David Barbero
-He tenido especial interés en acudir ayer a Pabellón 6 de Bilbao, para ver de nuevo ‘La casa de Bernarda Alba’. Ya la vi hace unos meses con ocasión de su estreno. También me interesé entonces por el proceso de su elaboración en el laboratorio de este destacado proyecto teatral. Asimismo hablé con la directora, las actrices y varios componentes del equipo técnico y artístico.
-En este caso, mi interés consistía en percibir si después de aquellas representaciones, tras un descanso y con la preparación inmediata para el reestreno, el espectáculo había crecido y en qué aspectos se notaba más esa progresión.
-En primer lugar, me ha parecido que se mantiene, en todo el grupo, el deseo explícito y esforzado de hacer un trabajo escénico cuidado, trabajado hasta los pequeños detalles, mimado y encaminado a busca de la excelencia.
-Tanto el espectáculo como cada una de las intérpretes han ganado, desde aquel estreno, en seguridad, en fuerza y en la potencia depositada en elementos que, aunque pequeños, definen las situaciones y los personajes.
-Transmiten la sensación de que existe un decidido propósito de mostrar personajes bien analizados, muy interiorizados y cuidadosamente trabajados en sus expresiones, miradas, gestos y movimientos. Es obligado citar sus nombres: Vene, Olatz, Idoia, Nagore, Leire, Carmen, Aiora y Yannick.
-La dirección de Itziar Lazkano se ve todavía más centrada en la esencia de este drama lorquiano, en la limpieza del desarrollo de la acción, en destacar el carácter de cada personaje y en la sencillez expresiva del montaje.
-La iluminación de Iñaki García, que ya entonces resultaba ajustada a todos los movimientos, se ‘ve’ como un elemento destacado del proceso. Lo mismo hay que decir de la música de Adrian García de los Ojos. Y de la escenografía del todavía más joven Mario Loza. El vestuario colabora a la definición del ambiente y de los personajes.
-Dos aspectos colaterales de la representación de ayer. ‘La casa de Bernarda Alba’ se presentaba como elemento principal de la programación de Pabellón 6 dentro de las fiestas de la Aste nagusia de Bilbao. Todos los demás locales andan buscando para estas fechas espectáculos frívolos, fáciles, devaluados, ligeros y de poca calidad. ¡Un ejemplo de valentía!
-Los arranques de la programación de la Semana grande bilbaína en Pabellón 6 coinciden con los aniversarios de su nacimiento. Ayer iniciaron su séptima temporada. ¡Cuántas cosas hechas en seis años! Quizá todo se visualice en la sensación de que han existido siempre y de que sería imposible entender el panorama teatral sin ellos.