David Barbero
-Comienzo con un apunte personal. En varias de las conversaciones que hemos mantenido, ya que nos conocemos de que coincidimos en nuestros años universitarios, le he oído decir al actor Josep María Pou que él se ha ido preparando durante toda su trayectoria para ser el actor que es ahora. Que ha ido acumulando experiencias, aprendizajes, detalles, correcciones, descubrimientos, dudas, incluso equivocaciones, para ir mejorando. Y que, en este momento de madurez, nota esa acumulación de recursos. Incluso, ha concretado que estaba teniendo esa sensación al encarnar estos pasados meses el muy rico y complejo personaje central de ‘El pare’ en el teatro Romea de Barcelona.
-Este fin de semana, con ocasión de un viaje familiar a Barcelona, he tenido ocasión de ver una de las ultimas representaciones programadas, por ahora, de ‘El pare’ en este teatro barcelonés. He escrito ‘por ahora’, ya que existen planes de próximas giras.
-El texto, como es sabido, pertenece al escritor, dramaturgo y guionista parisino Florian Zeller. Esta función está dirigida por Josep María Mestres. En el reparto, Pou está acompañado por Rosa Renom, Victoria Pagés, Josep Julien, Pep Pla y Miireia Illamola.
-Como el título indica, trata sobre un padre ya mayor, que afronta su proceso de decadencia física y mental. Su memoria comienza a hacerse líquida. Los recuerdos, de confusos pasan a estar vacíos. Tiene dificultades para conocer a los que le rodean e incluso para reconocerse a sí mismo, en un proceso de deterioro y retroceso que le devuelve hasta el seno materno.
-Es este anciano Andreu un personaje lleno de matices, de cambios, de dudas. Pide diferentes registros interpretativos cada muy poco tiempo. Sus falsos o débiles recuerdos chocan con la realidad a cada paso. Está lleno de incertidumbres y es incapaz de afrontarlas. Él se opone, se resiste, se enfada. Pero tiene ya la batalla perdida.
-Un personaje con esa variada riqueza en lo físico y en lo psicológico es una oportunidad y también un grandísimo reto. Es preciso haber acumulado mucha cantidad y mucha precisión de recursos para poder matizar todas sus reacciones. Y es también necesaria una gran agilidad física y mental, una especial rapidez en los reflejos para utilizarlos en el momento exacto, en la medida precisa, en la dimensión ajustada.
-Con todas esas cualidades, Pou encarna un padre frágil, vulnerable, superado por la realidad. Pero también, deseoso de no terminar vencido, con la valentía que le queda, hasta con una buena dosis de rebeldía. Habría que añadir un aspecto creo que destacado en la interpretación. Andreu no es un gran héroe lleno de grandiosidad teatral. Pero tiene su dignidad, su grandeza, su fuerza dentro de la evidente decadencia. En esos matices intermedios, ambiguos, polivalentes, también de detalle, es donde Pou está absolutamente exacto y preciso.
-Ah¡ Hay otro aspecto digno de destacar que está muy matizado en la interpretación de Pou y también en la dirección de Mestres. Es el humor. La obra es definida como farsa trágica. Con muchos elementos cómicos. Desde luego, no de carcajada sonora. Pero sí de media sonrisa. A veces, aderezada de ironía o de amarga nostalgia. También cuestión de matiz, de equilibro en el tono, de medida en el gesto, de precisión en las expresiones.
-Es de justicia decir también que José María Pou está bien rodeado en esta función. Ya he aludido a la sutileza en la dirección de Mestres. El tono interpretativo es muy elevado. Además, muy encajado en un conjunto cómplice. Es preciso destacar en el grupo a Rosa Renom, en el papel de hija.
-Os cuento todo esto con el fin de que vayáis anotando en vuestro disco duro el título de ‘El padre’, con José María Pou, que estará dentro de unos meses en vuestro teatro cercano. A mi juicio, sería un error dejarlo pasar sin verlo.