Desde la fila tres del patio de butacas
Por David Barbero | 1 noviembre 2020 - 12:28 pm
Categoría: General

David Barbero
-Comienzo. Esta tarde, he acudido a la Sala La Fundición de Bilbao para ver la obra ‘Federico y Salvador’: horas oscuras y doradas’ con una especial curiosidad por muchos motivos.
-Entre esos motivos, estaba, lógicamente, el gran atractivo que tienen las vidas de estos dos poliédricos artistas. También el misterio – morbo – que rodea su relación. Además, está la perspectiva de ver, en ellos, dos maneras de ver la vida y la cultura.
-También tiene su atractivo que esta pieza sea producto de la compañía canaria Isularia. No es un grupo al uso. Además de su trabajo estrictamente teatral, tiene propósitos de reflexión, de análisis, de compromiso social, de concienciación, de conciliación, de descubrimiento cultural.
-El texto es de Gerardo Barrios. De la dirección, se responsabiliza Severiano García, una referencia en Canarias y fuera. Los dos complicados personajes son encarnados por César Yanes y Leandro González.
-Con toda esa justificada curiosidad, me senté en una de las sillas negras de la Fundición. Inmediatamente me di cuenta de que aquello iba de un juego con intenciones profundas. O quizá, de una pieza muy preparada con apariencia de juego. Con complicidad desde el principio. Enganchando no sólo atención del público, sino también su predisposición afectiva.
-Ahí estaba la habilidad – maestría- de Severiano García para cuidar todos y cada uno de los detalles. Pero hacer ver que la acción transcurre de modo libre. Midiendo el ritmo y dejándolo correr.
-Creo que esta es la primera pieza escrita por el teatrero Gerardo Barrios. Parece un escritor experimentado y con recursos. Aparece como un texto fluido. Pero en cada frase, en cada puntada, coloca una intención. Crea dos personajes, que reflejan con exactitud a los históricos. Pero, a la vez, son libres y autónomos. Incluso consigue darles el simbolismo de dos maneras de afrontar los propios miedos y la sociedad en la que nos tenemos que desenvolver.
-César Yanes y Leandro González siendo ellos mismos, podrían llamarse Federico y Salvador, andaluz y catalán, sin dejar de ser canarios. Maestros de cada gesto, movimiento, entonación o guiño. Medidos en la exageración y libres en las contenciones. En la emoción y en la broma.
-Así que cuando salí de La Fundición, ya de noche, casi en el borde del toque de queda de la pandemia esta que padecemos, Federico y Salvador, reales y ficticios a la vez, me acompañaron durante un largo trecho. Y aquí siguen.

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