puesta en escena limpia, inteligente, dinámica y entretenida. En ella, se señalan los diversos matices, unos cómicos, otros más sesudos y algunos llenos de ironía y hasta de crítica social en profundidad.
-Las interpretaciones tienen la inteligencia de llegar a parecer sencillas y naturales. Pero evidencian que, detrás de la actuación de las actrices y los actores, hay un gran trabajo desarrollado con meticulosidad y con precisión muy estudiada. Así que es de justicia citar sus nombres. Adriana Ozores, Fernando Tejero, Joaquín Climent, Carmen Ruiz, Javier Pereira y Helena lanza.
-Podemos terminar como empezamos proponiendo el cambio del adjetivo ‘absurdo’ en este tipo de teatro. Pero también lo podernos hacer gritando ‘Viva el absurdo’.

Desde la fila tres del patio de butacas
Por David Barbero | 3 diciembre 2017 - 12:02 pm
Categoría: General

David Barbero

-Cuando fui ayer al Teatro Serantes de Santurtzi para ver la representación de ‘He nacido para verte sonreír’, ya había leído algunas cosas sobre el espectáculo. También sobre el autor, el director y los intérpretes.
-Sabía de los éxitos teatrales y cinematógrafos del autor Santiago Loza, en sus tierras argentinas. También tenía el dato de que era la primera vez que un texto suyo se estrenaba en España.
-El promotor de este estreno en España es el director también argentino Pablo Messiez, que es admirador de este autor compatriota. De Messiez, ya conocía otros montajes. El que más se destaca en los comentarios es el de ‘La piedra oscura’. Ganó muchos premios. Aunque tampoco convenció a todos.
-La admiración de Messiez hacia este texto de Loza queda reflejada en la referencia que incluye el programa de mano. Todo son alabanzas. Tanto que viene a producir la sensación de que se trata de una defensa. Y cuando algo debe ser defendido tan explícitamente, puede causar cierta sospecha en el lector.
-De la obra, ya sabía que recogía la despedida de una madre hacia su hijo. Iba a ser internado en un centro psiquiátrico por decisión de sus padres. La razón que se da en el texto para internarle es que su agresividad había llegado a límites intolerables.
-Este punto de la agresividad puede producir sorpresa al ver la caracterización del personaje. Se halla en un estado tan catatónico de la enfermedad que es difícil imaginárselo atacando a alguien. También es complicado justificar por qué los padres, que le han ‘aguantado’ hasta ese momento, deciden ahora internarlo.
-Reconozco que del monólogo de la madre, situada en ese momento tan duro y crítico, había leído comentarios contradictorios. Unos insistían en la gran emotividad y desgarro personal con que transcurría. Otros, en cambio, aludían a su carácter premioso, acumulativo y verborreico. Algún compañero de butaca debió encontrar muchos aspectos cómicos, ya que no dejó de reírse a pesar del dramatismo de la situación.
-Al terminar el espectáculo, oí una interpretación diferente. Para ese espectador, la verdaderamente loca era la madre. Se hallada tan lejana de la realidad como su hijo, aunque en dirección opuesta. Otro aficionado, sin embargo, especulaba que la madre era la culpable del estado del hijo a causa de su asfixiante comportamiento neurótico hacia él.
-No sé si influido por todas esas interpretaciones, a mí me costó percibir el auténtico propósito del autor. Y metido en los análisis, no me llegó toda la emotividad prometida.
-De los dos intérpretes, Isabel Ordaz y Nacho Sánchez, la opinión de mis contertulios era unánime. Se alababa su esfuerzo en la encarnación de los dos personajes y su respeto a las versiones aportadas por el autor y el director.
-Ah! Tampoco supe decidirme sobre la ambivalencia interpretativa de la escenografía de la siempre admirada Elisa Sanz. La mayoría de mis interlocutores pensaban que trataba de reflejar el nido acogedor y protector que el joven debía abandonar. Pero otros pensaban que las puntiagudas ramas de arbustos eran intimidatorias.
-En definitiva, creo que es urgente que Vds. aprovechen la primera ocasión que se les brinde para ver la obra y llegar a sus propias conclusiones.

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