Desde la fila tres del patio de butacas
Por David Barbero | 13 noviembre 2008 - 10:52 am
Categoría: General

-Es muy posible que los expertos en literatura dramática del siglo XIX me traten de ignorante o de irreverente. Pero de la visión ayer de la obra de teatro ‘La señorita Julia’ de August Strinberg, saqué la conclusión de que a esa obra se le notan mucho los años que han transcurrido desde su estreno allá en el 1888..

-¿Quieres decir que no mantiene su vigencia?

-Ten en cuenta que la culpa puede ser de la representación, del director, de los interpretes…

-Incluso puede depender de tu estado de ánimo.

-Fundamentalmente me pareció una obra confusa. No digo compleja. El término es ‘confusa’.

-Piensa que Strinberg era un esquizofrénico y sufría manía persecutoria.

-Tampoco saques ahora los trapos sucios.

-Lo he dicho como posible explicación de esa confusión de la que habla.

-Se sentía perseguido por las mujeres liberadas que asumían roles sociales que él consideraba exclusivamente masculinos.

-No me refiero a su intento de presentar una Julia responsable de todo lo que le pasa por asumir esos roles.

-La confusión está fundamentalmente en la media hora de representación que va después de que la hija del conde y el criado tienen las relaciones sexuales. Hay una serie de actitudes, sentimientos, emociones, propuestas… sin ninguna justificación, sin estar motivadas, incomprensibles.

-Recurrir a los efectos del vino o a trastornos momentáneos es el reconocimiento de su confusión.

-Además, los planteamientos ideológicos están pasados de actualidad, han perdido vigencia.

-Ese tema del honor, basado en las relaciones sexuales entre diferentes clases, está ya caduco.

-Que se lo digan a la mayoría de las sobras del teatro clásico español.

Esta entrada se escribio el Jueves, 13 noviembre 13 2008 a las 10:52 am. en la categoría: General. Puedes seguir los comentarios de esta entrada usando RSS 2.0 feed. Puedes dejar una respuesta, o trackback desde tu pagina web.

1 comentario

    noviembre 14, 2008 @ 0:21 am


    En definitiva, estoy de acuerdo con la calificación de «obra caduca», pero me gustaría matizar un par de puntos. ¿No es vigente la diferencia de clases? Quizá no desde un punto de vista aristocrático -ciertamente caduco- pero sí desde la economía Recordemos al señor feudal y al lacayo), la raza (Obama es afroamreicano, pero igual de negro que los de las galeras portuguesas) o la religión (¿diferencias entre la expulsión de los judíos en 1492 y estampar dos aviones contra las torres gemelas?). ¿Tampoco es vigente la diferencia de sexos actualmente? Seguro que no de una manera tan acusada como a finales del XIX, pero sin caer en vulgaridades de «quién la mete» y «a quién se la meten» (interesante sería el debate acerca de los valores de la juventud actual, esa seguidora de GH, OT y otros programas televisivos que además de reducirse a siglas, tienen en común una propagación de un ideario tan mezquino como agresivo y reaccionario). Tampoco me gustaría caer en la demagogia feministoide, pero aunque la mujer actual conduce más y guisa menos, sigue siendo la responsable de los hijos, la de los trabajos mal retribuidos, u objeto meramente sexual en la mayoría de sus apariciones en publicidad. La obra de Strinberg -caduca o no- es un vestigio de lo que una sociedad no tan lejana como creemos fue, y que constituye un eslabón más en la historia social del ser humano. La señorita Julia ha cumplido años, sin duda, pero más tienen Fedra o Medea, que, bien contextualizadas, siguen aportando aunque sólo sea un ápice de historia, y justifican quiénes y cómo somos los «modernísimos» del cambio de milenio.

    Comentado por Andoni Etxaniz
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