Desde la fila tres del patio de butacas
Por David Barbero | 29 abril 2016 - 10:35 am
Categoría: General

David Barbero

-Ayer por la tarde fui andando desde mi casa hasta el pabellón 6, en el off Bilbao. Deseaba ver la representación de ‘Historia (casi) de mi vida’, con el texto autobiográfico del poeta Blas de Otero.
-Como hay un largo trecho, me dio tiempo a ir poniéndome en situación. Mi curiosidad principal se centraba en ver qué se podía hacer teatralmente con un texto extenso de narración poética. Era una curiosidad positiva porque, en mi consideración, el equipo que lo iba a llevar a cabo era completamente de fiar.
-Me coloqué en la primera fila para no perderme detalle.
-Desde el primer momento, comprendí que ese equipo, capitaneado por Ramón Barea en la dirección, había construido una joya escénica sobre ese texto. Esa sensación se mantuvo y se amplió a lo largo de toda la representación.
-Son cuatro actores. El escenario está limpio. Juagan con cuatro paraguas, cuatro maletas de madera, cuatro gabardinas y cuatro corbatas. Pero interpretan y viven cada una de las frases y cada una de las palabras. Se podría decir que no hay acciones físicas, pero hay mucha vida. Se podría decir que ‘no pasa nada sobre el escenario’, pero allí están presentes personajes y conflictos.
-Por orden cronológico, hay que admirar la genialidad del poeta Blas de Otero para contar de esa manera su autobiografía.
-El director, Ramón Barea, ha sabido descubrir el significado y la fuerza de cada palabra. Ha puesto movimiento. Ha señalado expresiones. Ha equilibrado el conjunto y cada una de las partes con el ritmo adecuado.
-Es obligatorio citar a los cuatro intérpretes. Felipe Loza, José Luis Esteban, Mikel Losada e Irene Bau. Logran un conjunto armónico sobre la base de individualidades expresivas. Están todavía en las primeras representaciones, pero muestran una complicidad de las grandes orquestas veteranas.
-Hay que aludir también a la música de Gael Ibarrola. En directo, sobre el escenario. Colabora a engrandecer la expresividad del espectáculo.
-Al volver, el actor Mikel Martínez me invitó a ir en su moto. Fuimos congratulándonos del magnífico espectáculo que habíamos presenciado. No nos enteramos ni del frio ni del viento.

Desde la fila tres del patio de butacas
Por David Barbero | 23 abril 2016 - 5:41 pm
Categoría: General

David Barbero

-Está claro que, en la actualidad y desde hace tiempo, la categoría de los directores de teatro y de los intérpretes se mide por la cantidad y calidad de obras clásicas que dirigen o interpretan. Podría ser que el criterio fuera la cantidad y calidad de obras actuales que dirijan e interpreten para transmitir emociones e ideas actuales al público de ahora mismo. Esto también cuenta. Pero no se puede comparar. Lo que da categoría son los clásicos. Y ‘Hamlet’ está a la cabeza.
-Con esa premisa, hay que reconocer que Miguel del Arco, con este montaje de Hamlet, en la coproducción entre su compañía, Kamikaze, y la compañía de Teatro Clásico, aumenta su ya reconocido predicamento como director y adaptador.
-No se trata de comparar con otras puestas en escena de esta misma obra. Es un montaje con personalidad propia, con calidad, con definición. Merecedor de todas las alabanzas.
-Quizá lo más novedoso, a mi juicio, sea el planteamiento como una reflexión personal del propio Hamlet, con el subjetivismo de reconstruirlo todo dentro de su propia cabeza o en su recuerdo. Aunque ese propósito no se lleve hasta las últimas consecuencias.
-A la interpretación de Israel Elejalde, hay que reconocerle estos mismos meritos. Es una encarnación personal, innovadora y trabajada de este personaje inmortal.
-Junto a él, hay que alabar el trabajo de los otros integrantes del elenco.
-El público está reconociendo estos méritos con aplausos reiterados y largos.
-No habría que olvidarse de los responsables de los aspectos técnicos. Están todos ellos a un elevado nivel.
-¡Enhorabuena!

Desde la fila tres del patio de butacas
Por David Barbero | 18 abril 2016 - 4:10 pm
Categoría: General

David Barbero

-Cuando me acercaba ayer a ver el espectáculo ‘Carne, el carnicero y los pecados de los otros’, pensaba en que, con suerte, podría descubrir los caminos del teatro del futuro.
-Era el espectáculo de la última promoción de alumnos de BAI, el Centro de formación escénica de Barakaldo. Lo representaron en el teatro municipal de esta localidad.
-¡Y van ya veinte cursos!
-Antes de entrar se notaba un ambiente distinto entre un público también distinto del habitual. Una inquietud diferente. En las butacas, había jóvenes aspirantes a ser también profesionales de las artes escénicas. Otros, menos jóvenes, que ya lo son. Familiares nerviosos. Observadores a la caza de novedades.
-El espectáculo evidenció estas mismas preocupaciones. Inquietudes de hacer algo nuevo. Ganas de autoafirmarse. Deseos de exponerse. Propósitos de avanzar.
-Los jóvenes actores y actrices estuvieron ayudados de sus profesores. Pero mostraban decisión de independencia, de autoestima, de firmeza. Se mostraron convencidos de sus aptitudes y de su aprendizaje. Aparecieron algunos nervios lógicos. Pero era más evidente la firmeza del deseo, de la decisión, del propósito de conseguir el objetivo y el sueño establecido. Incluso estaba presente el necesario punto de descaro. Hasta un poco de desafío llegué a notar.
-Una cualidad es evidente en estos nuevos profesionales. Su polifacetismo. Su formación variada y polivalente.
-Al abandonar el teatro Barakaldo, mientras todavia duraban los aplausos y las felicitaciones, pensaba que esta nueva generación viene decidida a pisar fuerte sobre el escenario y quizá con formulas nuevas.
-Así que salí sonriendo.

