Desde la fila tres del patio de butacas
Por David Barbero | 9 octubre 2020 - 1:02 am
Categoría: General

David Barbero
-Confieso que esta tarde he acudido al Teatro Arriaga de Bilbao con el prejuicio de la duda. Hago esta confesión porque creo que no es una buena manera de acudir a una representación teatral.
-No voy a justificarme. Pero sí a explicarme.
-Primero me sitúo. Esta tarde han estrenado, en el teatro municipal bilbaíno, la obra ‘La fiesta del chivo’. Es una adaptación de la novela del premio nobel de literatura Mario Vargas Llosa. La narración ha sido adaptada por Natalio Grueso. La dirección es del reconocido cineasta Carlos Saura, que también se responsabiliza del escenario y del vestuario. El personaje principal está interpretado por Juan Echanove, rodeado de un equipo actoral potente.
-Hace un tiempo relativamente corto, fue estrenada teatralmente la adaptación de la novela ‘El coronel no tiene quien le escriba’, del asimismo premio nobel Gabriel García Márquez. El adaptador también fue Natalio Grueso. El director, Carlos Saura. En aquella ocasión, el protagonista fue Imanol Arias. Estaban allí el mismo ayudante de dirección, el productor y varios intérpretes.
-En mi subjetiva, y quizá equivocada, opinión, aquel montaje no estaba a la altura requerida por el texto original. Lo expuse en su momento. Así que no lo voy a repetir. Pero ese era el motivo de que, esta tarde, haya acudido al teatro con el prejuicio de la duda.
-De acuerdo con ese mismo criterio, ‘La fiesta del chivo’ vista esta tarde en el Teatro Arriaga tiene más entidad. La obra original de Vargas Llosa, sin restar meritos literarios a ninguna de las dos, posee más cuerpo argumental y proporciona más elementos para su teatralidad.
-En ese sentido, un inconveniente ha tenido que ser el de reducir la novela a una duración teatral estándar. Ha sido obligatorio seleccionar solo algunas escenas, con lo que la obra no queda reflejada en su esencia. Se podría decir, en el aspecto positivo, que se ha tratado de reflejar los contenidos más definitorios de los regímenes de los dictadores militares. Muchos espectadores habrán podido ver las semejanzas con tiempos vividos aquí. En sentido menos positivo, se puede valorar la falta de movimiento en algunas partes seleccionadas de la obra.
-El aspecto más destacable de la representación de esta tarde es preciso ponerlo en la labor actoral. En el trabajo y esfuerzo de todos los intérpretes para la construcción de sus personajes, en la fuerza de las acciones, en la matización de las intenciones, en la búsqueda de los gestos y los tonos precisos. Es, por eso, de justicia dar constancia de sus nombres. Juan Echanove, Lucía Quintana, Eugenio Villota, Eduardo Velasco, Gabriel Garbisu y David Pinilla.
-Otro nombre importante en este proyecto es Carlos Saura. No sólo asume la dirección escénica en los dos espectáculos aludidos. También el diseño del escenario y las proyecciones así como el vestuario. Saura tiene un tan merecido prestigio como director de cine, que al escribir este desacuerdo le tiemblan a uno los dedos. Pero, según mi criterio, en esta encomienda de la dirección teatral no está tan acertado. Lleva las obras al estatismo, no es moderno, ni innovador, ni imaginativo ni ágil.
-Para ser totalmente justo, en la buena labor de los intérpretes, habrá que atribuirle una parte del mérito por haberlos dirigido. Además, es sólo una opinión subjetiva y posiblemente equivocada.
-Y llego hasta este punto con la necesidad de pedir disculpas al señor Saura, por hacer este comentario negativo y con el deseo de reafirmar mi gran reconocimiento como director cinematográfico.

Esta entrada se escribio el Viernes, 9 octubre 9 2020 a las 1:02 am. en la categoría: General. Puedes seguir los comentarios de esta entrada usando RSS 2.0 feed. Puedes dejar una respuesta, o trackback desde tu pagina web.

Dejar un comentario

Esta página web utiliza cookies para mejorar tu visita adaptando la navegación a tus preferencias.
Para seguir navegando tienes que Aceptar las política de cookies. Más información