Desde la fila tres del patio de butacas
Por David Barbero | 1 marzo 2019 - 12:21 pm
Categoría: General

David Barbero

-Ayer, por la tarde, fui al teatro Arriaga de Bilbao, a ver la representación de ‘El precio’ de Arthur Miller con un ánimo muy positivo. Miller es mi autor preferido entre la buena cosecha del teatro norteamericano del siglo XX. Ya lo he dejado claro en otros comentarios y también en cursos universitarios.
-Además, ‘El precio’ es una de sus obras ya maduras. Cuando la escribe, las experiencias vitales ya le han curtido. Su estilo como escritor ya está consolidado. Es uno de los textos en los que mejor equilibra la crítica social y el análisis de las miserias humanas. Los elementos racionales y las cuestiones emocionales.
-A todo eso, había que añadir que Silvia Munt, como directora, es una profesional muy de fiar en las diversas facetas de las artes de la representación que ha tocado.
-Por completar los motivos de mi ánimo positivo, señalaré que el cuarteto de actores que interviene en este pontaje es para quitarse el sombrero: Eduardo Blanco, Tristán Ulloa, Gonzalo de castro y Elizabeth Gelabert.
-Como este espectáculo ya lleva tiempo representándose y girando por los teatros de península, han aparecido numerosos comentarios. Prácticamente todos tienen un tono laudatorio. Así que eso me evita tener que repetirme.
-Sin embargo, deseo incidir en un aspecto concreto que afecta en general a las obras escritas hace tiempo y que pueden ser consideradas como clásicas o, al menos, clásicas contemporáneas. El comentario tiene más relación con aquellos textos cuyo contenido o crítica social los puede conectar con situaciones y problemas que están de actualidad.
-‘El precio’ es un caso prototípico. Su planteamiento se refiere directamente a una situación de crisis económica y social que tuvo lugar en el siglo pasado, pero con características muy similares a las actuales.
-Planteo así la cuestión: ¿Es conveniente incidir en esas alusiones concretas y reforzar los aspectos que refuerzan la similitud? ¿Es mejor ser enteramente fiel al texto y dejar que ese paralelismo surja por sí mismo? ¿Es preferible ser respetuoso a las palabras del autor y no tocar en nada su planteamiento? ¿Lo importante en el teatro es siempre el público al que nos dirigimos? ¿Es la referencia de todo lo que hacemos? ¿Por lo tanto, debemos enfocar los contenidos desde sus connotaciones, desde su referencia o perspectiva, aunque se mantenga la constancia de que no es la primera vez que eso sucede?
-Me arriesgo a ir un poco más allá en las preguntas. ¿Hay peligro de que el teatro se pueda convertir en un museo de los textos clásicos al tratarlos como a los cuadros de Velázquez o Goya? ¿Hay que dar vida al teatro conectándolo con la realidad del que lo presencia?
-Silvia Munt, la directora del espectáculo, ya ha respondido a esta cuestión. Ha dicho que renunció a ‘actualizar’ la obra y prefirió dejarla en los años 60 del siglo pasado, donde lo coloca Arthur Miller, por considerar que el paralelismo queda suficientemente claro.
-Ante esa rotunda y libre elección, solamente se puede decir muy bajito que para algunos esa distancia temporal se traduce en un enfriamiento –alejamiento o dificultad- para la conexión emocional y también para la eficacia de la crítica social.
-Hay otro elemento. Los textos teatrales que se escribían a mediados del siglo pasado tenían un ritmo diferente al actual. Era más lento, quizá más reiterativo. Había que decir las cosas dos veces y con énfasis para que tuvieran más fuerza. Ahora las narraciones cinematográficas y televisivas han acelerado nuestros mecanismos de contar las historias. Y no digamos nada sobre los efectos digitales o de internet.
-Si los espectadores actuales de teatro estamos contagiados por ese nuevo mecanismo de contar las historias, ¿no es conveniente hacer un respetuoso ‘peinado’ de los textos anteriores para que no parezcan lentos o reiterativos? He colocado intencionadamente el adjetivo ‘respetuoso’. Pero mantengo la pregunta sobre el substantivo.
-En consecuencia, la de ayer fue una muy interesante puesta en escena de ‘El precio’ de Arthur Miller, que da para reflexionar sobre muchas cuestiones.

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