-Estaréis contentos los teatreros con la reinauguración, mañana, del remozado Teatro Campos Elíseos en Bilbao. ¿No?
-Siempre es bueno que se abran nuevos teatros o se remocen los viejos.
-No te veo con mucho entusiasmo.
.¿Cómo que no? Estoy muy contento. De verdad.
-Yo puntualizaría. Lo bueno no es que se abran teatros. Lo bueno es que se administren bien.
-¿Es una insinuación hacia el Campos Elíseos?
-En el fondo, está la polémica sobre los teatros públicos y los privados. El Campos es un teatro privado. Por lo tanto, no pagará cachés absolutos a las compañías sino que irá a reparto de riesgos y de taquilla.
-¿Eso es malo?
-¡Hombre! La cultura hay que sostenerla con dinero público. No se puede mantener con el dinero que se recauda en la taquilla.
-¡Los teatreros siempre tan llorones!
-Es la verdad. Hay que proteger la cultura.
-A mí, no me parece mal que el teatro tenga que batallar por la taquilla. Quizá así se preocupe más de los intereses del público y se mire menos a su propio ombligo.
-Otra ventaja es que así se puede introducir un poco de aire nuevo.
-Como a mí nunca me han dado una subvención, me veo obligado a jugar en inferioridad de condiciones frente a los que todos los años reciben esas ayudas públicas.
-Veo que hay opiniones para todo.
-De todos modos, hay un deseo mayoritario de que el nuevo teatro triunfe, porque será bueno para todos.
-¿Tú crees que ése no es un deseo mayoritario?
-¡No me digas que hay alguien que quiere que fracase!