David Barbero
-Me voy a referir, en este comentario, a la obra que he visto hace un rato en la Sala La Fundición de Bilbao. La ha representado la veterana compañía madrileña Cambaleo teatro. El título es ‘Algún sitio para volver’.
-Como habéis visto, he encabezado este comentario con el mismo título de la obra. Sintetiza perfectamente lo que he sentido durante su representación. En todo caso, podría añadir algo: Algún sitio para volver, y reencontrarse a sí mismo.
-La compañía Cambaleo teatro está a punto de cumplir cuarenta años de actividad. Su núcleo duro está en ella desde su fundación. Desde ese momento, tenían claro su propósito. Se podría definir como un teatro político y de vanguardia. Y a ese espíritu, se han mantenido fieles durante estas cuatro décadas. Se podría decir que en el fondo y en las formas.
-Esa naturaleza firme e inmutable se nota hasta en la manera de autodefinir su propio espectáculo. Cito textualmente. ‘Un lugar…’ aborda preguntas fundamentales sobre cómo vivimos’. En esa contundencia, y hasta solemnidad, demuestran lo arraigado de sus convencimientos. La firmeza de su ideología. La perseverancia en sus propósitos. Y la constancia en la dirección de su trabajo teatral.
-A continuación, detallan cuáles son esas cuestiones que siguen siendo fundamentales para ellos durante estas cuatro décadas. ‘Preguntas sobre el trabajo, el miedo a la incertidumbre, la seducción que ejerce el sistema sobre las personas, las ruinas del capitalismo, el paso del tiempo…’. También los definen.
-Esa misma rotundidez y contundencia demuestran al definir la misión que, a su juicio, debe cumplir el teatro ‘Un teatro es una casa donde se rinde culto a la razón y al conocimiento. Donde se preguntas qué significa ser persona. Donde se desafía a los dioses y al poder’. Pueden sorprender a muchos, incluso teatreros, en los tiempos presentes.
-Como testimonio, debo exponer sus nombres. En la dramaturgia y la dirección, está Carlos Sarrió. Los intérpretes son: Eva Blanco, Julio García, Martín Cano, Flor Goldstein, Antonio Sarrió y Julia Eme.
-Recientemente, se han visto muy perjudicialmente afectados por una muy lamentable decisión municipal de la población del sur de la Comunidad de Madrid donde han tenido su residencia durante todos estos años. Por esa arbitraria decisión, han visto cerrado su local, tan bruscamente que no han podido ni recoger sus pertenencias.
-Siendo fieles a su propósito, naturaleza y decisión, ellos siguen con su trabajo teatral, a pesar del premeditado intento de destruirlos. Tienen varios espectáculos en gira. Y ya están ultimando el que va a conmemorar sus primeras cuatro décadas de trabajo.
-No sé lo que pensáis. Pero a mí, me parece difícil no coincidir en el aplauso y el apoyo a su firmeza, fidelidad, constancia y decisión. Y también alabar la actitud de La Fundición acogiéndolos. A todos ellos, se les puede aplicar el título de ‘Algún sitio para volver’.
David Barbero
-Deduzco que el título de este comentario es malo, porque debo explicarlo. Recuerdo que el poema de García Lorca, y la canción siguiente, decía ‘La Tarara, sí. La tarara, no’. Yo he querido reafirmar La tarara, por dos veces.
-Lo he hecho como muestra de reconocimiento a lo que he visto y sentido esta tarde en el teatro Arriaga de Bilbao. Allí se ha estrenado la obra teatral titulada ‘Tarara/La tarara’. Lo ha hecho la reconocida compañía guipuzcoana Hika sobre el texto de la escritora alicantina Josi Alvarado.
-Reconozco que a mí me gusta acudir al teatro caminando. Imaginando lo que voy a ver, a partir de los datos que ya conozco sobre el proyecto. No digo que deba hacerse así. Pero a mí, me sirve para tener los ‘datos’ recientes, desde el principio de la función.
-Así que, al caminar esta tarde hacia el teatro Arriaga, he re-anotado mentalmente que la acción se desarrollaba en el Bilbao de los años 70. Misteriosos y un poco oscuros los recuerdo. En un barrio bilbaíno muy emblemático: La Palanca o SanFran. Muchos motivos para estimular la imaginación.
-Me he detenido en los personajes. Me atraía que las protagonistas fueran mujeres en situaciones diferentes. ‘Una mujer que había nacido hombre, una madre sin hija y una hija sin madre’. ¡Que buenas definiciones! Con esto, al interés, se añadía más curiosidad.
