Desde la fila tres del patio de butacas
Por David Barbero | 13 marzo 2022 - 1:17 am
Categoría: General

David Barbero
-Éste es el doble título del espectáculo que he visto esta tarde-noche en el teatro Barakaldo. Antes de ponerlo también como título del comentario, he estado tentado de cambiar la palabra ‘historia’ por reconstrucción. Pero no lo he hecho por respeto a lo creo que es la intención de la autora y sus compañeros.
-Desde el mismo momento de llegar al Teatro Barakaldo, se notaba esta tarde un ambiente distinto al habitual. El público asistente. La manera de saludarse. Más efusiva. Más ruidosa. También el aspecto del escenario y de los intérpretes, que andaban abiertamente por él a telón corrido. Se parecía más a las connotaciones de la obra. A algo cercano a aquellos conciertos de hace ya unos años.
-Desde el principio, se deja claro que el objetivo es exponer y analizar las características, las causas, el desarrollo, las muchas concomitancias y el final de ese fenómeno bautizado ya entonces como el rock radical vasco. También como un fenómeno contracultural que ‘las fuerzas institucionales’ eliminaron dejando huérfana a una generación que todavía ‘busca su lugar’.
-Su desarrollo ha significado un acierto, al ir contando a la vez, las connotaciones referidas a ese fenómeno musical, cultural y social, junto a los detalles personales de las vidas de quienes nos lo estaban contando y también a los acontecimientos políticos y sociales de esos años. Además, de una manera ágil, dinámica, atractiva, cómplice y con muchos elementos de humor o de ironía.
-Otro acierto, a mi juicio lógicamente, es el simbolismo y la comparación con el western americano. Esa comparación permite y favorece la utilización de una estética narrativa curiosa y eficaz. La utilización de los muñecos y las proyecciones audiovisuales.
-Las abundantes referencias al western sirven para simbolizar el movimiento contracultural del Rock Radical vasco como aquella colonización universal. Con la correspondiente semejanza de ruptura generacional y de levantamiento juvenil.
-El recorrido por los acontecimientos más destacados de ese fenómeno, unidos a las anécdotas personales y a las referencias del momento, es realmente completo y significativo. Es posible que, en algún momento, llegue a una excesiva minuciosidad que impida mantener el vertiginoso ritmo que preside, en general, el espectáculo.
-Pero el trabajo realizado, con las connotaciones y las variantes tan polifacéticas, resulta memorable. Es muy meritorio el trabajo realizado por todo el equipo. Por supuesto, el de Olatz Gorrotxategi, que además de la autoría y la dirección, toma parte en la interpretación. En esa labor, está acompañada, también con mucha espontaneidad, por Aritza Rodríguez y Marta Álvarez del Valle. Los audiovisuales de Indi Costa tienen acertada incidencia. Lo mismo que el movimiento escénico de Maitane Zalduegi, y el espacio sonoro de Joseba Lenoir. Sin olvidar el vestuario de Lorena Montenegro.
-Encomiable labor de conjunto en un espectáculo innovador, diferente, ágil y valiente.

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