Desde la fila tres del patio de butacas
Por David Barbero | 2 octubre 2020 - 12:04 am
Categoría: General

David Barbero
-He asistido esta tarde, en el teatro Arriaga de Bilbao, a una destacada demostración de lo que ahora se llama teatro documental, que está adquiriendo una gran notoriedad, como género escénico.
-Lleva el título de ‘De Gernika a Nueva York pasando por Berlín’. Refleja el viaje que realizó José Antonio Aguirre, el primer lehendakari vasco, camino del exilio, como consecuencia de la guerra civil española.
-Se toma como texto base el diario que escribió el propio Aguirre. Para hacerlo más íntimo, se narra en primera persona. Ha sido adaptado por Patxo Tellería y Fernando Bernués, que también asume la dirección del espectáculo. El único personaje es encarnado por el actor Iñaki Rikarte. Toda la acción es acompañada por el músico Iñaki Salvador. Además, está ilustrada por imágenes y sonidos de la época, editados en un audiovisual que interactúa en conversaciones con el personaje.
-Para completar la descripción de lo sucedido en el teatro municipal de Bilbao, es preciso hacer referencia a que, en el patio de butacas, había esta tarde una mayor presencia de políticos y personajes públicos relacionados con el Partido Nacionalista Vasco. Resulta lógico dada la importancia del personaje protagonista de la pieza.
-A lo largo de la obra, se expone el dramatismo y las grandes dificultades que José Antonio Aguirre tuvo que superar a causa de las confluencias de la guerra civil española y la segunda guerra mundial. Asimismo, se destaca interpretación política que él realiza en ese momento así como las circunstancias personales y familiares para sortear esos graves peligros.
-En lo estrictamente teatral, es obligado reconocer el gran mérito de los cuatro implicados en este difícil trabajo, que han sido citados anteriormente. Su capacidad y su maestría en los respetivos campos están fuera de toda duda. Se evidencia en la manera de afrontar esas dificultades.
-Las características del texto original, -un diario y un balance político -, están bastante lejanas de las exigencias escénicas y encorsetan la acción teatral. A pesar de haberlo llevado hacia una narración autobiográfica, no existe dinamismo dramático ni escénico. El intérprete tiene que aprovechar, como únicos elementos de distensión, los cambios de tono de voz en algunas anécdotas. La manera tan fidedigna de representar el texto, en una única persona y una sola situación, no le permite más allá de quitarse y ponerse el abrigo en reiteradas ocasiones.
-El teatro documental conlleva esas limitaciones, si se desea ser absolutamente fiel al personaje y el acontecimiento que se quiere reflejar.

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