David Barbero
-Ayer hubo fiesta en Pabellón 6 de Bilbao. Su compañía joven estrenaba el tercer título: ‘Mi último baile’. Una fiesta de esperanza. Incluso se puede decir que de gran esperanza.
-La primera constatación fue la gran expectación que despiertan los acontecimientos teatrales de pabellón 6. Ayer no solo estaba todo el aforo lleno. En los prolegómenos y después de la función, había efervescencia e incluso excitación ante la expectativa por un acontecimiento singular.
-No se le puede restar reconocimientos de valentía a esta compañía joven. Las propuestas de los años anteriores fueron claramente ambiciosas. La de este año multiplica la dificultad. Han asumido la elaboración de todos los elementos del espectáculo teatral y han introducido una gran complejidad en su estructura.
-Es cierto que han contando con la ayuda de asesores experimentados. Pero el mérito hay que atribuírselo a ellos.
-Junto a ese mérito por el intenso trabajo realizado, hay que colocar la gran experiencia acumulada y el perfeccionamiento en la profesión interpretativa que están iniciando.
-Esa labor, evidentemente, no terminó ayer con el estreno de la obra. A partir de ahora, van a disponer de numerosas representaciones para pulirla y para ir mejorando ellos mismos. Al final de esta experiencia, la obra, y sobre todo ellos, serán mucho mejores.
-La gratificación exterior ya está siendo recibida por los aplausos y por los premios concedidos. La interior debe ir orientada hacia el siguiente peldaño.
-En la fiesta de ayer, las palabras que se escuchaban, dirigidas a esos jóvenes, eran: enhorabuena y ánimo.