Desde la fila tres del patio de butacas
Por David Barbero | 6 febrero 2021 - 12:04 am
Categoría: General

David Barbero
-Federico García Lorca expuso un concepto que llamó ‘teatro bajo la arena’. Lo contraponía al teatro en la superficie. Decía que había que hacer un túnel subterráneo para extraer su fuerza oculta. Allí es posible la autentica representación. Se puede encontrar la verdad. Se convierte en un viaje mágico, alucinante y catártico.
-De ese ‘teatro bajo la arena’, me he acordado esta tarde en el teatro Arriaga de Bilbao durante la representación de ‘Una noche sin luna’. Escrita e interpretada por Juan Diego Botto y dirigida por Sergio Peris Mencheta.
-No es que considere que esta obra representa ese ideal lorquiano. Pero sí que es, a mi juicio, un excelente acercamiento al mundo de Federico García Lorca y su manera de entender el teatro.
-No se trata –sólo- de una semblanza diferente, otra visión, otro punto de vista sobre la trayectoria del excelente poeta y autor teatral. Constituye un viaje –sobre todo interior – acompañado del propio Federico por los aspectos menos conocidos de su vida y de su obra. Dibuja su figura con otras referencias, desde otras fuentes, con otros colores.
-Para aumentar la atracción de esta pieza, todavía influye más el presentar a Lorca y su pensamiento vivo como un espejo sobre la actualidad, sobre lo que nos rodea hoy, sobre lo que somos en este momento. Con un enfoque muy preciso y desde una posición clara. Con unas denuncias evidentes y muchas ironías reconocibles.
-Pero lo que, sobre todo, hace que este viaje resulte mágico es la conexión emocional que se establece entre el espectador y el personaje-intérprete. Se plantea como un recorrido común, sincronizado, quizá metido dentro de Lorca. Exige – y también proporciona -, una actitud participativa, abierta por parte del público. Por parte de cada uno de los espectadores.
-Sin duda, hay que atribuir el mérito de esta identificación a Juan Diego Botto. En la doble labor de autor e intérprete. En el texto, se nota un gran conocimiento de la vida, la obra y todo lo que rodeó a García Lorca. En los aspectos más destacados y en los más ocultos. Se percibe, además, que no ha sido una investigación inmediata para escribir esta obra. Es fruto de una vivencia continuada y de una lectura habitual de sus textos más diversos.
-En cuanto a la encarnación de García Lorca, se ve el resultado de un meticuloso trabajo que incide hasta en los más mínimos detalles. En las actitudes, los gestos, la colocación de las manos, la de las piernas, los tonos. La precisión de los cambios de voz. La trabajada naturalidad. Las atmósferas emotivas de cada momento. Y la gran atención prestada a la manera de comunicarse – en plural, las maneras – de comunicarse con el público.
-Sería una injusticia no valorar destacadamente la aportación de Sergio Peris Mencheta, como director, en la configuración de este espectáculo. La precisión y la riqueza de estímulos. El uso comunicador y simbólico de todos los elementos escénicos. La capacidad de exprimir los significados posibles de cada detalle. Ya habían trabajado juntos en un proyecto anterior: ‘Un trozo invisible de este mundo’. Y habían logrado efectos similares.
-También hay que expresar el reconocimiento a los responsables de la escenografía, por los recursos plásticos y útiles que proporciona; de la iluminación, por la exactitud en los momentos y lugares de luz; y del espacio sonoro, por la creación de atmósferas.
-En definitiva, una tarde-noche en la que sólo ha estado ausente la luna porque no ‘debía’ estar allí.

Esta entrada se escribio el Sábado, 6 febrero 6 2021 a las 0:04 am. en la categoría: General. Puedes seguir los comentarios de esta entrada usando RSS 2.0 feed. Puedes dejar una respuesta, o trackback desde tu pagina web.

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