David Barbero
-Fue, para mí, un placer volver a ver la obra ‘Marat-Sade’, del muy reconocido autor Peter Weiss ayer sábado en el Teatro Barakaldo. Esta vez estaba interpretado por la sólida compañía Atalaya.
-En mi memoria, está el recuerdo, y hasta la nostalgia, de las visiones anteriores. Sobre todo el gran impacto que me produjo el día de su estreno en Madrid en 1968, dirigida y protagonizada por Adolfo Marsillach.
-El montaje de ayer por la compañía Atalaya, a la que admiro, me pareció muy trabajado, cuidado en todos los detalles, muy detallista, muy directo, con espectacularidad, aunque sin lujos innecesarios.
-Han tenido el propósito evidente de responder al título completo de la obra. ‘Persecución y asesinato de Jean Paul Marat, representado por el grupo de actores del Hospicio de Charenton bajo la dirección del señor de Sade’. La localización en el hospicio y el carácter de esos teóricos actores, con su claro punto de desahucio y de locura, dan color propio a la propuesta.
-Sin duda el director Ricardo Iniesta, ha deseado marcar esa nota de autenticidad.
-Ha dado un carácter coral como exige el texto y la intención del autor Peter Weiss. Mantiene a todos los personajes todo el tiempo en escena. Pero también destaca el enfrentamiento entre las dos concepciones vitales del individualismo hedonista del Marqués de Sade y el propósito revolucionario colectivo del ideólogo Marat.
-En el ADN de la compañía Atalaya están, elementos centrales de la evolución del teatro del siglo XX: la épica de Brecht, la crueldad de Artaud, el carácter grotesco de Meyerhold y algunas otras tradiciones de aquellos años. También la obra de Peter Weiss reúne todos esos caracteres. Así que se ajustan como un anillo a su dedo correspondiente.
-Alabanzas particulares merece la interpretación. Todos los intérpretes han realizado un trabajo muy intenso en la configuración de cada personaje y en la creación del ambiente colectivo. Ese trabajo de preparación se nota en la magnífica puesta en escena. Todos son acreedores del más largo de los aplausos. Quizá a la salida del teatro, se oían más los nombres de Carmen Gallardo como presentador, y de Silvia Garzón, en el papel de Carlota Gorday. Pero el resto no desmereció en nada.
-Todo eso lleva a un reconocimiento por el trabajo hecho, al cabo de cada representación. También se ha traducido en numerosos premios
-Aludía yo, al comienzo, al recuerdo de mi presencia en el estreno en Madrid en 1968, cuando todavía vivía y ejercía como dictador aquel general Franco. Aquel acto se convirtió en una manifestación de rebeldía y de protesta cívica y ciudadana. Por eso, sólo se autorizaron tres representaciones. Después vino la autoridad gubernativa para prohibirlo. Ahora tampoco estamos sobrados de auténtica democracia. Pero ‘Marat-Sade’, magnífico y perfecto, se ha convertido ya en un clásico contemporáneo del pasado siglo XX.