Desde la fila tres del patio de butacas
Por David Barbero | 5 enero 2020 - 12:30 pm
Categoría: General

David Barbero

-‘Metrópolis live by Morales’, que se ha presentado en el teatro Campos Elíseos de Bilbao, ha constituido para mí una aventura sorprendente. Distinta. Por definición, irrepetible.
-Resulta difícil de definir en pocas líneas. Y posiblemente en muchas. Se trata de una vivencia emocional. Quizá la plasmación de una actitud. De una sensibilidad. Otra manera de vivir un espectáculo. Una búsqueda de sensaciones diferentes. Quizá un experimento.
-Una característica fundamental es la síntesis y/o acumulación de estímulos artísticos y emocionales. No siempre coincidentes. Ni similares. Sí complementarios. O quizá suplementarios.
-Ya el ambiente era diferente. Gente joven y/o de mediana edad. Algunos subíamos los años de la media. Nada acomodados. Disidentes. Sobre todo, buscadores. La hora, un poco avanzada. Trasgresora quizá.
-El deseo de revivir o revisionar esa maravilla que es la modernísima película ‘Metrópolis’. De Fritz Lang y Thea von Harbou a la vez. Pongo lo de jovencísimo film, unido a las vísperas de cumplir centenario. Con imágenes impactantes. Acumulación de edificios, gigantes e invasores. Su especial manera de mover, y motivar, a los actores y actrices. El arranque de la ciencia ficción todavía vigente. Su filosofía. Los planteamientos ideológicos y/o estéticos. La denuncia de la corrupción. La opresión. La deshumanización. Los motivos para que la Unesco la distinguiese como primera película con visión del mundo.
-Al lado, la música en directo del compositor de sonidos experimentales, pianista, sintetizador de notas y contranotas, Morales. De pie frente a su instrumento cómplice y complejo. Creaba ambiente. Reforzaba intenciones. Imponía ritmos. Provocaba emociones. Sorprendía. Sincronizaba imágenes, sonidos y visiones. Lanzaba ideas.
-En definitiva, ‘Metrópolis live by Morales’ resultó ser una experiencia digna de ser degustada.

Desde la fila tres del patio de butacas
Por David Barbero | 4 enero 2020 - 10:24 am
Categoría: General

David Barbero

-La micro tertulia, tras el espectáculo de ayer en Teatro Arriaga de Bilbao, fue diferente en su composición. Pero no en sus conclusiones.
-Se había representado ‘Alí Babá y los cuarenta ladrones‘, dentro el ciclo Ópera txiki, dedicado a los niños y jóvenes. Lo lógico fue la participación de esos espectadores.
-Estos aficionados de pocos años también opinaban que, en artes escénicas, hay algo imperdonable. No se puede aburrir. Es una norma de aplicación general. Pero especialmente sensible para los espectáculos destinados a los más pequeños.
-Ese veredicto no se podía atribuir a la narración original. Ha resistido siglos con el beneplácito de generaciones muy diversas.
-Los ‘méritos’ había que cargarlos a la manera de tratar esa divertida y aleccionadora historia de mil y una noches.
-Los tertulianos de pocos años, pero muy curtidos en seguir historias por los medios audiovisuales, aseguraban que un cuento no se les puede narrar de la misma manera que a los mayores. Si a los autocalificados adultos se les expone unos hechos como si fueran niños lo considerarían inapropiado. Si ocurre al revés, sucede lo mismo. Pero ampliado.
-Por esa razón, este ciclo de ópera lleva el apellido de txiki. Y los ‘txikis’ tienen unos criterios especialmente exigentes. No se contentan con hacerse fotos al final de la función.

Esta página web utiliza cookies para mejorar tu visita adaptando la navegación a tus preferencias.
Para seguir navegando tienes que Aceptar las política de cookies. Más información