Desde la fila tres del patio de butacas
Por David Barbero | 17 octubre 2014 - 12:21 pm
Categoría: General

-La producción de ‘L’equivoco stravagante’ de Gioacchino Rossini, dirigida escénicamente por Emilio Sagi y musicalmente por Speranza Scappucci, en el Teatro Arriaga se ha presentado como una joyita divertida, una frivolidad cuidada, una provocación mimada y bien trabajada en todos los niveles.
-Emilio Sagi, el alma del proyecto y además director del teatro, ha puesto especial cuidado en su adaptación y acercamiento a la actualidad. Ha insistido, en las explicaciones, en su carácter jocoso, divertido, cómico, un tanto picante.
-No ha escatimado recursos, dentro de los límites de un teatro público y municipal.
-Te estás resistiendo a dar tu impresión.
-Los críticos de ópera ya han dicho que las voces han estado bien elegidas y que los intérpretes han respondido a la confianza recibida.
-Insisto en conocer tu opinión.
-Bueno. Mi opinión, como bien sabes, tiene poco valor. Así es habitualmente y en esta ocasión menos.
-No te resistas.
-A mí, me desorientó la puesta en escena. Me desconcertó. Me tuvo las dos horas y media de la representación sin aterrizar en las intenciones del espectáculo.
-Tuve la sensación como si la adaptación y la actualización chirriara con el resto. Como si la música y el texto se resistieran a esa operación.
-Sobre todo me descolocó la apariencia de los personajes.
-eso no es fundamental en la opera.
-Aceptado. Pero te explico. Si se muestra al novio oficial, que debe ser rico y presumido, como un conquistador frívolo, una estrella mediática y un vivalavirgen, no sabes a qué atenerte. Si la hija, cuya mano se pretende, parece de la edad de su padre y viste con la sofisticación de una señora mayor con ganas de marcha nocturna, puede desorientar. Si el joven enamorado viste con nikis de manga corta y playeras blancas, aunque sea profesor de filosofía, quizá despiste. Si el padre rico viste muy de sport despreocupado, quizá no dé el tipo que uno espera.
-Tampoco parece muy justificada por el desarrollo de la historia la borrachera colectiva del regimiento militar.
-Si, en la conclusión, el guateque final es una fiesta gay, te lleva a pensar: ‘Algo me he perdido, porque no me había dado cuenta de este componente a lo largo de la representación’.
-Un lío. ¿No?
-He pintado el panorama de mi desorientación durante la visión de ‘L’equivoco stravagante’. Todo es subjetivo.
-Pero el equivocado puedes ser tú.
-Seguramente.

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