Desde la fila tres del patio de butacas
Por David Barbero | 5 marzo 2022 - 12:41 am
Categoría: General

David Barbero
-Voy a reiterar una afirmación, que he repetido en numerosas ocasiones. Tengo en mucha estima y alta valoración el teatro de compromiso hacia los problemas de la sociedad. El arte en general de denuncia y preocupación por las situaciones de injusticia, de discriminación, falta de equidad, mentira u opresión.
-Incluso diría que este compromiso social debería ser una constante en las artes escénicas y en el resto de las manifestaciones culturales.
-Vienen a cuento estas afirmaciones como introducción a haber acudido, esta tarde, a la sede, en obras, de pabellón 6 para presenciar el estreno de la obra ‘Rey desnudo y chico muerto’, por su compañía joven.
-O bien pensado, estas reflexiones pueden ser una consecuencia de haber asistido a ese estreno. La pieza representada constituye una defensa de las libertades en todos los aspectos de vida, y una denuncia de los ataques homófobos, tan frecuentes todavía lamentablemente.
-Deseo citar a los responsables de este proyecto por reconocimiento. Es una propuesta, reitero, de la compañía joven de pabellón 6. El promotor, autor y director es Iñigo Cobo. El elenco está compuesto por Sara Berroeta, Jon Casamayor, Itxaso Gil, Josh Ortiz de Zárate y Arnatz Puertas.
-La responsable del vestuario es Betitxe Saitua. En la escenografía, han trabajado María Casanueva y Susana Díez. La iluminación ha sido responsabilidad de Quique Gayo y Aitor García. El espacio sonoro lo ha creado Xabier Barrutia.
-Todos ellos han demostrado, también en esta ocasión, la competencia, el desarrollo profesional y la madurez que van adquiriendo, en sus respectivos campos, a pesar de su juventud.
-En el campo estrictamente teatral, me ha interesado especialmente el tratamiento del tiempo dramático en sus muy diversos aspectos. La síntesis, en 58 segundos, de los hechos originales de la madrugada de un sábado del año 2016 en el parque bilbaíno de Doña Casilda. Su expansión y su encogimiento. Para mostrar su elasticidad, pero también su consistencia. Con el fin de mostrar su capacidad globalizadora.
-Asimismo su viaje en el tiempo. Quizá mejor, la reencarnación de esos ’58 segundos’ en otros momentos de la historia. Viaje también en el espacio. Transformaciones en diferentes personas. Saltando hasta un emperador adolescente en el antiguo imperio romano. O a los tiempos de la Prusia de Federico segundo. O el aterrizaje en Japón justo tres décadas antes de que los hechos tuvieran lugar en el popular parque bilbaíno.
-A mi juicio, una demostración de las intenciones escénicas y artísticas con que se puede mostrar el compromiso para denunciar lacras que todavía existen en nuestra sociedad.
-Y una muestra del trabajo y esfuerzo de unos jóvenes teatreros en su camino por progresar y madurar en su camino hacia la profesionalización.

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