-Mira que hay revoluciones bonitas, pero ésta del ramadán, me parece especialmente entrañable.
-Yo me sigo quedando con la revolución del clavel. Soy muy romántica.
-Además, es muy pacífica y muy fácil de realizar. Te vas a un parque público en un país musulmán, extiendes el mantel en la hierba y sacas un trozo de pan, un poco de queso, galletas, pastelitos.
-Puestos así, yo sacaría también chorizo.
-Ten en cuenta que es un país musulmán.
-Pero si vamos a hacer una revolución, hagámosla ya con chorizo.
-Y un poquito de vino.
-Por lo menos, con cava.
-¡Qué frívolos sois! Yo deseaba destacar la valentía de unas jóvenes, sobre todo son mujeres, que están haciendo frente a las dictaduras religiosas en los países musulmanes y han cogido como símbolo la obligación religiosa de ayunar durante el mes del ramadán.
-La policía les puede dar caña. Hay un artículo del código penal en esos países que permite encarcelar a los que coman públicamente durante ese mes.
-Eso es una dictadura como dios manda, nunca mejor dicho.
-Estoy contenta, por que hemos encontrado una nueva función a la comida. También sirve para hacer la revolución.