Desde la fila tres del patio de butacas
Por David Barbero | 22 agosto 2021 - 11:58 pm
Categoría: General

David Barbero
-Esta tarde, he acudido al estreno, en el Palacio Euskalduna de Bilbao, de la obra teatral titulada ‘Rita’, con muchas curiosidades y esperanzas. Enumeraré algunas de ellas.
-Me parecía interesante una obra que tratara el tema de la eutanasia, que tiene tanta actualidad y polémica en este momento. Había oído hablar, incluso bien, de la autora, Marta Buchaca. Y el director, el argentino Lautaro Perotti, tiene un currículum muy extenso y variado en todos los oficios teatrales.
-Pensaba yo que era el momento oportuno para tratar en el teatro, con profundidad y valentía, el tema tan importante con es la eutanasia. Los escenarios debían conectar con la actualidad. Es un tema social y político de relevancia. Y es un asunto que afecta y preocupa a muchas personas.
-Se podía pensar que ése sería un mérito y una oportunidad para esta obra teatral. Además, se demostraría que el teatro mantiene la antorcha de estar pendiente de los asuntos que preocupan a la sociedad y que está atento a lo que sucede en este mismo momento.
-Habría más alicientes y esperanzas en este caso. La obra había sido escrita por una mujer joven. Con notable experiencia como autora de teatro. Con formación y experiencia internacional. Podría ofrecer una visión y unos análisis interesantes, comprometidos, vigentes, quizá polémicos, quizá minoritarios. O quizá no.
-Incluso se podría pensar en una repercusión añadida, dada la calidad interpretativa del actor y la actriz protagonistas: Carlos Hipólito y Mapi Sagaseta. Además, dirigidos por una persona de tanta experiencia y reconociendo.
-Pero no ha sido así. Ha resultado que ‘Rita’ trata este tema de un modo tangencial y superficial. Incluso el título recoge el nombre de una señora con Alzheimer y en una situación muy deplorable. Pero es también el nombre de una perrita, a la que se presta incluso más atención. El asunto se utiliza como excusa para intentar una comedia amable, familiar y despreocupada.
-La curiosidad por la escritura del texto queda pronto afectada por la existencia de escenas largas, vacías, sin contenido ni fuerza dramática. Las esperanzas sobre el director se diluyen en la falta de movimiento, en la esteticidad, en la carecía de estímulos estéticos. Casi los únicos movimientos que realizan los intérpretes están dedicados a mover los elementos del decorado.
-Eliminados o desaprovechados esos elementos de interés, las esperanzas puestas en esta pieza se circunscribían a la calidad de los intérpretes. ¡Y ahí estaba un maestro de las tablas, Carlos Hipólito! Es preciso reconocer el mérito de su labor, al no contar con la colaboración del texto ni de lo que sucede sobre el escenario.
-Bueno, para ser justo hay que reconocer la calidad, y hasta la sorpresa, de dos efectos finales, uno musical y otro visual. No se pueden dar más detalles sobre ellos, por respeto a las personas que se decidan a ver la obra en días sucesivos.
En definitiva, esta tarde, ha habido unas cuantas oportunidades perdidas, – ¡a mi juicio, claro está! – pero siempre nos quedará un Carlos Hipólito para remediarlo.

Esta entrada se escribio el Domingo, 22 agosto 22 2021 a las 23:58 pm. en la categoría: General. Puedes seguir los comentarios de esta entrada usando RSS 2.0 feed. Puedes dejar una respuesta, o trackback desde tu pagina web.

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