Desde la fila tres del patio de butacas
Por David Barbero | 29 abril 2022 - 10:57 pm
Categoría: General

-Esta tarde he acudido al teatro Arriaga de Bilbao para volver a recibir uno de los impactos más fuerte que he recibido entre las, muchas, representaciones a las que he asistido en el teatro. Incluyo todos los géneros.

-Esa fuerte impresión artística y emocional la recibí, hace casi un año, en junio del 2021. También en el Teatro Arriaga. Con la ópera, en alemán, ‘Erwartung’, que, en castellano, se traduce como ‘La espera’

-Curiosamente yo, como espectador, estaba sentado en el escenario. Los que actuaban se hallaban en el patio de butacas. Se habían cambiado los papeles. En el centro de ese patio, había una peana para elevar el piano, único instrumento. El pianista era Andrej Hovrin. La interprete, la soprano lituana Ausrine Stundyte, interpretaba apasionada y desesperadamente el papel de la protagonista. He dicho interpretando. No solo cantando. Quizá sea más exacto decir viviendo. Caminando, por entre las butacas. Buscando. Llorando. Esperando, sin esperanza. Martirizándose físicamente. En algunos momentos, es acompañada por el actor Gaizka Chamizo. Todos, bajo la dirección de Calixto Bieito.

-La acción de ‘Erwartung’ se desarrolla, esencialmente, en un instante. El momento en que encuentra, muerto, a su amante. Todas las emociones, contradictorias y también complementarias, están concentradas en ese tiempo momentáneo. Pero, a la vez, se expanden. Hacen explosión. También en el tiempo. Pero, sobre todo, se expanden en el sentimiento. En la emoción. En el impacto contenido y sostenido.

-Cuando esta tarde, acudía al teatro, todavía tenía vivo ese impacto, aunque han pasado tantos días y tantas obras teatrales, de todos los géneros, por medio. He deseado revivirlo.

-Lo he vuelto a ver también desde las butacas situadas en el escenario. Puntualizo. Esta vez me he colocado justo detrás de las pocas filas de butacas colocadas en el escenario. Pero he presenciado todo el espectáculo de pie. Son sólo cuarenta minutos. Pero también parecen un instante.

-Me he colocado intencionadamente de pie, para no perderme ningún detalle. Para no tener ninguna distracción. Para ver, sin ningún obstáculo los movimientos, las expresiones, los gestos. Hasta los golpes de las flores contra el cuerpo inerte del amante. Los cambios de luces, las carreras, los saltos. Los escondites debajo del piano.

-He estado con todos los sentidos abiertos por la curiosidad de los cambios de tono, los gemidos, las protestas, los insultos, las súplicas, las declaraciones de amor desesperado. Para sentir la atmosfera oscura, densa, húmeda del bosque laberíntico creado también por las filas de butacas.

-Y cuando se han ido apagando todas las luces y se ha hecho el oscuro final, he tenido que darme como una sacudida para salir del encanto, o de la abducción y volver a la realidad.

-Pasará el tiempo, pero el impacto continuará en mí. También estará la soprano Ausrine Stundyte, Y el pianista Andrej Hovrin. Y el actor Gaizka Chamizo. En el bosque oscuro, denso y húmedo de árboles misteriosos. No, perdón. Que eran las filas de butacas, aunque parecieran un laberinto.

-Memorable instante de emociones e impactos, concentrado y a la vez expandido. ‘Erwartung’.

Desde la fila tres del patio de butacas
Por David Barbero | 25 abril 2022 - 11:47 pm
Categoría: General

David Barbero

-Vengo directamente de asistir, en el Palacio Euskalduna de Bilbao, a la segunda representación de la ópera ‘Alzira’ de Giuseppe Verdi, dentro de la temporada número 70 de la Asociación Bilbaína de Amigos de la Ópera.

-Con este título se completa, exitosamente, el magno y difícil proyecto ‘Tutto Verdi’, en el que se han logrado representar todas las composiciones de este prolífico musico italiano y en todas sus versiones.

