-Fui ayer a Pabellón 6, en el of Bilbao, a ver ‘Hoy, última función’. Era también un ejercicio de memoria, de recuerdo, de paso del tiempo, de cómo afrontar la actualidad.
-Se puso por primera vez en el Teatro Arriaga, cuando todavía lo dirigía el difunto Luis Iturri.
-Ahora tenía todas las connotaciones de un estreno total. Sin embargo, era el mismo texto, el mismo director, los mismos actores. El mismo equipo técnico. Creo que casi la única incorporación es Iñaki García en la iluminación.
-Lo primero que hay que hacer es una alabanza al trabajo interpretativo de Itziar Lazkano y Ramón Barea. Un buen trabajo y un trabajo duro, cuidado, medido. Se podría decir que es una exhibición de su talento y de su maestría.
-Todo el espectáculo está muy cuidado. Hasta las diferentes sillas que van saliendo en las que imaginativamente se van sentando los recordados mitos de la historia del teatro. Cada una ha sido elegida de acuerdo con el carácter de ese mito recordado.
-La obra fue muy bien recibida por el público asistente.
-Me pareció que había ganas de rendir homenaje a Itziar y a Ramón por su esfuerzo, por su trayectoria, por la renovación, por el trabajo continuado, por su cercanía, por su disponibilidad.
-En realidad, el estreno fue una fiesta para la profesión teatrera, muy ampliamente representada allí.
-Un tipo con fama de cascarrabias en sus comentarios como tú, tendrá que poner algún pero. ¿No?
-Bueno. No sé. A mí me gustan las obras con conflicto. Pero reconozco que eso es una cuestión particular. La función de ayer a mí me satisfizo.