Desde la fila tres del patio de butacas
Por David Barbero | 3 noviembre 2023 - 12:21 am
Categoría: General

DAVID BARBERO

-La verdad es que creo que debía haber añadido  más adjetivos para calificar la versión en castellano de ‘Festen’ que acabo de ver hace un ratito en el teatro Arriaga de Bilbao. Pero mi intención  primera ha sido reflejar, desde el principio, la impresión muy positiva que he sacado.

-Voy a intentar matizar. Esta tarde-noche, he acudido para ver de nuevo ‘Festen’, esta nueva producción del teatro municipal bilbaíno y una sus principales apuestas de esta temporada. Esta vez he presenciado la versión en castellano. Hace algo menos de un mes, vi la versión completa en euskera. Y unos días antes, había asistido a la presentación de una parte de la obra en rueda de prensa.

-Lo he hecho premeditadamente con el fin de analizar esta obra con más detención de lo habitual. Tomé esa decisión ya que, desde el primer momento, despertó mi interés y mi curiosidad. Me pareció que en este proyecto no había un mero intento de sacar adelante una producción más. Sino de realizar un propósito serio de innovar, de presentar una propuesta potente que impactara sobre un problema que sigue siendo grave, y una llamada a la conciencia a través de un montaje moderno que uniera muy eficazmente las nuevas tecnologías con un trabajo muy cuidado en la interpretación y en la puesta en escena.

-Con el fin de situarnos, vamos a recordar que este espectáculo teatral tiene su origen en la adaptación  de la película del mismo nombre dirigida por  Thomas Vinterberg, hace unas décadas. Ya entonces se convirtió en un acontecimiento que conmovió la cinematografía. También incidió en el proceso cultural general, modificando aspectos concretos de la narrativa audiovisual con los planteamientos del movimiento Dogma 95. También causó impacto y obtuvo premios por el conflictivo tema tratado y la manera de hacerlo, con esa denuncia de las agresiones sexuales en el seno de la familia y la puesta en cuestión de esta institución.

-En general, pienso que una adaptación suele traer más inconvenientes que un texto nuevo para para llevar a cabo un proyecto novedoso. Por esa razón, puede ser más digno elogio el trabajo realizado, en esta adaptación concreta, por María Goiricelaya y Lucía Astigarraga, dos profesionales con muy especiales capacidades y con experiencia selectiva. Han sido fieles a la esencia del producto original. Pero dan la impresión de que se han preocupado más de lo que deseaban obtener sobre el escenario y cómo plasmarlo. Han logrado una exposición ágil y con gran fuerza expresiva.

-María Goiricelaya, ha asumido también la dirección escénica con lo que implica de responsabilidad principal sobre el resultado del montaje escévico completo y la coordinación de todos los elementos en la orientación deseada: Los movimientos, la coreografía, el ritmo. La muy eficiente manera de trasladar al espectador el problema, la denuncia, las emociones, los conflictos. Uno de los aspectos y decisiones más importantes, a mi juicio, ha sido su apuesta por una escena múltiple, integral, continua, sin ningún descanso, casi sin dejar respirar, con estímulos simultáneos y multiplicados, manteniendo a todos los intérpretes prácticamente en escena.

-Esta decisión tiene importantes efectos sobre la actitud de los espectadores. Se ven obligados a tener que atender a todos esos estímulos a la vez. Lógicamente reciben más información, más impactos y también más emociones. Pero te exige más atención. Lo voy a poner plural: más atenciones simultáneas.  A cambio se obtiene una percepción más completa y matizada del problema planteado, de las emociones, las contradicciones, las debilidades, la corrupción, la perversión, la hipocresía.

-En esta misma dirección y con este objetivo, yo destacaría la concepción múltiple y móvil de la escenografía. La delimitación del espacio, su definición, a veces su multiplicación o la relación entre sus elementos siempre son importantes y tienen una incidencia decisiva sobre la acción o sobre los perfiles de los personajes.

-Creo recordar que en la película se partía de  habitaciones lujosas pero cerradas. A aquella gran mesa que tanto pesaba, no solo en lo material. Aquí se viene a una sala abierta con más movimiento, ágil, dinámica multifacética.  En la película, aquel espacio transmitía opresión, cierre. Aquí se da la vuelta. Pero la opresión se mantiene y se multiplica. Ahí está la labor del maestro en escenografía José Luis Raymond. Al lado de la directora. Y no es la primera vez.

-La atmósfera no sólo es creada por el ambiente físico. El sonido, la música, el movimiento, casi la danza, son decisivos. Tienen también la misión de crear y separar momentos o fases. Ibon Belandia e Ibon Aguirre están en la parte sonora.  ¡Ah! La luz. La iluminación. En plural. Las iluminaciones. En ese campo, se mueve David Alcorta.

-Un aspecto a destacar, por la incidencia en el impacto sobre el espectador, es la presencia continua de una cámara sobre el escenario, siguiendo a diferentes interpretes por el escenario y proyectando su imagen ampliada en la pantalla de fondo. Interesante punto de reflexión este de la incorporación de las nuevas tecnologías en el desarrollo escénico. Fructífera me ha parecido la aportación al espectador de poder ver lo que hacen los personajes cuando está teóricamente fuera del escenario. Guiando esa cámara está Rut Briones, del estudio audiovisual Gheada.

-El vestuario tiene una especial incidencia. Azegiñe Urigoitia lo ha trabajado.  Y el movimiento, la coreografía. Da la impresión de que Alberto Ferrero se lo ha trabajado con cuidado.

-Y la interpretación. Personalicemos. Los interpretes. Ellas y ellos. Incluida la niña Aiala Mariño. Con personajes tan densos, con tantos matices, siempre en escena. Con especial incidencia en la acción y en las emociones creadas. La obligación de ofrecer continuos y diferentes estímulos cada uno, pero sin llegar a obstaculizar la visión del conjunto.

-Citemos a los interpretes. Son los que dan la cara, el cuerpo y todo. Egoitz Sánchez, Aitor Borobia, Mikel Martínez, Alfonso Torregrosa. Lander Otaola, Ione Irazabal, Ane Pikaza, Sandra Ferrus, Olatz Ganboa y Loli Astoreka.

-Retomo la idea de los primeros párrafos. Esta producción del teatro Arriaga, con todos estos profesionales citados, ofrece un muy interesante trabajo digno de un atento estudio, además de un gratificante disfrute estético.

-Es, sin duda, una muestra de lo que se puede conseguir aquí en un espectáculo teatral de calidad y, permitidme repetirlo, de innovación.

-No me resisto a reiterar mi enhorabuena y mi agradecimiento.

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