-He enfatizado lo de ‘exitosamente’ porque, cuando este proyecto se inició en el año 2006, casi nadie creía que se iba a poder completar. Y lo de ‘difícil’ indica que ha tenido que superar numerosos contratiempos, entre los que la pandemia ha sido quizá el más grave, pero no el único.

-Debe otorgarse el justo reconocimiento a los perseverantes responsables que han mantenido su esfuerzo con constancia para lograrlo.

-‘Alzira’ ha terminado siendo el título de cierre del ciclo, por las dificultades para conseguir un montaje de esta ópera, que apenas se representa. Desde luego, no está entre las más famosas ni entre las preferidas del propio autor. Incluso tiene una temática, colateral entre los gustos operísticos. Trata de la conquista de América por los españoles y tiene como protagonistas a indígenas de las tierras peruanas.

-La representación que se está ofreciendo en Bilbao muestra también que ya están presentes en ella algunas de las características musicales que darían mucha fama a Verde. Pero, sobre todo, evidencia que su estructura se acerca mucho a la de un concierto. Quizá el objetivo principal era experimentar las formas de potenciar los ‘concertantes’ para fortalecer los finales de los actos.

-Estas características han permitido que se hayan lucido, sobre todo, los tres protagonistas. Han sido la soprano Carmen Solís, el tenor Sergio Escobar y el barítono Juan José Rodríguez. Además del director Daniel Oren, al frente de la orquesta Bilbao – Sinfonietta.

-Sin embargo, en Perú y en algunos otros países latinoamericanos, tienen esta ópera en una gran estima, casi como un himno patriótico. Los que se preparan para cantantes líricos ensayan reiteradamente todas sus partes. Hay aficionados que sólo escuchan estas arias. Es un fervor que óperas muy famosas desearían tener.

-Esto demuestra que las adhesiones, incluso las artísticas, tienen muy diversas motivaciones. No siempre basadas en cualidades objetivas.

-Pero los méritos del gran ciclo ‘Tutto Verdi’ sí que lo son. Por esa razón, pide un remate potente, a la altura del esfuerzo realizado.

 

Desde la fila tres del patio de butacas
Por David Barbero | 22 abril 2022 - 11:38 pm
Categoría: General

David Barbero

-Acabo de salir del teatro Arriaga de Bilbao donde he visto ’El Golem’ de Juan Mayorga y Alfredo Sanzol. Tengo en el cuerpo, todavía, la sensación de desasosiego, y hasta de frustración, por no haber alcanzado a captar todo lo que creo que lleva dentro.

-Y no puedo, ni debo, echar la culpa a nadie, salvo a mí mismo, a pesar de haber puesto toda la atención y el esfuerzo para lograrlo.

-Llevaba ya muchas curiosidades esta tarde al acudir a ver esta obra. Había hablado y leído sobre ella. Había recabado opiniones y había analizado comentarios.

-Una de estas curiosidades, y no menor, era comprobar el resultado del encuentro profesional entre un gran autor, Juan Mayorga, y un gran director, Alfredo Sanzol. No habían coincidido hasta ahora. Y ambos habían manifestado el deseo mutuo de trabajar juntos.

-La ocasión ha surgido por la propuesta de Juan a Alfredo de su revisado texto titulado ‘El Golem’. Indico lo de revisado, porque Mayorga lo tenía escrito desde hace algún tiempo. Pero lo ha retomado y completado a raíz del fuerte impacto sufrido por la pandemia y las reacciones sociales o personales que ha provocado.

-El título alude directamente al mito del poder de la palabra que es capaz de dar vida a una figura de barro con sólo insuflarte intencionadamente sus articulados sonidos.

-El texto desarrolla el efecto trasformador, para bien y para mal, de las palabras. Sobre todo, como profundo revulsivo de la personalidad. También su efecto destructivo, en tiempos de ‘fakes’ y de posverdades.

-Se puede decir, o al menos yo lo he entendido así, que este texto es una reflexión en profundidad sobre lo que somos o creemos que somos. O lo que nos hacen ser. Una reflexión que no se queda siempre en las coordenadas de la lógica racional. En momentos, no pocos, se pasa a los movedizos pasos oníricos. O a las paradojas simbólicas. E incluso transita hasta los caminos laberínticos de la mente.