-También he tratado de imaginarme a la autora Josi Alvarado. Alicantina, He lamentado tener todavía pocas referencias sobre ella. Por mi cuenta, he añadido vinculación con Bilbao. Me ha creado expectativas que, con este texto, haya ganado el primer premio SGAE de teatro Ana Diosdado.
-De la obra, he recuperado que se anunciaba un planteamiento de intriga. A mí, ese propósito me parece muy conveniente siempre. Además, que estaba rodeada de un tono poético. Incluso, he apuntado que se podrían encontrar referencias a García Lorca y a Almodóvar. No son malos apuntes. Habría que estar atentos, me he dicho.
-Sobre la compañía Hika y su directora Agurtzane Intxaurraga no he necesitado recurrir a la imaginación. Hace tiempo que sé de ellas y tengo vivencias anteriores que me daban, antes de entrar, absoluta confianza. La sutileza y habilidad para tratar los temas más duros. La riqueza de matices. La importancia de los detalles pequeños que se convierten en significativos.
-A los intérpretes, también los tenía conocidos y reconocidos. He recordado, primero, sus caras ‘auténticas’. Y después, algunas representaciones que me habían gustado. Los cito como reconocimiento. Unos actúan en euskera; otros en castellano; y algunos en los dos idiomas. Kepa Errasti, Itziar Ituño, Eneritz Artetxe, Sandra Ferrús, Tania Fornieres, Jordana Otxoa, José Cruz Gurrutxaga y Adrián García de los ojos.
-También me gusta detenerme en los que desarrollan los elementos mal llamados técnicos, porque tienen mucho arte. He recreado, en mi mente, algunos trabajos destacados de, por ejemplo, Ikerne Giménez en escenografía y vestuario. O de Adrián García de los ojos y Jordana Otxoa en la música y las canciones. También la iluminación y el grafismo.
-Con esas seguridades y esas confianzas, me he sentado en la butaca de la séptima fila. Y entonces, sí me he dejado llevar. La verdad es que todos ellos me han llevado en angarillas. Me han sorprendido desde el principio. Me han despertado todos los sentidos. No me han dejado desviar los ojos, ni la mente.
-Comienzo por la primera impresión del escenario. Los colores, las luces. El sonido del violín, el piano. La atmosfera. Sobre todo, la atmósfera. Las muy cuidadas interpretaciones. Desde los gestos muy significativos. Las emociones. La fragmentación de las acciones. Los recorridos argumentales. Los intencionados meandros. Los habitantes imaginarios de la mente. Los dolores del alma. La complicidad creada.
-Esta tarde era el estreno en castellano. Ayer fue en euskera. El conjunto mejorará. Todavía más. Cada pequeña pieza se ajustará incluso con más exactitud.
-Ahora, hace un rato, camino de casa, he realizado el repaso a la inversa. Me reafirmo en las reiteraciones afirmativas que he escrito en el título. Una ‘Tarara’ sí en todos los sentidos.
David Barbero
-Hagamos un ejercicio para reconstruir cómo eran la conexión y la influencia de la ópera en la sociedad en tiempos pasados. O imaginémoslo. Podíamos coger como ejemplo a Verdi y su incidencia en los movimientos políticos en Italia. O a Wagner en Alemania.
-Pero tomemos el caso, muy apropiado, de ‘La clemenza di Tito’ de Mozart que se está representando en el Palacio Euskalduna de Bilbao dentro de la temporada número 70 de la ABAO. Debo adelantar que yo la he disfrutado esta tarde-noche con fruición.
-Nos colocamos en la última década del siglo XVIII. Europa estaba conmovida por las ideas revolucionarias procedentes de Francia. La época de los absolutismos reales y la creencia de que el poder llegaba a los reyes por derecho divino estaba dando las últimas.
-En Austria, el emperador Leopoldo II iba a ser coronado. Con ocasión de tal acontecimiento, se encarga una ópera. Y sus creadores aprovechan para tratar el tema del poder. La manera de gobernar. Para hacer una propuesta de gobernanza. Para proponer un modelo. Y así influir en la sociedad del momento en que fue compuesta esa ópera.
-Como libreto, se elige un texto de Caterino Tommaso Mazzola. Basado en otro del reconocido Pietro Metastasio. Trata sobre el emperador romano Tito. Se alaba su tolerancia y su clemencia en medio de las intrigas palaciegas para hacerse violentamente por el poder. Se le pone como ejemplo a imitar por el rey que va a ser coronado, por su clemencia y tolerancia.
