-Para nadie es una sorpresa reconocer que soy un imbécil. Todos lo sabéis.
-¿En qué los has demostrado ahora?
-Ayer estuve discutiendo sobre fútbol.
-¿Por eso, eres imbécil?
-Es que, a mí, el fútbol me importa un pimiento. Menos todavía.
-Discutir tiene atractivos en sí mismo, prescindiendo del team de debate. Sobre todo después de comer.
-Fue con un escritor destacado al cual respeto, al que estimo en su trabajo y con el que me une amistad.
-Eso es sano. Una buena discusión ayuda a hacer la digestión. No estés preocupado.
-Yo defendía lo de siempre. El fútbol, no el deporte, la afición, el fororismo, es una comedura de coco.
-En eso, habrá muchos de acuerdo. ¿No?
-Mi amigo estaba sólo medianamente de acuerdo. Deseaba matizar. Opinaba que en estos momentos y en Euskadi o en Bilbao, al menos, el fútbol y su equipo de fútbol, puede ser un motivo de cohesión social.
-Yo argumentaba que puede ser una cohesión social porque los poderes interesados comen a todos el coco para que no piensen en otra cosa y, de esa manera, vayan todos uniformados como coderitos.
-A mi amigo tampoco le convencía la idea de que las autoridades políticas, los poderes fácticos manipulan en su beneficio y para sus intereses esa afición o ese forofismo. Él piensa que es una reacción espontánea del pueblo.
-Bueno. No pasa nada. Seguís siendo amigos. ¿No?
-Por supuesto. Una insignificancia como el fútbol no va a romper una amistad.
-Entonces, ya está.