-Espero que, con lo que os estoy contando, deduzcáis que no es una pieza cómoda ni fácil para presenciarla en actitud pasiva. Requiere y exige una atención muy despierta. Por esa razón, ya he confesado mi frustración de no haber llegado hasta el final.

-En el título de este comentario, he aludido a la profundidad del tratamiento y a la dificultad de su comprensión. Incluso, alguien a mi lado ha utilizado la palabra oscuridad.

-En cuanto a la dirección y la puesta en escena de Alfredo Sanzol, se percibe la misma intención de moverse dentro del mundo oscuro y retorcido de la utilización de las palabras para transformar, sibilinamente, las mentes y los cuerpos de las personas. Y de toda la sociedad.

-La idea que me ha venido a la mente, durante la representación, ha sido la de laberinto. Laberinto en la oscuridad. Y móvil. Y envolvente. Para producir esa sensación desasosegante de la manipulación intencionada e interesada.

-Otro punto de referencia importante es la interpretación. Debo reconocer que, previamente, alguien me había traslado un cierto morbo sobre el trabajo de la protagonista, la actriz Vicky Luengo, al desconfiar de los premios recibidos por sus interpretaciones en series de Televisión. Pero su actuación en esta obra demuestra una consistencia extraordinaria y no deja ninguna duda sobre su gran capacidad. El mismo reconocimiento hay que hacer de sus compañeros Elena González y Elías González, aunque su intervención sea menor.

-Sería injusto no señalar los méritos de Alejandro Andújar en la oscura y laberíntica escenografía, de Fernando Velázquez y Sandra Vicente en la parte sonora.  Y también a los cuatro encargados de mover, tantas veces y con tanta propiedad, los elementos escénicos. Tanto que han tenido que salir a recibir los aplausos del público.

-Así que una obra y una representación escénica para pensar. Puntualizo. Para seguir todavía pensando, como consecuencia de no haber sabido captar todo lo que tiene a primera vista.

 

Desde la fila tres del patio de butacas
Por David Barbero | 21 abril 2022 - 11:59 pm
Categoría: General

David Barbero

-Esta tarde, me he planchado el pantalón y la camisa para asistir a la representación escénica que ha tenido lugar en el Teatro Barakaldo. Con ello, he querido evidenciar, también exteriormente, la importancia que daba al acontecimiento al acudía.

-He asistido a la representación de ‘Caricias’ por los alumnos de la Escuela de Teatro de Barakaldo. ¡La BAI! De esa manera, conmemoraban los veinticinco años de ejercicio ininterrumpido en la formación de profesionales de las artes escénicas.

-He utilizado el verbo conmemorar. Lo voy a cambiar por el de celebrar. Hay motivos para alegrarse, y por todo lo alto, por un acontecimiento así. La representación teatral, y el acto social que la ha acompañado, han constituido una auténtica fiesta.

-Allí estaban, contentos, gozosas, satisfechos, alegres, y muy bulliciosas, las y los ya profesionales que han pasado por sus aulas; por los ejercicios; por los muchos ensayos; las correcciones; las alegrías; algún enfado, muchas ilusiones; enormes esperanzas. Mucho de todo eso ha habido, en la BAI, durante su primer cuarto de siglo.

-Entre los que recordaban sus años de formación, había rostros conocidos, premiados y triunfadores. También había quienes están todavía luchando por hacerse un hueco. Y no faltaban los que han buscado otras profesiones para sobrevivir. Pero todos se mostraban alegres y agradecidos de haber participado en una aventura que ha marcado sus vidas.

-Junto a ellos, estaban sus ‘profesores’, encabezados por Fer Montoya y Joseba Lazkano. Contentos, satisfechos y honrados por la alegría de sus ya crecidos ‘alumnos’. Viendo los resultados personificados de sus trabajos, de sus preocupaciones y de sus inquietudes.

-No voy a quitar méritos, sino todo lo contrario, a las generaciones de teatreros que tuvieron que formarse con la práctica, sin la posibilidad de una escuela especializada. Pero soy de los que valoran la educación teórica, cuanto más intensa y extensa mejor.  Quizá alguno eche en falta cierto romanticismo de la auto-formación. Pero la educación y normalización académicas no tienen más que ventajas. A mi juicio.