-Para componer la música, se estudian diversas posibilidades. Al final, se decantan por W. A. Mozart, que era masón y estaba influenciado por las nuevas ideas sociales. Entonces, estaba terminando ‘La flauta mágica’. Pero realizó el compromiso en poco tiempo para tenerlo preparado en la fecha indicada.
-Resultó que al homenajeado, Leopoldo II, no le gustó mucho el regalo. También se provocó polémica ideológica y una reacción en la sociedad de entonces. Algo similar a lo que ocurría con los estrenos de los aludidos anteriormente Verdi, Wagner y otros.
-Sucede que, ahora, se repone esta destacable ópera de Mozart, casi tres siglos después. Coincide también con un tiempo de turbulencias políticas y crisis sociales. Se realiza una puesta en escena muy cuidada. Se elige a cantantes de gran calidad. Se respeta, como intocables, el texto y la música de entonces.
-En estas circunstancias, como sucede ahora con las grandes reposiciones operísticas, ‘La clemenza di Tito’ se queda en un acontecimiento estético, lúdico, musical, para los especialistas aficionados al género. Pero no transciende al ámbito social, o político o ideológico. No conecta con la sociedad de hoy más que estéticamente.
-Los comentarios sobre el acontecimiento han alabado la excelencia de la música que compuso Mozart ha muchísimo tiempo. También se han referido a excelentes cualidades de los cantantes. Ha habido muchas alabanzas y muy merecidas para Vanessa Goikoetxea, Daniela Mack o Paolo Fanale. Se han hecho referencias positivas al director musical Riccardo Frizza y a la orquesta de Euskadi. También se ha alabado la puesta en escena de Fabio Ceresa.
-Yo mismo he hecho, más arriba, alusión a mi satisfacción artística durante la representación de ‘La clemenza di Tito’. Pero no ha habido referencias sobre la aplicación de esas ideas, o la conexión con el momento actual, o las connotaciones que podría tener con los gobernantes de hoy.
-Por esa razón, a la salida, me han venido a la cabeza varias preguntas: ¿Se ha convertido la ópera en un museo donde se exhiben bellos cuadros antiguos? ¿Qué habría que hacer para lograr la deseada implicación? Si hay que conectar la sociedad y la ópera, ¿qué debería hacer la sociedad? ¿Qué debería hacer la ópera?
-No creáis que he dado con la solución. A mí, me parece muy difícil.
David Barbero
-Esta tarde, a las siete, he asistido, en la sala La Fundición de Bilbao, a la representación de la obra ‘Lázaro’. Por precisar más, debo decir que ha comenzado con unos diez minutos de retraso. La adaptación, la dirección y la interpretación ha sido responsabilidad de Roberto Hoyo. En síntesis, es la actualización de la novela picaresca clásica, ‘El lazarillo de Tormes’.
-Por la mañana, yo había tenido una polémica. Advierto desde el principio, que no se ha producido ninguna violencia ni la sangre ha llegado al río. Ha sido una confrontación de opiniones. Se ha producido cuando, he comentado mi intención de acudir a la actualización teatral de este texto clásico.
-Las posiciones encontradas eran las siguientes. Unos opinaban que los clásicos deben ser respetados. Y se aseguraba que generalmente los añadidos son de inferior calidad y las supresiones no están justificadas. Enfrente, se defendía que, en teatro, la referencia debe ser siempre el público al que se dirige el espectáculo. Por lo tanto, es oportuno acercar el texto clásico a las preocupaciones y a las formas de expresión actuales.
-Como suele suceder en las discusiones, tampoco en esta ocasión se ha llegado a ningún acuerdo. Nadie de los participantes ha cedido un ápice de sus posiciones.
-La actualización que he visto después ha sido integral. Con todas las consecuencias. Se han respetado, eso sí, el espíritu del personaje, la situación general, algunas expresiones, pocas, y el tema de la picaresca, o la vida arrastrada y semi canalla. Pero la ambientación, las referencias, los trapicheos, los conflictos y, desde luego, el ambiente, han sido traídos hasta hoy mismo. Y colocados en los ambientes y formas en que esa vida se desarrolla ahora.
