-Te ví ayer viendo la representación de la zarzuela titulada ‘El barberillo de Lavapiés’.
-Me pareció curioso el traslado del tiempo y la colocación de la acción en los años 60 del siglo XX.
-Sacaron motos de al época a escena. Y los vestidos y las costumbres de ese momento, Ah! También sacaron a los famosos ‘grises’, los temidos policías de esos años.
-Incluso cambiaron algunas letras de las canciones y del texto hablado, para aludir a los ministros que estaban en ese momento.
-Reconocerás que era una representación totalmente lihg en sus intenciones políticas. ¿O tú viste algún tipo de crítica al actual sistema?
-Solo he dicho que me pareció curioso.
-El texto original de ‘El barberillo de lavapiés’ en su momento pudo tener más intención política y más efecto por la proximidad de los hechos.
-No sé si hubo alguna protesta o censura o alguna prohibición.
-De todos modos, no creas que hemos mejorado en la libertad de expresión. Nosotros ahora estamos intentando representar un semimusical actual con el título de ‘Vuelve, Bigottillo, vuelve’, con alusiones directas a la política actual y a determinados personajes de este momento. Estamos teniendo muchos problemas.
-Los programadores de los teatros no se quieren mojar. Pueden tener problemas con sus jefes, los alcaldes.
-¡A quién se le ocurre meterse ahora con el bigotillo y los líderes de su mismo partido!
-Para eso, debe servir el teatro. ¿No?
-Hombre. El teatro, con que divierta, tiene bastante.