Desde la fila tres del patio de butacas
Por David Barbero | 17 abril 2016 - 11:02 am
Categoría: General

David Barbero

-Fui ayer al Teatro Barakaldo a ver la obra ‘La sesión final de Freud’. Llegué esperanzado. Había muchos alicientes. Una obra de ideas. Dos personajes muy potentes. Sacados de la realidad histórica y cultural. Un tema transcendente. Un proyecto serio. La garantía de una directora de fiar.
-Además, Freud ha sido, para ti, un director espiritual en los años de juventud.
-Como provocador de pensamiento y de análisis sigue siendo muy estimulante. Al menos, para mí.
-Me desilusionó que en el teatro no hubiera muchos espectadores. El proyecto merecía más atención.
-Debo decir que llevaba también otra preocupación. Era la inquietud por descubrir cómo se trataría escénicamente un debate de ideas con mucha carga teórica.
-Al salir de la representación, tenía la sensación de que los dos actores habían trabajado muy intensamente sus personajes. Los dos son difíciles. Quizá el de Helio Pertegaz, como Freud, requiere un esfuerzo mayor. Pero Eleazar Ruiz, como C.S. Lewis, aporta muchos matices.
-Tamzin Townsend, como directora, demuestra su austeridad junto a la riqueza de detalles que aporta en cada momento y cada acción.
-Todo está cuidado.
-El debate intelectual imaginario entre estos dos grandes pensadores quedó intencionadamente en tablas. Era la decisión previa del autor. No se establece como una lucha de convencimiento o victoria. Desde el primer momento, en el planteamiento, se desecha la intriga del resultado final.
-Las tablas también se acordaron en mi debate interior entre la esperanza del elevado debate de idas y la precaución por poner conflicto en la teorización.

Desde la fila tres del patio de butacas
Por David Barbero | 10 abril 2016 - 6:31 pm
Categoría: General

David Barbero

-Estuve ayer viendo la obra ‘El rey’ en el Teatro Social de Basauri. La vi desde la butaca más alta. Pero estoy contento y agradecido de haber logrado esa localidad. Estaba el teatro completamente lleno desde hace semanas,
-Una buena razón del atractivo por esa obra está en el morbo de tener como personaje protagonista al anterior rey Juan Carlos I. Ese morbo se completaba con el conocimiento de que se hacía un tratamiento crítico de su figura.
-En el programa de mano, ya se plantea directamente la oportunidad o no de tratar como ficción la actualidad real. Se cuestiona sobre la utilización de personajes auténticos con el propósito de analizar los problemas de la sociedad actual. Se pregunta si existe derecho a utilizar a estas personas desde la subjetividad de los autores e intérpretes.
-Tú tienes que responder positivamente. Lo has estado haciendo reiteradamente.
-No sólo creo que existe derecho a hacerlo. Pienso que la obligación del teatro es analizar la situación de los problemas de la sociedad.
-Si el teatro estaba lleno, queda demostrado que también existe entre la sociedad ese deseo de análisis.
-Así que todos, o casi todos, de acuerdo en la oportunidad y la conveniencia de hacer este tipo de obras.
-Además cada uno tiene su derecho a valorar los acontecimientos y los personajes públicos de acuerdo con sus ideas y su idolología. Faltaría más a estas alturas de la historia.
-Esta obra está siendo representada por tres actores: Alberto San Juan, Guillermo Toledo y Luis Bermejo. El primero es, a la vez, el responsable del texto y de la dirección. Debo señalar que, en la función de ayer, el actor Luis Bermejo fue sustituido por Javier Gutiérrez. Lo hizo muy bien. También sus compañeros estuvieron a buena altura.
-Entonces todo perfecto. ¿No?
-¡Yo no he dicho eso! Puedo señalar algunas discrepancias importantes con el espectáculo. Me apreció largo. La primera parte me resultó más ágil e interesante. La segunda creo que fue discursiva y reiterativa. No me refiero al contenido o la dirección de las críticas. Aludo a la repetición de argumentos, a su parsimonia y a la falta de ritmo en el discurso. ¡A mi juicio, claro!
-Además, si la obra quiere recoger la actualidad, no se puede quedar en el año 83 del siglo pasado. Desde entonces, han pasado muchas cosas. Eso casi es ya (pre)historia.
-Pero lo dicho. La misión del teatro es analizar y criticar la sociedad en la que vive.

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