-Se han incluido ritmos actuales como el rap o la ‘Break dance’. Por supuesto, se ha cambiado el estilo literario. Se han utilizado expresiones directas y coloquiales. Es decir, formalmente la actualización ha dado la vuelta a la obra, como se hace con un calcetín.
-En esa labor, a mi juicio, Roberto Hoyo, de tan sólo 25 años, ha demostrado tener cualidades y habilidad muy destacadas. Tanto en la autoría como en la dirección y en la interpretación. Ha planteado la comunicación con el público de una forma innovadora incluso a lo existente en este momento. Y como actor, ha realizado una exhibición de ductilidad, naturalidad muy trabajada, capacidad de reacción inmediata y expresividad.
-En esta labor escénica, ha estado acompañado por Marco Felipe Ferreira, como diseñador del sonido en directo. Su labor ha contribuido de modo decisivo a conseguir la calidad técnica y el objetivo actualizador. De la exactitud en la iluminación, se puede afirmar lo mismo.
-Es preciso añadir que Roberto Hoyo viene realizando este trabajo de acercar clásicos desde hace un poco de tiempo, dada su juventud. Tiene desde hace tres años compañía propia. Para que sirva de referencia, ya ha aplicado este tratamiento a personajes clásicos tan diferentes y emblemáticos como Hamlet o Don Juan.
-Así que, al salir del teatro, lo primero que he hecho ha sido llamar a los participantes en la inútil discusión de la mañana. Les he dicho que deben ir mañana a ver la obra ‘Lázaro’, que se vuelve a representar en la sala La fundición de Bilbao. Les clarificará mucho las ideas.
David Barbero
-Esta tarde me he ratificado en la idea de que el circo camina hacia el espectáculo integral. Ha sido en el Teatro Arriaga de Bilbao. Allí he asistido a la representación de la pieza ‘Passagers’ de la compañía circense de Canadá ‘Les 7 doigts’.
-Debo precisar. No quiero decir que todos los espectáculos de circo vayan en esa dirección. Sé que hay chistes malos, malabaristas poco entrenados y hasta payasos aburridos y sesiones circenses planas.
-Pero el circo, en las carpas y sobre los escenarios, va incorporando elementos expresivos muy potentes para sorprender, encandilar, atraer la atención y no soltarla. También para contar historias, o inventarlas. Para provocar emociones. Para excitar la imaginación. Incluso para difundir actitudes ante la vida y la sociedad.
-‘Passagers’, como se alude en el título, toma al tren como símbolo o metáfora de la vida. A modo de un viaje con numerosas estaciones. En cualquiera de ellas, te puedes incorporar a la aventura o abandonar el trayecto. Y durante el tránsito, quizá te encuentres con sorpresas que cambien tu vida. También puedes tú tomar iniciativas que llevarán a encuentros enriquecedores. O es posible que descarrille, o se pare o se quede sin luz.
-En el tren, como en la vida, caben todo tipo de personajes. Me corrijo. Caben todo tipo de personas. Eso parece más real. Cada una lleva, en la mochila, las experiencias sufridas y las esperanzas por disfrutar. Otras toman la opción de tirar esa mochila por la ventanilla y saltar de asiento en asiento sin compromisos ni preocupaciones.
-La autora, directora y coreógrafa de este espectáculo es Shana Carroll. Ella dirige también la compañía, en cuya creación participó hace ya un par de décadas. Dice que se le ocurrió la idea de este espectáculo como reacción a la muerte de una persona querida.
-Recogió todos los sentimientos, ideas, dolores, quejas, también dudas y explicaciones sobre lo que es la muerte, la marcha, también la vida y los encuentros. El comienzo y el fin. Sobre todo, el muy variado recorrido que hay entre esos dos extremos.
-Para expresarlo y contagiarlo a los espectadores, ha utilizado todos los recursos y medios a su alcance. Acrobacias, (des)equilibrios, juegos, luces, proyecciones, música, danza, saltos peligrosos, colores, trapecios. Y mucha imaginación, claro.
-Como en todo espectáculo escénico, el objetivo es contagiar al público, no dejarle indiferente. Hacerle contener la respiración. En este caso, se trata de que los espectadores suban al tren, jueguen, se diviertan, sientan emociones, piensen, y se bajen cuando quieran o vuelvan a subir.
-Por todos estos motivos, os decía al principio que esta tarde, en el Teatro Arriaga de Bilbao viendo ‘Passagers’, me he ratificado en la idea de que circo camina hacia el espectáculo integral. Seguramente más deprisa que otros géneros escénicos.
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