David Barbero
-Si se quiere ir de modo directo al resultado teatral, es preciso decir que lo más destacable de la pieza ‘Todas las canciones de amor’ que hoy se ha presentado en el Teatro Arriaga, es la actuación de Eduard Fernández, como intérprete único.
-Eso coincide con que, en el origen de este proyecto, está su deseo personal de rendir un homenaje emocional y una despedida entrañable a su madre, Ana María, muerta recientemente, como victima de la pandemia, y sin poder despedirse de ella.
-Además del también deseo personal de realizar un monólogo, reto que no había afrontado hasta ahora, en su ya dilatada carrera como actor.
-El propósito emotivo de amor filial de cumple adecuadamente. Sin embargo, quizá alguien pueda establecer alguna duda sobre si una visión excesivamente nostálgica del pasado lleve a glorificar un modelo de mujer sometida, sacrificada y anulada, que en los tiempos actuales no sea el ejemplo más recomendado. Aunque el tratamiento prioritario del Alzheimer difumine ese aspecto.
-En cuanto al texto original, firmado por el autor argentino Santiago Loza, no se puede decir que ofrezca cualidades destacables en la exposición de la historia, ni novedades en la acción, ni atractivos en el desarrollo. Alguien ha aludido a la existencia de un cierto tono poético. Pero parece tener más efecto una cierta confusión expositiva y la sobreabundancia del discurso teórico sobre las emociones y la acción.
-En el programa de mano, se señala que, sobre ese texto original, se ha realizado una labor de dramaturgia en la que han participado el propio autor Santiago Loza, el director de escena Andrés Lima y el intérprete. Las mejoras conseguidas por ese trabajo compartido tampoco son fáciles de apreciar.
-Donde han coincidido las alabanzas y los elogios ha sido en la valoración del trabajo interpretativo de Eduard Fernández. Cuidado, meticuloso y matizado. Demuestra una muy meritoria labor de meterse en un personaje femenino ya mayor, afectado por la enfermedad, y llenarle de verosimilitud, riqueza psicológica, y empatía.
-Encomiable y novedoso también el planteamiento en la configuración del espacio escénico y las proyecciones, con la utilización de las técnicas de mapping y otras innovaciones que pueden aportar avances en las artes escénicas. En este campo, hay que añadir los nombres de Beatriz Sanjuan y de Miquel Angel Raió,
-El espacio sonoro ha sido objeto de atención y cuidado. El título ya alude a ‘Todas las canciones de amor’ que configuran una vida y una generación. Da la sensación, al escucharlas, que han sido seleccionadas tras una meditada atención. De la música y del espacio sonoro se responsabilizan Jaume Manresa y Enrique Mingo. En este campo, posiblemente nos haya pasado desapercibida la aplicación de técnicas para la modulación y orientación de la voz, que pueden proporcionar valor añadido, si se realiza de modo creíble.
-Una constatación que no admite valoraciones subjetivas es el hecho de los aplausos unánimes, sonoros y prolongados que han obligado a Eduard Fernández a salir reiteradamente para recibir ese largo y caluroso reconocimiento.