-La pieza, ‘Caricias’ de Sergi Belbel, que han elegido para esta celebración del 25 aniversario, es la misma que representaron los integrantes de la primera promoción al terminar sus estudios y sus prácticas. Una curiosa y acertada elección, por el simbólico recuerdo.

-Cuando he vuelto, hace un rato, hacia casa, con el pantalón y la camisa ya algo arrugados, venía rumiando la sensación de que estas y estos jóvenes, cada vez mejor preparadas/os, puede ser que, ojalá, hagan evolucionar las artes escénicas para mejor.

-¡A ver si los ‘poderes fáticos’ se lo permiten!

Desde la fila tres del patio de butacas
Por David Barbero | 9 abril 2022 - 11:47 pm
Categoría: General

David Barbero

-He acudido hoy al teatro Barakaldo más interesado, en parte, por la forma

que por el fondo de lo que iba a ver. He añadido la muletilla ‘en parte’, para evitar que alguien me critique desde el principio.

-Representaban la muy interesante comedia de William Shakespeare ‘Noche de reyes’.  Y decir que no me interesaba el fondo, el contenido, puede resultar pedante, atrevido y hasta irreverente.  Pero aportaré la excusa de que ya conozco el argumento, con sus ingeniosos malentendidos, por haberla visto en varias ocasiones.

-Lo que he querido indicar es que he acudido para reflexionar, de nuevo, sobre la manera en que últimamente se representan las obras clásicas.

-En las últimas semanas, he visto varias muestras diferentes. Calixto Bieito, en ‘Erresuma, Kingdom, Reino’, ha llevado los dramas históricos de Shakespeare, todos, a un espectáculo performático de gran fuerza e impacto visual, pero sin respetar los textos ni su estructura. Emilio Hernández y Magui Mira han actualizado, agilizado y hecho muy atractiva ‘La traición en la amistad’ de María de Zayas para el público de hoy mismo. Álvaro Tato y Yeyo Cáceres, en ‘Malvivir’, han modernizado a las pícaras del siglo de oro en una demostración de agilidad, movimientos circenses e intercambios continuos de personajes.

-A la salida de esos espectáculos, siempre ha habido alguien que me ha interpelado para decirme que últimamente, a los clásicos, se les tiene poco respeto.

-Por esa razón, esta tarde en el Teatro Barakaldo, estaba interesado en el montaje y adaptación hechos por Helena Pimenta, que acaba de abandonar la dirección de la Compañía de Teatro Clásico, aunque sigue, en buena parte, con su equipo anterior y de su compañía Ur, que produce la obra en colaboración con el teatro Español.

-Debo decir que Pimenta hace aquí una demostración de los conocimientos, habilidad y maestría que ha ido adquiriendo a lo largo de su ya dilatada carrera. Evidencia un gran dominio en el tratamiento de las acciones y en la dirección de los actores y actrices. En esta ocasión, me ha parecido que destacaba su eficacia en potenciar los efectos cómicos en gestos, tonos y movimientos. Me ha dado la sensación de que se siente más libre, ya sin el cargo. Pero es sólo una sensación.

-Los actores y las actrices participantes, por su parte, han evidenciado una calidad y una versatilidad muy destacables. Lógicamente más los veteranos. Pero todos merecen el reconocimiento de ser citados. Carmen del Valle, Rafa Castejón, José Tomé, Victoria Salvador, Patxi Pérez, David Soto, Haizea Baiges y Sandra Tomé.

-Antes de regresar a casa, ya de noche, también ha habido alguien que me ha recordado lo del respeto. Aunque, en esta ocasión, reconocía haberse divertido mucho.

-Yo he vuelto a exponer mi opinión de que el teatro es un arte vivo. No un museo, en el que hay que ver las pinturas del pasado sin poder tocarlas. Y que el punto de referencia del teatro es el público, formado por personas del siglo XXI.

-Pero no sé si todos estáis de acuerdo con esa explicación.

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